La familia había alquilado una casa para pasar unos días de descanso, pero vivió una dramática situación con los perros de los dueños.
Una familia se fue de vacaciones a Brasil pero quedaron atrapados dentro de la pileta de la casa que alquilaron por un insólito motivo. En la propiedad vivían dos perros que estaban encerrados y se liberaron mientras ellos estaban en el agua, lo que les impidió salir por un largo rato por temor a ser atacados.
Desde el balcón del primer piso de la vivienda, un familiar registró el momento de desesperación. El clip fue difundido en redes sociales y rápidamente captó la atención de millones de usuarios. “Gracias a Dios no terminó en tragedia”, dijo el joven.
Según contó, los perros estaban encerrados en una jaula, pero cuando entraron a la pileta se soltaron e intentaron atacarlos. En la filmación se observa a cinco integrantes de la familia en el centro de la piscina, abrazados, mientras en el borde, a cada lado, estaban las mascotas de gran tamaño raza rottweiler intentando acercarse a ellos.
Uno de los hombres que quedó atrapado en el agua le daba indicaciones al resto de los familiares que se encontraban dentro de la casa.Les sugería abrir una puerta para que los animales se alejen de la pileta y así poder salir de la pileta sin correr riesgos.
El video fue difundido en TikTok por @leososa97, quien sugirió a modo de “consejo del día” que “no alquilen una casa con perros en Brasil”. Hasta el momento, recopiló más de 13 millones de visualizaciones y más de 700 mil likes.
Los usuarios reaccionaron al clip y dejaron sus mensajes en la publicación: “¿Pero cómo vas a alquilar una casa con perros?”, “los perritos lograron que esa familia estén más unidas que nunca”, “necesito saber como salieron de la pileta”, “son perros no leones”, fueron algunos de los comentarios.
La grasa intermuscular aumenta significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas graves, independientemente del peso corporal. Cómo prevenir complicaciones.
Las motas de grasa, conocidas como pequeñas acumulaciones visibles de grasa entre las fibras musculares, son muy apreciadas en cortes de carne de lujo, como el Wagyu, ya que aportan textura y sabor. Sin embargo, en el cuerpo humano, estas mismas acumulaciones pueden convertirse en un enemigo silencioso para la salud. Según una investigación liderada por la Facultad de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Women’s de Boston, Estados Unidos, la grasa intermuscular incrementa significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas graves, incluso en personas con peso corporal saludable.
La investigación y sus hallazgos
El estudio analizó a 669 pacientes evaluados por dolor en el pecho o dificultad para respirar en el Hospital Brigham and Women’s. Ninguno de ellos presentaba evidencia de enfermedad coronaria obstructiva, una condición caracterizada por el bloqueo parcial de las arterias que irrigan el corazón. Mediante tomografías computarizadas, los científicos midieron la composición corporal, identificando la cantidad y distribución de grasa y músculo en las secciones del torso. Paralelamente, se realizaron pruebas para evaluar la función cardíaca y su relación con estas variables.
Los resultados mostraron que cada aumento del 1% en la proporción de grasa almacenada en los músculos se asociaba con un incremento del 7% en el riesgo de enfermedades cardíacas graves, como ataques cardíacos o insuficiencia cardíaca. Además, este tipo de grasa también estaba vinculado con un aumento del 2% en el riesgo de disfunción microvascular coronaria (DMC), una afección de los pequeños vasos sanguíneos del corazón.
No toda la grasa es igual
Uno de los hallazgos más importantes fue que la grasa subcutánea, almacenada debajo de la piel, no mostró una relación significativa con el riesgo de enfermedades cardíacas. En contraste, la grasa intermuscular parece influir negativamente en la inflamación y la resistencia a la insulina, lo que a su vez daña los vasos sanguíneos, incluidos aquellos que irrigan el corazón, y al propio músculo cardíaco.
