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Opinión] Los orígenes del wokismo

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Aunque el fenómeno es relativamente reciente, se trata de una manifestación de algo mucho más antiguo, que va de la corrección política de los ‘80 al autoritarismo de este siglo. Aunque está en declive, hay que evitar que vuelva a resurgir

La palabra inglesa prig (“mojigato”) no es muy común hoy en día, pero si se busca su definición, va a sonar familiar. La de Google no está mal: Una persona moralista que se comporta como si fuera superior a los demás.

Esta acepción de la palabra se originó en el siglo XVIII y su antigüedad es una clave: muestra que, aunque el fenómeno del wokismo es relativamente reciente, es una manifestación de algo mucho más antiguo.

Hay un tipo de persona que se siente atraída por una forma superficial y severa de pureza moral, y que demuestra esa pureza atacando a quienes rompen las reglas. Estas personas están en todas las sociedades. Lo único que cambia son las reglas que imponen. En la Inglaterra victoriana era la virtud cristiana. En la Rusia de Stalin era el marxismo-leninismo ortodoxo. Para los woke, es la justicia social.

Entonces, si querés entender el wokismo, la pregunta no es por qué las personas se comportan de esta manera. Todas las sociedades tienen prigs, o mojigatos. La pregunta es por qué nuestros mojigatos lo son respecto a estas ideas en este momento. Y para responder eso, tenemos que preguntarnos cuándo y dónde empezó el wokismo.

La respuesta a la primera pregunta es la década del ‘80. El wokismo es una segunda ola, más agresiva, de la corrección política, que empezó a fines de los ‘80, disminuyó a fines de los ‘90 y después volvió con fuerza a principios de los 2010, alcanzando finalmente su punto máximo tras los disturbios de 2020 en Estados Unidos.

Este no era el significado original de “woke”, pero ahora rara vez se usa en su sentido original. En la actualidad, el sentido peyorativo es el predominante. ¿Qué significa hoy? Muchas personas que piensan que tanto el wokismo como la corrección política son etiquetas sin sentido me han pedido que las defina, así que lo voy a hacer. Ambas tienen la misma definición: Una obsesión agresivamente exhibicionista (performative) por la justicia social.

En otras palabras, es gente comportándose de manera mojigata respecto a la justicia social. Y ese es el verdadero problema: el exhibicionismo, no la justicia social.

El racismo, por ejemplo, es un problema real. No en la escala en que los woke creen, pero sí un problema genuino. No creo que ninguna persona razonable lo niegue. El problema con la corrección política no era que se enfocara en los grupos marginados, sino la forma superficial y agresiva en que lo hacía. En lugar de salir al mundo y ayudar silenciosamente a los miembros de grupos marginados, los políticamente correctos se centraban en meter en problemas a las personas por usar las palabras equivocadas.

En cuanto a dónde empezó la corrección política, si lo pensás, probablemente ya conozcas la respuesta. ¿Empezó afuera de las universidades y se extendió a ellas desde esa fuente externa? Obviamente, no: siempre ha sido más extrema en las universidades. Entonces, ¿en qué lugar de las universidades empezó? ¿Empezó en matemáticas, las ciencias exactas o ingeniería, y se extendió desde ahí a las humanidades y las ciencias sociales? Son imágenes divertidas, pero no, obviamente empezó en las humanidades y las ciencias sociales.

¿Por qué ahí? ¿Y por qué en ese momento? ¿Qué pasó en las humanidades y las ciencias sociales en la década del ‘80? Una hipótesis exitosa sobre el origen de la corrección política debe ser capaz de explicar por qué no pasó antes. ¿Por qué no sucedió, por ejemplo, durante los movimientos de protesta de la década del ‘60, que se preocupaban por cuestiones muy parecidas? [1]

La razón por la que las protestas estudiantiles de los ‘60 no llevaron a la corrección política fue precisamente esa: eran movimientos estudiantiles. No tenían poder real. Los estudiantes hablaban mucho sobre liberación femenina y black power, pero no era lo que se les enseñaba en la facultad. No todavía.

Contracorriente - WokismoContracorriente – Wokismo

Pero a principios de los años ‘70, los estudiantes que protestaban en los ‘60 empezaron a terminar sus tesis y a ser contratados como profesores. Al principio, no eran ni poderosos ni numerosos. Pero a medida que más de sus pares se unieron a ellos y la generación anterior de profesores empezó a retirarse, gradualmente se convirtieron en ambas cosas.

La razón por la que la corrección política empezó en las humanidades y las ciencias sociales es que estos campos ofrecían más margen para la intromisión de la política. Un militante de los años ‘60 que conseguía un trabajo como profesor de física todavía podía ir a protestas, pero sus creencias políticas no afectaban su trabajo. En cambio, la investigación en sociología y literatura moderna puede politizarse tanto como uno quiera.[2]

Yo vi surgir a la corrección política. Cuando empecé la universidad, en 1982, todavía no existía. Las estudiantes podían objetar si alguien decía algo que consideraban sexista, pero nadie era denunciado por eso. Tampoco era un fenómeno todavía cuando empecé mis estudios de posgrado en 1986. Sin embargo, definitivamente sí lo era ya en 1988, y para principios de los ‘90 parecía impregnar toda la vida universitaria.

¿Qué pasó? ¿Cómo se transformó la protesta en castigo? ¿Por qué a fines de los ‘80 las protestas contra el machismo (como se lo solía llamar) se convirtieron en quejas formales ante las autoridades universitarias por sexismo? Básicamente, los radicales de los ‘60 obtuvieron estabilidad laboral. Se convirtieron en el establishment contra el que habían protestado dos décadas antes. Ahora estaban en una posición no sólo para expresar sus ideas, sino también para imponerlas.