La profesora Viviany Taqueti, directora del laboratorio de estrés cardíaco del Hospital Brigham and Women’s, explicó que estas agresiones crónicas aumentan el riesgo de insuficiencia cardíaca, hospitalización e incluso muerte por enfermedad cardiovascular. Según el especialista, “la grasa intermuscular se puede encontrar en la mayoría de los músculos del cuerpo, pero su cantidad varía ampliamente entre personas, y es un factor que no debe pasarse por alto en los análisis de salud”.
“Saber que la grasa intermuscular aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca nos da otra forma de identificar a las personas que corren un alto riesgo, independientemente de su índice de masa corporal”. Taqueti reconoce que aún no se sabe cómo reducir el riesgo en las personas con músculos grasos.
“Por ejemplo, no sabemos cómo los tratamientos como las nuevas terapias para perder peso afectan la grasa en los músculos en relación con la grasa en otras partes del cuerpo, el tejido magro y, en última instancia, el corazón”, añadió.
Dijo que los hallazgos, publicados en el European Heart Journal, podrían ser “particularmente importantes” para los estudios en curso que analizan el impacto de los medicamentos para bajar de peso en la salud del corazón.
Una advertencia para la prevención
Los expertos destacaron que la acumulación de grasa intermuscular está asociada a estilos de vida poco saludables, como la inactividad física y dietas desequilibradas. Por otro lado, las personas con mayores cantidades de masa muscular magra demostraron tener un menor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, resaltando la importancia del ejercicio regular y una dieta equilibrada para mantener una composición corporal saludable.
Según la Asociación Estadounidense del Corazón, los principales factores de riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares incluyen hipertensión, colesterol elevado, obesidad, tabaquismo e inactividad física. Abordar estos factores puede ser clave para prevenir enfermedades cardiovasculares.
En conclusión, mientras que las motas de grasa pueden ser un sello de calidad en cortes de carne, su acumulación en los músculos humanos representa un riesgo que no debe subestimarse. Mantener un cuerpo saludable con suficiente masa muscular magra y controlar los niveles de grasa intermuscular son medidas fundamentales para proteger el corazón.
La denuncia fue presentada por un ciudadano de 47 años, quien relató que su hija de 11 años había sido acosada por el individuo en las calles del barrio Provincias Unidas, en Resistencia.
Según el relato de la víctima, este domingo, un hombre, quien trabajaría de enfermero, la agarró del brazo estando por las calles del barrio y la intentó abusar, pero ella logró safarse. Lejos de amedrentarse, el individuo comenzó a masturbarse en plena vía pública hasta que fue descubierto por una vecina y se dio a la fuga.
Ante la denuncia, los efectivos se dirigieron al lugar donde el sujeto habría cometido el acto, para iniciar una investigación para dar con el presunto autor del hecho.
Tras realizar averiguaciones e investigaciones a traves de las cámaras de seguridad, lograron localizar el domicilio del sospechoso. Es por eso que, se desplegó un operativo de vigilancia hasta que el hombre fue finalmente identificado y detenido.
El sujeto fue trasladado a la Comisaría Undécima, donde el fiscal de turno ordenó su aprehensión por la causa de «Supuesta Exhibición Obscena».
Algunos ruidos agudos generan reacciones intensas e inmediatas, como tensión muscular o la necesidad de taparse los oídos. Un artículo de National Geographic analizó cómo estos estímulos están vinculados a respuestas cerebrales heredadas de los primeros humanos
Los sonidos estridentes tienen un poder inusual sobre el ser humano. Un simple chirrido, como el de un tenedor rascando un plato o una tiza rozando una pizarra, puede desencadenar una reacción instantánea: escalofríos que recorren el cuerpo, una mueca de incomodidad o el impulso de taparse los oídos.
Este fenómeno, conocido como dentera, es tan común que prácticamente todas las personas lo experimentaron alguna vez. Sin embargo, detrás de esta respuesta aparentemente trivial, se esconde una explicación profundamente ligada a la evolución humana.