Un nuevo conjunto de reglas morales para imponer era una noticia emocionante para cierto tipo de estudiantes. Lo que lo hacía particularmente emocionante era que les permitía atacar a los profesores. Recuerdo haber notado ese aspecto de la corrección política en ese momento. No era simplemente un movimiento estudiantil de base. Eran miembros del cuerpo docente alentando a los estudiantes a atacar a otros miembros del cuerpo docente. En ese sentido, era como la Revolución Cultural china, que tampoco fue un movimiento de base: fue Mao arengando a la generación más joven contra sus oponentes políticos. De hecho, cuando Roderick MacFarquhar dio un curso sobre la Revolución Cultural en Harvard a fines de los ‘80, muchos lo interpretaron como una alusión a la corrección política. No sé si realmente lo era, pero la gente lo pensaba, y eso significa que las similitudes eran evidentes.[3]

Los estudiantes universitarios sobreactúan. Es su naturaleza. Por lo general, es inofensivo. Pero la sobreactuación de moralidad resultó ser una combinación venenosa. El resultado fue una especie de regla de etiqueta moral, superficial pero muy complicada. Imaginate tener que explicarle a un visitante bienintencionado de otro planeta por qué usar la expresión “people of color” se considera especialmente elevado, pero decir “colored people” puede hacer que te echen de tu trabajo. Y por qué exactamente no se debe usar la palabra “negro” ahora, aunque Martin Luther King la usara constantemente en sus discursos. No hay principios subyacentes. Sólo tendrías que darle una larga lista de reglas para memorizar.[4]

El peligro de estas reglas no era sólo que crearan campos minados para los desprevenidos, sino que su complejidad las convertía en un sustituto eficaz de la virtud. Siempre que una sociedad tiene un concepto sobre qué es herejía y qué ortodoxia, la ortodoxia se convierte en un sustituto de la virtud. Podés ser la peor persona del mundo, pero mientras seas ortodoxo, sos mejor que cualquiera que no lo sea. Esto hace a la ortodoxia muy atractiva para las malas personas.

Pero para que funcione como un sustituto de la virtud, la ortodoxia debe ser difícil. Si todo lo que tenés que hacer para ser ortodoxo es usar una prenda o evitar decir una palabra, todo el mundo sabe hacerlo, y la única manera de parecer más virtuoso que los demás es ser realmente virtuoso. Las reglas superficiales, complicadas y cambiantes de la corrección política la convirtieron en el sustituto perfecto de la virtud real. Y el resultado fue un mundo en el que personas buenas que no estaban al día con las modas morales actuales eran desbancadas por personas cuya personalidad te daría escalofríos si pudieras verla.

Un gran factor que contribuyó al surgimiento de la corrección política fue la falta de otras cosas en las que ser moralmente puros. Las generaciones anteriores de mojigatos solían enfocarse en la religión y el sexo. Pero estos temas estaban completamente obsoletos para los ‘80: si eras religioso o virgen, era algo que solías ocultar en lugar de anunciar. Así que el tipo de persona que disfruta ser vigilante moral se había quedado sin cosas que imponer. Un nuevo conjunto de reglas era justo lo que estaba esperando.

Curiosamente, el lado tolerante de la izquierda de los ‘60 ayudó a crear las condiciones en las que prevaleció el lado intolerante. Las relajadas reglas sociales promovidas por la vieja y despreocupada izquierda hippie se convirtieron en las dominantes, al menos entre la élite, y esto dejó a los naturalmente intolerantes sin nada en lo que ser intolerantes.

Otro factor que quizás contribuyó fue la caída del imperio soviético. El marxismo había sido una fuente de pureza moral en la izquierda antes de la corrección política, pero los movimientos pro-democracia en los países de Europa del Este le quitaron gran parte de su atractivo. Especialmente la caída del Muro de Berlín, en 1989. No podías estar del lado de la Stasi. Recuerdo mirar la sección agonizante de Estudios Soviéticos en una librería de segunda mano en Cambridge a fines de los ‘80 y pensar: “¿De qué hablarán esas personas ahora?”. Resultó que la respuesta estaba justo frente a mis ojos.

Algo que noté en su momento sobre la primera fase de la corrección política fue que era más popular entre las mujeres que entre los hombres. Como muchos escritores han observado (quizás el más elocuente fue George Orwell), las mujeres parecen sentirse más atraídas que los hombres por la idea de ser vigilantes morales. Pero había otra razón más específica por la que las mujeres tendían a ser las ejecutoras de la corrección política. En esa época había una gran reacción contra el acoso sexual; a mediados de los ‘80, la definición de acoso sexual se amplió desde avances sexuales explícitos hasta incluir la creación de un “ambiente hostil”. Dentro de las universidades, la forma clásica de acusación era que una estudiante dijera que un profesor la hacía “sentir incómoda”. Pero la vaguedad de esta acusación permitió que el alcance de comportamientos prohibidos se expandiera hasta incluir la discusión de ideas heterodoxas. Eso también incomodaba a la gente.[5]

¿Era sexista proponer que la hipótesis de la mayor variabilidad masculina de Darwin podría explicar algunas diferencias en el rendimiento humano? Al parecer, lo suficiente como para que Larry Summers fuera obligado a dejar su cargo como presidente de Harvard. Una mujer que asistió a la charla en la que mencionó esta idea dijo que la hizo sentir “físicamente mal” y que tuvo que salir en la mitad de la conferencia. Si consideramos que la prueba de un ambiente hostil es cómo hace sentir a las personas, el solo hecho de que esta chica se sintiera mal ya es una prueba. Y, sin embargo, parece plausible que la mayor variabilidad masculina explique algunas de las diferencias en el rendimiento humano. Entonces, ¿qué debería prevalecer? ¿La comodidad o la verdad? Seguramente, si la verdad debe prevalecer en algún lugar, debería ser en las universidades; se supone que esa es su especialidad. Pero durante décadas, comenzando por fines de los ‘80, los políticamente correctos intentaron fingir que este conflicto no existía.[6]

La corrección política pareció agotarse en la segunda mitad de los ‘90. Una razón, quizás la principal, fue que literalmente se convirtió en un chiste. Ofrecía abundante material para los comediantes, quienes realizaron su habitual acción desinfectante sobre ella. El humor es una de las armas más poderosas contra cualquier tipo de mojigatería, porque los mojigatos, al carecer de sentido del humor, no pueden responder en los mismos términos. El humor fue lo que derrotó a la pacatería victoriana, y para 2000 parecía haber hecho lo mismo con la corrección política.

Desafortunadamente, era una ilusión. Dentro de las universidades, las brasas de la corrección política seguían ardiendo con fuerza. Al fin y al cabo, las fuerzas que la crearon seguían ahí. Los profesores que la iniciaron ahora se estaban convirtiendo en decanos y jefes de departamento. Y, además de sus departamentos, ahora había una serie de nuevos departamentos explícitamente enfocados en la justicia social. Los estudiantes seguían ávidos de tener cosas en las que ser moralmente puros. Y hubo una explosión en el número de administradores universitarios, muchos de cuyos trabajos consistían en hacer cumplir diversas formas de corrección política.

La compra de Twitter porLa compra de Twitter por parte de Elon Musk sirvió para neutralizar el wokismo

A principios de los 2010, las brasas de la corrección política volvieron a encenderse. Había varias diferencias entre esta nueva fase y la original. Era más virulenta. Se extendió más al mundo real, aunque seguía ardiendo con mayor intensidad dentro de las universidades. Además, se ocupaba de una variedad más amplia de pecados. En la primera fase de la corrección política, realmente sólo había tres cosas de las que se acusaba a la gente: sexismo, racismo y homofobia (un neologismo creado con ese propósito). Pero entre entonces y 2010, muchas personas habían pasado mucho tiempo tratando de inventar nuevos tipos de -ismos y -fobias y viendo cuáles podían prender.

La segunda fase fue, en varios sentidos, una corrección política metastásica. ¿Por qué pasó en ese momento? Mi hipótesis es que se debió al auge de las redes sociales, particularmente Tumblr y Twitter, ya que una de las características más distintivas de la segunda ola de corrección política fue la turba de la cancelación: una multitud de personas enfurecidas unidas en las redes para lograr que alguien fuera marginado o echado de su trabajo. De hecho, esta segunda ola de corrección política se llamó originalmente “cultura de la cancelación”; no empezó a llamarse wokismo hasta esta década.

Un aspecto de las redes que sorprendió a casi todos al principio fue la popularidad de la indignación. A los usuarios parecía gustarles sentirse indignados. Estamos tan acostumbrados a esta idea ahora que la damos por sentada, pero en realidad es bastante rara. La indignación no es una sensación agradable. No parece algo que las personas busquen sentir. Pero lo hacen. Y, sobre todo, quieren compartirlo. Administré un foro online entre 2007 y 2014 y puedo cuantificar cuánto desean compartirlo: nuestros usuarios tenían aproximadamente tres veces más probabilidades de apoyar (upvote) algo si los indignaba.

Esta inclinación hacia la indignación no se debía al wokismo. Es una característica inherente a las redes, o al menos a esta generación de redes. Pero hizo de las redes el mecanismo perfecto para avivar las llamas del wokismo.[7]

No fueron sólo las redes las que impulsaron el auge del wokismo. Las aplicaciones de chat grupal también fueron cruciales, especialmente en el paso final: la cancelación. Imaginate si un grupo de empleados que intenta que echen a un compañero tuviera que hacerlo usando sólo correos electrónicos. Sería difícil organizar una turba. Pero una vez que tenés un chat grupal, las turbas se forman de manera natural.

Otro factor que contribuyó a esta segunda ola de corrección política fue el aumento dramático de la polarización en la prensa. En la era de la imprenta, los diarios debían ser, o al menos parecer, políticamente neutrales. Los comercios que publicaban anuncios en el New York Times querían llegar a todos en su zona, tanto liberales como conservadores, así que el diario tenía que llegar a ambos. Sin embargo, no veía esta neutralidad como una imposición. La adoptó como su deber como diario de referencia, uno de los grandes medios que aspiraba a ser crónica de su tiempo, reportando las historias más importantes desde una perspectiva imparcial.

Cuando crecí, los diarios de referencia parecían instituciones atemporales, casi sagradas. Medios como el New York Times y el Washington Post gozaban de un enorme prestigio, en parte porque otras fuentes de noticias eran limitadas, pero también porque se esforzaban por ser neutrales.

Desafortunadamente, resultó que el “diario de referencia” era principalmente un artefacto de las limitaciones impuestas por el papel.[8] Cuando tu mercado estaba determinado por la geografía, tenías que ser neutral. Pero la publicación online permitió —de hecho, probablemente obligó— a los diarios a cambiar y empezar a llegar a mercados definidos por la ideología en lugar de por la geografía. La mayoría de los que sobrevivieron se inclinaron en la dirección hacia la que ya estaban apuntando: a la izquierda. El 11 de octubre de 2020, el New York Times anunció: “El diario está en medio de una evolución, de ser el anticuado diario de referencia a convertirse en una jugosa colección de grandes narrativas”.[9] Mientras tanto, habían surgido periodistas, por decirlo de alguna manera, para servir a la derecha también. Y así, el periodismo, que en la era anterior había sido una de las grandes fuerzas centralizadoras, ahora se convirtió en una de las grandes fuerzas polarizadoras.

El auge de las redes y la creciente polarización del periodismo se reforzaron mutuamente. De hecho, surgió una nueva variedad de periodismo que implicaba un ciclo a través de las redes. Alguien decía algo controversial en las redes. En pocas horas, se convertía en noticia. Los lectores indignados después publicaban enlaces a la historia en las redes, generando más discusiones online. Era la fuente más barata de clics imaginable. No tenías que mantener corresponsales en el exterior ni pagar por investigaciones de un mes. Todo lo que tenías que hacer era mirar Twitter en busca de comentarios controvertidos y volver a publicarlos en tu sitio, con algunos comentarios adicionales para provocar aún más a los lectores.

Para la prensa, había plata en el wokismo. Pero no eran los únicos. Esa fue una de las mayores diferencias entre las dos olas de corrección política: la primera estuvo impulsada casi en su totalidad por amateurs, pero la segunda fue a menudo impulsada por profesionales. Para algunos, era todo su trabajo. En 2010, había surgido una nueva clase de administradores cuyo trabajo era básicamente imponer el wokismo. Desempeñaban un papel parecido al de los comisarios políticos de las organizaciones militares e industriales en la Unión Soviética: no participaban del flujo del trabajo, pero observaban desde un costado para asegurar que no ocurriera nada inapropiado en el proceso. Estos nuevos administradores a menudo se podían reconocer por la palabra “inclusión” en sus títulos. Dentro de las instituciones, este era el eufemismo preferido por el wokismo; por ejemplo, una nueva lista de palabras prohibidas generalmente se llamaba “guía de lenguaje inclusivo”.[10]

Esta nueva clase de burócratas seguía la agenda woke como si sus trabajos dependieran de eso, porque realmente dependían. Si contratás a personas para vigilar un tipo particular de problema, lo van a encontrar, porque de lo contrario no hay justificación para su existencia.[11] Pero estos burócratas también representaban un segundo y posiblemente incluso mayor peligro. Muchos estaban involucrados en la contratación, y cuando era posible, trataban de asegurarse de que sus empleadores contrataran sólo a personas que compartieran sus creencias políticas. Los casos más flagrantes fueron las nuevas “declaraciones DEI” (diversidad, equidad e inclusión) que algunas universidades empezaron a requerir a los candidatos a puestos docentes, demostrando su compromiso con el wokismo. Algunas universidades usaban estas declaraciones como filtro inicial y sólo consideraban a los candidatos que obtenían una puntuación suficientemente alta en ellas. No vas a contratar a Einstein de esa manera; imaginate lo que vas a obtener en su lugar.

Otro factor en el auge del wokismo fue el movimiento Black Lives Matter, que empezó en 2013 cuando un hombre blanco fue absuelto tras matar a un adolescente negro en Florida. Pero esto no lanzó el wokismo; ya estaba en marcha para 2013.