La dentera no solo es una reacción instintiva; tiene raíces en el modo en que nuestros ancestros sobrevivieron en un entorno lleno de peligros. Diversos estudios demostraron que ciertos sonidos agudos, especialmente aquellos que oscilan entre los 2.000 y 4.000 Hz, activan respuestas emocionales intensas en el cerebro. Este rango no es accidental: coincide con la máxima sensibilidad del oído humano, una característica clave que marcó la diferencia entre la vida y la muerte en el pasado.
¿Por qué esos sonidos nos resultan insoportables?
La explicación detrás de la dentera comienza en el canal auditivo humano. La anatomía del oído está diseñada para amplificar sonidos en un rango de frecuencias que eran vitales para nuestros ancestros. Por ejemplo, el grito de un congénere en peligro o el chillido de un animal capturado podía ser una advertencia crucial ante la presencia de depredadores cercanos. Esta capacidad para detectar y reaccionar rápidamente a estímulos sonoros se convirtió en una ventaja evolutiva.
Estos sonidos no solo eran una alerta: activaban una región específica del cerebro llamada amígdala, que regula las emociones y las respuestas de lucha o huida. Aunque los sonidos de tiza o metal no representan un peligro real en el presente, el cerebro humano continúa procesándolos como si lo fueran.
La amígdala cerebral, encargada de gestionar emociones, reacciona a ciertos sonidos como si representaran una amenaza real (Imagen Ilustrativa Infobae)
La sensibilidad auditiva y sus diferencias
Aunque la dentera es un fenómeno ampliamente compartido, no todas las personas lo experimentan con la misma intensidad. La sensibilidad a estos sonidos varía, y la biología tiene un papel importante en ello. Pequeñas diferencias anatómicas en la estructura del oído pueden hacer que algunas personas amplifiquen más los sonidos en el rango crítico, aumentando su incomodidad.
Por otro lado, la experiencia individual y las asociaciones culturales también influyen. Según el artículo publicado en National Geographic, algunas reacciones pueden ser aprendidas desde la infancia. Por ejemplo, en el entorno escolar, el ruido de la tiza sobre la pizarra podría asociarse al estrés de las clases, reforzando la incomodidad ante este tipo de sonidos.
El chirrido de un tenedor o el roce de una tiza generan escalofríos debido a la sensibilidad auditiva (Crédito: Freepik)
Más allá de los sonidos: un fenómeno multisensorial
Aunque el ruido suele ser el principal desencadenante de la dentera, este fenómeno no se limita al ámbito auditivo. También puede surgir ante ciertas sensaciones físicas, como tocar texturas ásperas o incluso imaginar situaciones desagradables. Sin embargo, es en los estímulos auditivos donde la dentera alcanza su máxima expresión, dado que estos tienen una conexión directa con las respuestas emocionales del cerebro.
El artículo de National Geographic también señaló que, algunas personas describen estos sonidos como si “perforaran la mente”, lo que subraya el nivel de impacto que pueden generar en las percepciones y emociones humanas. Este tipo de reacciones sugiere que la dentera está profundamente integrada en nuestros mecanismos de supervivencia.
Factores culturales y sociales
Además de las bases biológicas, la percepción de la dentera está moldeada por factores sociales y culturales. Desde una edad temprana, las personas tienden a observar cómo reaccionan otros ante ciertos estímulos y a imitar estas respuestas. Este fenómeno refuerza la idea de que algunos sonidos son intrínsecamente desagradables, aunque no representen una amenaza objetiva.
A lo largo de la vida, estas asociaciones se fortalecen. Ver a alguien estremecerse ante el chirrido de una pizarra o un tenedor rascando un plato contribuye a perpetuar la idea de que estos sonidos deben evitarse, incluso si no se entiende plenamente su impacto en el sistema nervioso.
Según National Geographic, entender el origen evolutivo de la dentera no solo ilumina un aspecto curioso de la experiencia humana, sino que también invita a reflexionar sobre cómo los vestigios de la historia biológica persisten en el presente. Aunque estos sonidos ya no representan un riesgo, su capacidad para generar incomodidad es un recordatorio de los mecanismos profundos que alguna vez garantizaron la supervivencia del ser humano.