Lo mismo ocurrió con el movimiento Me Too, que despegó en 2017 tras las primeras noticias sobre las agresiones sexuales de Harvey Weinstein. Aceleró el wokismo, pero no desempeñó el mismo papel en su surgimiento que la versión de los ’80 en el de la corrección política.

La elección de Donald Trump en 2016 también aceleró el wokismo, particularmente en la prensa, donde la indignación ahora atraía tráfico. Trump hizo que el New York Times ganara mucha plata: los titulares durante su primera administración lo nombraban aproximadamente cuatro veces más que a los presidentes anteriores.

En 2020 vimos el mayor catalizador de todos, después de que un policía blanco asfixiara a un sospechoso negro en un video. En ese momento, el fuego metafórico se convirtió en literal, ya que estallaron protestas violentas por todo Estados Unidos. Pero en retrospectiva, esto resultó ser el pico del wokismo, o algo cercano a eso. Según todas las mediciones que vi, el wokismo alcanzó su punto máximo en 2020 o 2021.

El wokismo a veces se describe como un virus mental. Lo que lo hace viral es que define nuevos tipos de conducta inapropiada. La mayoría de las personas le temen a la conducta inapropiada; nunca están completamente seguras de cuáles son las reglas sociales o cuáles podrían estar rompiendo. Especialmente si las reglas cambian rápido. Como la mayoría ya teme estar rompiendo reglas que no conoce, si les decís que rompieron una, su reacción por defecto es creerte. Especialmente si varias personas se lo dicen. Lo que, a su vez, es una receta para el crecimiento exponencial. Los fanáticos inventan una nueva conducta inapropiada que hay que evitar. Las primeras personas en hacerlo son otros fanáticos, ansiosos por nuevas formas de mostrar su virtud. Si hay suficientes de estos, el grupo inicial de fanáticos es seguido por un grupo mucho más grande, motivado por el miedo. No están tratando de mostrar virtud; simplemente están tratando de evitar meterse en problemas. En este punto, la nueva conducta inapropiada ya está firmemente establecida. Además, su éxito aceleró el cambio en las reglas sociales, lo que, acordate, es una de las razones por las que la gente está nerviosa por qué reglas podría estar rompiendo. Así que el ciclo se acelera.[12]

Lo que es cierto para los individuos es aún más cierto para las organizaciones. Especialmente para aquellas organizaciones sin un líder fuerte. Este tipo de organizaciones hacen todo basado en “mejores prácticas”. No hay una autoridad superior; si alguna nueva “mejor práctica” alcanza una masa crítica, deben adoptarla. Y en este caso, la organización no puede hacer lo que normalmente hace cuando está insegura: retrasar las decisiones. ¡Podría estar incurriendo en conductas inapropiadas en ese mismo momento! Así que es sorprendentemente fácil para un grupito de fanáticos capturar este tipo de organización inventando nuevas conductas inapropiadas de las que podría ser culpable.[13]

¿Cómo termina este ciclo? Eventualmente lleva a un desastre, y la gente empieza a decir “basta”. Los excesos de 2020 hicieron que mucha gente dijera basta.

Desde entonces, el wokismo ha entrado en un retroceso gradual pero continuo. Los CEO corporativos, empezando por Brian Armstrong (Coinbase), lo han rechazado abiertamente. Las universidades, lideradas por la Universidad de Chicago y el MIT, han confirmado explícitamente su compromiso con la libertad de expresión. Twitter, que probablemente era el centro del wokismo, fue comprado por Elon Musk para neutralizarlo, y parece haber tenido éxito, y no, incidentalmente, censurando a los usuarios de izquierda como Twitter solía censurar a los de derecha, sino sin censurar a ninguno de los dos.[14] Los consumidores han rechazado enfáticamente a las marcas que se adentraron demasiado en el wokismo. La marca Bud Light podría haber quedado permanentemente dañada por eso. No voy a afirmar que la segunda victoria de Trump en 2024 fue un referéndum sobre el wokismo; creo que ganó, como siempre lo hacen los candidatos presidenciales, porque era más carismático; pero el disgusto de los votantes por el wokismo debe haber ayudado.

¿Y ahora qué hacemos? El wokismo ya está en retroceso. Obviamente, deberíamos ayudar a que siga así. ¿Cuál es la mejor manera de hacerlo? Y lo más importante, ¿cómo evitamos un tercer brote? Después de todo, parecía estar muerto una vez, pero volvió peor que nunca.

De hecho, hay un objetivo aún más ambicioso: ¿hay alguna forma de prevenir cualquier brote similar de moralismo agresivamente exhibicionista en el futuro, no sólo un tercer brote de corrección política, sino el siguiente? Porque habrá un próximo brote. Los mojigatos lo son por naturaleza. Necesitan reglas que obedecer y hacer cumplir, y ahora que Darwin les ha cortado el suministro tradicional, están constantemente hambrientos de otras nuevas. Todo lo que necesitan es que alguien los encuentre a mitad de camino, defina una nueva forma de ser moralmente puro, y volveremos a ver el mismo fenómeno.

Empecemos con el problema más fácil. ¿Existe una forma sencilla y fundamentada de tratar con el wokismo? Creo que sí: utilizar las costumbres que ya tenemos para tratar con la religión. El wokismo es efectivamente una religión, sólo que con Dios reemplazado por las clases protegidas. Ni siquiera es la primera religión de este tipo: el marxismo tuvo una forma similar, con Dios reemplazado por las masas.[15] Y ya tenemos costumbres bien establecidas para tratar con la religión dentro de las organizaciones. Podés expresar tu propia identidad religiosa y explicar tus creencias, pero no podés llamar infieles a tus compañeros de trabajo si discrepan, ni intentar prohibirles decir cosas que contradigan sus doctrinas, ni insistir en que la organización adopte la tuya como su religión oficial.

El disgusto de los votantesEl disgusto de los votantes por el wokismo ayudó al triunfo de Trump. Foto: EFE/BIZUAYEHU TESFAYE

Si no estamos seguros de qué hacer con respecto a alguna manifestación particular del wokismo, imaginemos que estamos tratando con otra religión, como el cristianismo. ¿Deberíamos tener personas dentro de las organizaciones cuyo trabajo sea hacer cumplir la ortodoxia woke? No, porque no tendríamos personas cuyo trabajo fuera hacer cumplir la ortodoxia cristiana. ¿Deberíamos censurar a escritores o científicos cuyo trabajo contradiga las doctrinas woke? No, porque no haríamos esto con personas cuyo trabajo contradice las enseñanzas cristianas. ¿Deberían los candidatos a un trabajo escribir declaraciones DEI? Por supuesto que no; imaginate a un empleador exigiendo pruebas de las creencias religiosas de alguien. ¿Deberían los estudiantes y empleados participar en sesiones de adoctrinamiento woke en las que se les exija responder preguntas sobre sus creencias para asegurar su cumplimiento? No, porque no se nos ocurriría catequizar a las personas de esta manera sobre su religión.[16]

Uno no debería sentirse mal por no querer ver películas woke de la misma manera que no se sentiría mal por no querer escuchar rock cristiano. Cuando tenía 20 años recorrí Estados Unidos varias veces, escuchando estaciones de radio locales. De vez en cuando giraba el dial y escuchaba alguna canción nueva. Pero en el momento en que alguien mencionaba a Jesús, volvía a girar el dial. Incluso el más mínimo atisbo de sermoneo era suficiente para que perdiera el interés.

Por el mismo motivo, no deberíamos rechazar automáticamente todo lo que los woke creen. No soy cristiano, pero puedo ver que muchos principios cristianos son buenos. Sería un error descartar todos sólo porque no se comparta la religión que los promueve. Sería el tipo de cosa que haría un fanático religioso.

Si tenemos un pluralismo genuino, creo que estaremos a salvo de futuros brotes de intolerancia woke. El wokismo en sí mismo no desaparecerá. En el futuro cercano seguirán existiendo bolsillos de fanáticos woke inventando nuevas modas morales. La clave es no permitirles tratar a sus modas como algo normativo. Pueden cambiar lo que sus correligionarios pueden decir cada pocos meses si quieren, pero no se les debe permitir cambiar lo que nosotros podemos decir.[17]

El problema más general —cómo prevenir brotes similares de moralismo agresivamente exhibicionista— es, por supuesto, más difícil. Acá nos enfrentamos a la naturaleza humana. Siempre habrá mojigatos. Y en particular, siempre estarán los ejecutores entre ellos, los de mentalidad agresivamente convencional. Estas personas nacen así. Todas las sociedades las tienen. Así que lo mejor que podemos hacer es mantenerlas a raya.

No siempre están desatadas. Por lo general, sólo imponen las reglas aleatorias que tienen a mano. Sólo se vuelven peligrosos cuando alguna nueva ideología consigue que muchos de ellos apunten en la misma dirección al mismo tiempo. Eso fue lo que ocurrió durante la Revolución Cultural, y en menor medida (gracias a Dios) en las dos olas de corrección política que hemos experimentado.

No podemos deshacernos de los de mentalidad agresivamente convencional.[18] Y no podríamos evitar que las personas creen nuevas ideologías que los atraigan, incluso si quisiéramos. Así que, si queremos mantenerlos a raya, tenemos que hacerlo un paso más adelante. Afortunadamente, cuando los agresivamente convencionales se desatan, siempre hacen algo que los delata: definen nuevas herejías por las cuales castigar a las personas. Así que la mejor manera de protegernos de futuros brotes de cosas como el wokismo es tener poderosos anticuerpos contra el concepto de herejía.

Debemos tener un sesgo consciente en contra de definir nuevas formas de herejía. Cada vez que alguien intente prohibir algo que previamente podíamos decir, nuestra suposición inicial debería ser que están equivocados. Sólo nuestra suposición inicial, por supuesto. Si pueden demostrar que debemos dejar de decirlo, entonces debemos hacerlo. Pero la carga de la prueba recae sobre ellos. En las democracias liberales, las personas que intentan evitar que se diga algo afirmarán que no están ejerciendo censura, sino tratando de prevenir alguna forma de “daño”. Y tal vez tengan razón. Pero, una vez más, la carga de la prueba recae sobre ellos. No basta con afirmar que hay daño: deben probarlo.

Mientras los de mentalidad agresivamente convencional sigan delatándose a sí mismos prohibiendo herejías, siempre podremos notar cuando se alinean detrás de alguna nueva ideología. Y si siempre respondemos en ese momento, con algo de suerte podremos detenerlos en seco.

La cantidad de cosas verdaderas que no podemos decir no debería aumentar. Si eso pasa, algo está mal.

* Paul Graham es un programador, escritor e inversor británico. En 1995, fundó con Robert Morris “Viaweb”, la primera empresa de software como servicio, que fue adquirida por Yahoo en 1998, donde se convirtió en Yahoo Store. En 2001 empezó a publicar ensayos en paulgraham.com, que ahora recibe unos 25 millones de visitas al año. En 2005 fundó “Y Combinator”, la primera compañía de un nuevo tipo de incubadora de startups. Desde 2005, ha financiado más de 3000 startups, incluidas Airbnb, Dropbox, Stripe y Reddit.

(Este artículo se publicó originalmente en paulgraham.com)

Notas:

[1] ¿Por qué los radicales de los años ’60 eligieron esas causas? Una de las personas que revisó los borradores de este ensayo lo explicó tan bien que le pedí permiso para citarlo:

Los estudiantes de clase media que protestaban en la Nueva Izquierda rechazaron a la izquierda socialista/marxista por considerarla poco moderna. Estaban interesados en formas de opresión más atractivas, reveladas por el análisis cultural (Marcuse) y la abstrusa “Teoría”. La política laboral se volvió rígida y anticuada. Esto tardó un par de generaciones en superarse. La notoria falta de interés de la ideología woke por la clase trabajadora es la señal reveladora. Los fragmentos que, digamos, quedan de la vieja izquierda son anti-woke, mientras que la clase trabajadora real se desplazó hacia la derecha populista y nos dio a Trump. Trump y el wokismo son primos.

Los orígenes de clase media del wokismo facilitaron su camino a través de las instituciones porque no tenía interés en “apropiarse de los medios de producción” (qué pintoresca suena ahora esa frase), algo que rápidamente habría chocado con el poder estatal y corporativo. El hecho de que el wokismo sólo mostrara interés en otros tipos de clase (raza, género, etc.) señalaba un compromiso con el poder existente: danos poder dentro de tu sistema y te daremos el recurso que controlamos: la rectitud moral. Como un caballo de Troya ideológico para obtener control sobre el discurso y las instituciones, esto tuvo éxito donde un programa revolucionario más ambicioso no lo habría tenido.

[2] Ayudaba que las humanidades y las ciencias sociales también incluyeran algunas de las carreras de grado más grandes y accesibles. Si un movimiento político tuviera que empezar con estudiantes de física, nunca podría despegar; serían muy pocos y no tendrían tiempo disponible.

En las principales universidades, estas carreras ya no son tan populares como solían ser. Una encuesta de 2022 descubrió que sólo el 7% de los estudiantes de grado de Harvard planean especializarse en humanidades, en comparación con casi el 30% durante la década del ‘70. Supongo que el wokismo es al menos en parte culpable; cuando los estudiantes consideran especializarse en literatura inglesa, presumiblemente es porque aman la palabra escrita y no porque quieran escuchar clases sobre racismo.

[3] El carácter de titiritero y títere de la corrección política se hizo claramente visible cuando una panadería cerca del Oberlin College fue falsamente acusada de discriminación racial en 2016. En el posterior juicio civil, los abogados de la panadería presentaron un mensaje de texto de Meredith Raimondo, decana de estudiantes de Oberlin, que decía: “Diría que les larguemos encima a los estudiantes si no estuviera convencida de que esto debe quedar atrás”.

[4] Los woke a veces afirman que el wokismo es simplemente tratar a las personas con respeto. Pero si fuera así, esa sería la única regla que tendrías que recordar, y esto está cómicamente lejos de ser el caso. A mi hijo menor le gusta imitar voces, y en un momento, cuando tenía unos siete años, tuve que explicarle qué acentos era seguro imitar públicamente en ese momento y cuáles no. Me tomó unos diez minutos, y aun así no logré cubrir todos los casos.

[5] En 1986, la Corte Suprema dictaminó que crear un ambiente laboral hostil podía constituir discriminación por sexo, lo que, a su vez, afectó a las universidades a través del Título IX. La Corte especificó que la prueba de un ambiente hostil era si molestaría a una persona razonable, pero dado que para un profesor el mero hecho de ser objeto de una denuncia por acoso sexual sería un desastre, independientemente de si la denunciante era razonable o no, en la práctica cualquier broma o comentario remotamente relacionado con el sexo quedó efectivamente prohibido. Lo que significó que habíamos vuelto por completo a los códigos de conducta victorianos, cuando había una gran cantidad de cosas que no se podían decir “en presencia de damas”.

[6] Por mucho que intentaran fingir que no había conflicto entre diversidad y calidad. Pero no se puede optimizar simultáneamente para dos cosas que no son idénticas. Lo que en realidad significa diversidad, juzgando por el uso del término, es representación proporcional, y a menos que estés seleccionando un grupo cuyo propósito sea ser representativo, como los encuestados en un sondeo, optimizar para la representación proporcional tiene que ir en detrimento de la calidad. Esto no se debe a nada relacionado con la representación; es la naturaleza de la optimización: optimizar para X tiene que ser a expensas de Y, a menos que X e Y sean idénticos.

[7] Tal vez las sociedades eventualmente desarrollen anticuerpos contra la indignación viral. Quizás sólo fuimos los primeros en estar expuestos a ella, por lo que arrasó con nosotros como una epidemia en una población previamente aislada. Estoy bastante seguro de que sería posible crear nuevas redes menos impulsadas por la indignación, y una aplicación de este tipo tendría una buena oportunidad de robar usuarios a las existentes, porque las personas más inteligentes tenderían a migrar hacia ella.

[8] Digo “principalmente” porque tengo esperanzas de que la neutralidad periodística vuelva de alguna forma. Hay un mercado para noticias imparciales, y aunque pueda ser pequeño, es valioso. Los ricos y poderosos quieren saber qué está pasando realmente; así es como se hicieron ricos y poderosos.

[9] El Times hizo este anuncio trascendental de manera muy informal, al pasar, en medio de un artículo sobre un periodista del diario que había sido criticado por inexactitudes. Es bastante posible que ni siquiera un editor senior lo haya aprobado. Pero de alguna manera es apropiado que este universo en particular haya terminado con un susurro en lugar de un estallido.

[10] A medida que el acrónimo DEI pasa de moda, muchos de estos burócratas intentarán pasar a la clandestinidad cambiando sus títulos. Parece que “pertenecer” será una opción popular.

[11] Si alguna vez te preguntaste por qué nuestro sistema legal incluye garantías como la separación entre fiscal, juez y jurado, el derecho a examinar pruebas y a interrogar testigos, y el derecho a ser representado por un abogado, el sistema legal paralelo de facto establecido por el Título IX lo deja muy claro.

[12] La invención de nuevas conductas inapropiadas es más visible en la rápida evolución de la nomenclatura woke. Esto es particularmente molesto para mí como escritor, porque los nuevos términos siempre son peores. Cualquier práctica religiosa tiene que ser inconveniente y un poco absurda; de lo contrario, los gentiles también la llevarían a cabo. Así que “esclavos” se convierte en “individuos esclavizados”. Pero la búsqueda en la web puede mostrarnos la vanguardia del crecimiento moral en tiempo real: si buscás “individuos experimentando esclavitud” verás, al momento de escribir esto, cinco intentos legítimos de usar la frase, e incluso encontrarás dos para “individuos experimentando la esclavización”.

[13] Las organizaciones que hacen cosas dudosas están especialmente preocupadas por las conductas apropiadas, y así es como terminás con absurdos como que las compañías de tabaco y petróleo tengan calificaciones ESG (Environmental, Social and corporate Governance) más altas que Tesla.

[14] Elon hizo algo más que inclinó Twitter hacia la derecha: dio más visibilidad a los usuarios pagos. Los usuarios pagos tienden a inclinarse hacia la derecha en promedio, porque a la gente de extrema izquierda no le gusta Elon y no quiere darle plata. Es de suponer que Elon sabía que esto ocurriría. Por otro lado, la gente de extrema izquierda es la única culpable; podrían volver a inclinar Twitter hacia la izquierda mañana mismo si quisieran.

[15] Incluso, como señalaron James Lindsay y Peter Boghossian, tiene un concepto de pecado original: el privilegio. Lo que significa que, a diferencia de la versión igualitaria del cristianismo, las personas tienen diferentes grados de privilegio. Un hombre blanco estadounidense, heterosexual y sin discapacidad nace con tal carga de pecado que sólo mediante el arrepentimiento más humillante puede ser salvado.

El wokismo también comparte algo bastante curioso con muchas versiones reales del cristianismo: al igual que Dios, las personas por cuyo bien se supone que actúa el wokismo a menudo se sienten repugnadas por las cosas que se hacen en su nombre.

[16] Hay una excepción a la mayoría de estas reglas: las organizaciones religiosas reales. Es razonable que insistan en la ortodoxia. Pero, a su vez, deberían aclarar que son organizaciones religiosas. Se considera legítimamente sospechoso cuando algo que parece ser un negocio o publicación común resulta ser una organización religiosa.

[17] No quiero dar la impresión de que será fácil revertir el wokismo. Habrá lugares donde la lucha inevitablemente se vuelva complicada, especialmente dentro de las universidades, que son compartidas por todos, pero que actualmente son las instituciones más impregnadas por él.

[18] Sin embargo, es posible deshacerse de las personas de mentalidad agresivamente convencional dentro de una organización, y en muchas organizaciones, si no en la mayoría, sería una idea excelente. Incluso unas pocas pueden hacer mucho daño. Me la juego a que notarías una mejora significativa al pasar de unas pocas a ninguna.

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Israel denunció que el grupo terrorista Hamas sigue sin cumplir el acuerdo de alto al fuego

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Por medio de un comunicado emitido por la oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, indicaron que “Arbel Yehud, una rehén civil que debía ser liberada el sábado, no ha sido liberada, y no se ha proporcionado la lista detallada del estado de todos los rehenes”

El Gobierno de Israel acusó este domingo al grupo terrorista Hamas de dos violaciones al acuerdo de tregua, justificando así su decisión de impedir el retorno de cientos de miles de desplazados al norte de la Franja de Gaza.

“Durante la ejecución ayer (sábado) de la segunda fase del canje, Hamas cometió dos violaciones. Arbel Yehud, una rehén civil cuya liberación estaba prevista para el sábado, no ha sido liberada, y no se ha facilitado la lista detallada de la situación de todos los rehenes”, señaló un comunicado de la oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu.

“Israel no permitirá el paso de los habitantes de Gaza al norte de la Franja hasta que se haya acordado la liberación de Arbel Yehud, que debía haber sido liberada hoy (sábado)”, advirtió previamente el primer ministro israelí.

El sábado, en el marco del acuerdo, Hamas liberó a cuatro mujeres militares israelíes a cambio de 200 prisioneros palestinos. Sin embargo, un desacuerdo de última hora impidió que miles de desplazados palestinos regresaran al norte del territorio, área devastada por los enfrentamientos entre Israel y el grupo terrorista.

Arbel Yehud, una rehén civilArbel Yehud, una rehén civil cuya liberación estaba prevista para el sábado, no ha sido liberada por los terroristas

Netanyahu anunció al inicio del fin de semana la suspensión del protocolo de retorno de la población civil palestina al norte de la Franja de Gaza tras acusar al grupo terrorista Hamas de incumplir parcialmente el acuerdo de alto el fuego.

Concretamente, el premier denunció que Hamas no liberó a la civil Arbel Yehud, secuestrada el 7 de octubre de 2023 por las milicias palestinas, tal y como estaba estipulado.

“Hamas falló en el cumplimiento de sus obligaciones de liberar primero a las mujeres civiles israelíes”, aseguró, por su parte, el portavoz del Ejército Daniel Hagari en un breve comunicado poco después de que se confirmara que las rehenes habían entrado en territorio israelí.

El viernes por la noche, cuando Hamas anunció que pondría en libertad a cuatro mujeres soldado que fueron secuestradas en la base militar de Nahal Oz durante el 7 de octubre de 2023, Israel ya expresó sus discrepancias al respecto, si bien terminó accediendo.

De las 33 personas que tienen que ser liberadas en la primera fase del alto el fuego en Gaza, quedaban en el enclave siete mujeres, cinco soldados (una de ellas no fue liberada hoy) y dos civiles. Las civiles son Shiri Silberman, de 33 años, y Arbel Yehud, de 29.

El emotivo reencuentro de las rehenes israelíes liberadas con sus familias

El servicio penitenciario israelí confirmó la liberación de 200 prisioneros palestinos como parte de un acuerdo de alto el fuego en Gaza, que previamente había visto a militantes de Hamas liberar a cuatro rehenes israelíes.

“Tras la conclusión de las actividades necesarias en las cárceles y la aprobación de las autoridades políticas, todos los terroristas fueron liberados de las cárceles de Ofer y Ktziot”, afirmó el comunicado, que añadió que se ha liberado a un total de 200 prisioneros.

En tanto, 70 de ellos llegaron a Egipto en autobuses, según informaron medios egipcios vinculados al Estado.

Al-Qahera News, que está vinculada a la inteligencia estatal, dijo que los prisioneros eran los “deportados” por Israel y que serían transferidos a hospitales egipcios para recibir tratamiento.

(Con información de AFP y Europa Press)

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Donald Trump regresa a Miami desde el comienzo de su segundo mandato: todo lo que debes saber

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El presidente estadounidense aterrizó en Florida por primera vez desde su segunda investidura y se trasladó a su resort en Doral, donde permanecerá varios días en medio de una intensa agenda de encuentros y reuniones privadas

El presidente Donald Trump regresó a Florida por primera vez desde su segunda investidura para asistir al retiro del Partido Republicano, un evento clave para la estrategia legislativa de su administración. CBS informó que Trump aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Miami el sábado 25 de enero por la noche y se trasladó inmediatamente a su resort Trump National Doral, donde permanecerá hasta el miércoles 29. Su visita se enmarca dentro de una semana intensa de actividades presidenciales y reuniones de alto nivel.

Según The Palm Beach Post, el presidente Trump viajó a Florida tras recorrer áreas afectadas por desastres naturales. El viernes 24 de enero, visitó Asheville, Carolina del Norte, donde evaluó los daños provocados por el huracán Helene el año anterior. Posteriormente, voló a California, donde observó las secuelas de los incendios forestales que devastaron la región de Los Ángeles, destruyendo más de 10,000 edificaciones. Durante ambas visitas, Trump se reunió con funcionarios estatales y locales para discutir estrategias de recuperación.

Una vez en Miami, Trump se trasladó en su comitiva a Trump National Doral, su exclusivo club y resort ubicado en el condado de Miami-Dade. De acuerdo con WPLG, el sitio estaba fuertemente resguardado por el Servicio Secreto y fuerzas de seguridad locales. Grupos de seguidores se congregaron en las inmediaciones para presenciar su llegada. Entre ellos, Oscar Jarquin, residente del área, declaró a CBS que había asistido a varios eventos anteriores del presidente y que sabía con exactitud dónde posicionarse para verlo pasar.

Por qué Donald Trump fue a Florida

El motivo central del viaje de Trump a Florida es su participación en el retiro anual del Partido Republicano, programado del lunes 27 al miércoles 29 de enero. The Palm Beach Post detalló que el evento, liderado por el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, tiene como objetivo trazar una estrategia legislativa unificada.

El presidente Trump arribando aEl presidente Trump arribando a Miami durante la noche del 25 de enero. (REUTERS/Leah Millis)

Entre los temas prioritarios se encuentran las políticas de inmigración, el impulso a la producción de energía nacional y una ambiciosa reforma fiscal. Johnson señaló a Politico, citado por The Palm Beach Post, que su intención es consolidar un “plan maestro” para avanzar estas iniciativas en el Congreso, a pesar de la ajustada mayoría republicana en la Cámara.

Qué es el “Trump National Doral”

El Trump National Doral, donde se celebra el evento, es un lujoso resort que ha sido sede de varias reuniones del Partido Republicano en el pasado. The Palm Beach Post recordó que en 2018 el complejo albergó una conferencia republicana por un costo de $630,000 y en 2019 el Comité Nacional Republicano realizó allí su reunión de invierno. Además, en 2020 la administración Trump intentó organizar la cumbre del G7 en el resort, aunque la decisión fue revertida tras críticas de diversos sectores políticos.

Para muchos legisladores republicanos, la reunión en Doral representa una oportunidad clave para definir el rumbo del partido en los primeros meses del nuevo gobierno. Según The Palm Beach Post, además de Trump y Johnson, asistirán figuras destacadas como el congresista Carlos Giménez, de Florida. Se espera que el evento incluya sesiones privadas de trabajo, paneles de discusión y momentos de interacción con el expresidente, quien expondrá su visión sobre la agenda legislativa.

El Trump National Doral Miami es uno de los complejos más exclusivos de Florida y una de las propiedades más emblemáticas de la Organización Trump. Ubicado en la ciudad de Doral, en el condado de Miami-Dade, el resort es reconocido por su lujo, sus campos de golf de nivel profesional y su papel como sede de eventos políticos y corporativos.

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Alexander Lukashenko desafió las críticas de Occidente a las elecciones en Bielorrusia: “Me da absolutamente lo mismo”

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El dictador, en el poder desde 1994, es el único candidato en unos comicios calificados por la UE de “farsa antidemocrática”. Además, justificó su apoyo a Rusia en la invasión a Ucrania: “No me arrepiento de nada”

El dictador bielorruso, Alexandr Lukashenko, afirmó este domingo que le es indiferente si los países occidentales reconocen o no las elecciones presidenciales en las que busca su séptimo mandato consecutivo. Los comicios de este domingo han sido calificados por la Unión Europea (UE) como una “farsa antidemocrática”, pero Lukashenko insiste en que lo único que importa es el respaldo de los bielorrusos.

“Las reconozcan o no las reconozcan en la Unión Europea, es cuestión de gustos. Créanme, a mí me da absolutamente lo mismo. Lo importante es que las elecciones sean reconocidas por los bielorrusos”, declaró Lukashenko a la prensa después de votar en un colegio electoral de Minsk. El mandatario, que gobierna el país desde 1994, aseguró que la última palabra la tiene el pueblo bielorruso, independientemente de las críticas internacionales.

Las declaraciones de Lukashenko llegan en un contexto de creciente aislamiento internacional. La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, calificó la probable reelección de Lukashenko como una “flagrante afrenta a la democracia” y afirmó que el líder bielorruso carece de “ninguna legitimidad”. Por su parte, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, expresó su apoyo al pueblo bielorruso y aseguró que “la dictadura terminará”.

La alianza con Putin: “No me arrepiento de nada”

El mandatario bielorruso es conocidoEl mandatario bielorruso es conocido como “el último dictador de Europa” (REUTERS/Evgenia Novozhenina)

Lukashenko, de 70 años, también abordó las tensiones con Occidente, asegurando que Bielorrusia siempre ha estado dispuesta al diálogo, pero que son los países occidentales los que se han negado a cooperar. “Nosotros siempre estamos dispuestos, pero ustedes (los occidentales) no lo quieren. Entonces, ¿qué tenemos que hacer? ¿Inclinar la cabeza o arrastrarnos?”, cuestionó.

El mandatario bielorruso, conocido como “el último dictador de Europa”, también se refirió a las relaciones con Estados Unidos tras la investidura de Donald Trump. Lukashenko afirmó que, con Trump en el poder, los problemas los tendrá Europa y no Bielorrusia. “Con la llegada de Trump, Bielorrusia no tendrá problemas, es Europa la que sí tendrá. Y ya han empezado”, dijo, refiriéndose a las tensiones entre Washington y Bruselas.

En cuanto a la guerra en Ucrania, Lukashenko aseguró que este año se vislumbrará una “luz al final del túnel”, aunque advirtió que no se trata del fin del conflicto. Sin embargo, su papel en la invasión rusa de Ucrania en 2022 sigue siendo cuestionado.

Preguntado por la AFP si se arrepentía de haber permitido a Rusia utilizar territorio bielorruso para lanzar su ofensiva, Lukashenko respondió con firmeza: “No me arrepiento de nada”.

Vladimir Putin y Lukashenko. ElVladimir Putin y Lukashenko. El dictador bielorruso es el aliado más incondicional del presiente ruso (Sputnik/Grigory Sysoyev/REUTERS)

Advertencias a los opositores

Dentro de Bielorrusia, Lukashenko enfrenta un creciente descontento tras las protestas masivas de 2020, que fueron reprimidas con mano dura. Este domingo, el mandatario advirtió a quienes participaron en aquellas manifestaciones que deben arrepentirse si no quieren tener problemas para encontrar empleo.

“Les daremos una oportunidad si dicen que se equivocaron”, afirmó Lukashenko, reconociendo que a muchos opositores se les ha prohibido acceder a puestos de trabajo. “No perseguiremos a todos, pero los vemos”, añadió, en una clara advertencia a quienes desafían su régimen.

La líder opositora bielorrusa SvetlanaLa líder opositora bielorrusa Svetlana Tikhanovskaya (REUTERS/Thilo Schmuelgen)

Las elecciones de este domingo han estado marcadas por la falta de competencia real. Lukashenko, que se presenta como candidato único, cuenta con un respaldo del 82,5% según los sondeos oficiales. Cerca de siete millones de bielorrusos están llamados a las urnas, y casi tres millones ya votaron por adelantado desde el martes.

Críticas internacionales

La comunidad internacional ha sido unánime en su condena a los comicios. El Parlamento Europeo adoptó una resolución el miércoles en la que instaba a la UE y a la comunidad internacional a no reconocer la legitimidad de Lukashenko. La Comisión Europea (CE) calificó las elecciones como “antidemocráticas” y una “farsa”.

Por su parte, la líder opositora bielorrusa en el exilio, Svetlana Tikhanovskaya, también calificó las elecciones como una “farsa” y calificó a Lukashenko como “un criminal que usurpó el poder”.

A pesar de las críticas, Lukashenko parece decidido a mantenerse en el poder. Con el respaldo de Moscú y un control férreo sobre el aparato estatal, el mandatario bielorruso ha logrado silenciar a la oposición interna y consolidar su régimen. Sin embargo, el costo de su gobierno autoritario sigue siendo alto: aislamiento internacional, sanciones económicas y un creciente malestar entre la población.

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