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Bienestar

Un experto en biología molecular explicó por qué el tiempo parece pasar mucho más rápidamente en la adultez

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La falta de nuevas experiencias después de los 40 años hace que el tiempo parezca ir más de prisa.

Algunas veces recordamos con una gran sonrisa las tardes de juego que disfrutábamos con nuestros amigos durante la infancia y el tiempo se dilataba para avanzar muy lentamente. También en las largas jornadas de colegio cuando el reloj parecía haberse parado. Pero eso no ocurre cuando llegamos a la etapa adulta. De hecho, es como si el transcurrir de los días se hubiera acelerado, las horas se nos vinieran encima, cada vez más rápido y no nos diera tiempo a nada.

Esto no tiene nada que ver con que el tiempo, como señalaba Albert Einstein, sea relativo. La percepción sobre el paso de las horas y de los días, meses y años, difiere con el devenir de los cumpleaños. Mucho más pausada en la infancia y adolescencia y mucho más vertiginosa, como si volara, cuando se es adulto. Pero no hay que preocuparse porque el tiempo siempre fue e irá a la misma velocidad. Es sólo una sensación asociada a la edad y hay una razón científica para explicarlo.

Las diferentes etapas

Hashem Al-Ghaili, experto en Biología Molecular y comunicador científico, explica que “el tiempo parece ir más deprisa según envejecemos porque nuestros cerebros y nuestras vidas, se convierten en más rutinarios”, por lo cual explicó lo que ocurre en cada etapa que atravesamos.

  • Infancia y adolescencia: un mundo nuevo por descubrir. Los días que disfrutábamos en la infancia y adolescencia nunca eran iguales. Siempre pasaban cosas más o menos inesperadas, se acumulaban nuevas experiencias, por lo que acababan resultando muy diferentes. Con el transcurrir de los años, había nuevos colegios, nuevas amistades, nuevos amores y desamores, todo estaba por ser descubierto. Hashem Al-Ghaili señala que durante la adolescencia, los cambios rápidos creaban una sensación de novedad y ralentizaban nuestra percepción sobre el tiempo.
  • Edad adulta: nada nuevo bajo el sol. Alcanzada la etapa adulta y, sobre todo, la mediana edad, no hay lugar para tantas sorpresas y, a veces, es como si siempre se estuviera viviendo el mismo día o el mismo mes y año. Mismo trabajo, mismas amistades y un largo etcétera de “mismos”. Tal es así que, al contrario de lo que ocurre durante la infancia o adolescencia, nos cuesta mucho identificar cuándo acometimos una acción que, por tantas veces realizada, se volvió rutinaria.

La clave es romper con la rutina

El especialista dice que hay que recordar que el tiempo sigue viajando a la misma velocidad y que lo que sentimos es sólo una percepción del cerebro que, según dijo, en la adolescencia tiene una gran adaptabilidad y elasticidad, absorbiendo nuevas experiencias con las que impregnará nuestro desarrollo. Esto crea la sensación de que el tiempo se mueve muy despacio, pues todos los días traen algo nuevo. Pero en la edad adulta nuestras vidas tienden a asentarse en patrones consistentes. Las nuevas experiencias son mucho más infrecuentes. Eso hace que el tiempo parezca volar.

Los cerebros de los adolescentes, más aún los de los niños, están por llenar. No tanto así los de los adultos y esto es muy importante, dado que la acumulación de recuerdos y experiencias también condiciona y mucho, la percepción del tiempo. Según envejecemos, indica Hashem Al-Ghaili, albergamos una vasta colección de eventos o sucesos de referencia, lo que hace que los eventos recientes parezcan relativamente insignificantes y que el tiempo parezca comprimido.

Hacer nuevas actividades y tener nuevos amigos es bueno para romper la rutina. (Foto: Adobe Stock)
Hacer nuevas actividades y tener nuevos amigos es bueno para romper la rutina. (Foto: Adobe Stock)

Por eso recomienda romper con la rutina. Esa sensación de que el tiempo se aceleró se puede revertir: hay que volver a ser un niño, hacer que, en la medida de lo posible, todos los días sean diferentes. Romper con la rutina, por ejemplo, cambiando continuamente las rutas por las que paseamos o probando nuevos platos o tratando de hacer nuevos amigos. Igualmente, tenemos que prestar más atención al presente.

También es muy importante, concluye Hashem Al-Ghaili, apreciar la estabilidad que te ofrece ser un adulto. No tener que padecer las cascadas de emociones, en muchas ocasiones desmedidas, que se viven en la adolescencia por la falta de experiencia vital. De hecho, según demostró la Universidad del Ruhr en Bochum, Alemania, la satisfacción con la vida crece gradualmente una vez se dejó atrás esta temprana etapa dominada por las hormonas.

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Bienestar

Qué es la basorexia, cómo identificarla y cuáles son sus causas

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Hablar con seres queridos, el autoconocimiento y el autocuidado son estrategias que pueden ayudar a gestionar mejor las emociones que podrían generarla.

La basorexia se define como la obsesión o deseo por besar a alguien, pero es un término que genera muchas dudas, ya que hay quienes se preguntan si se trata de una parafilia, es decir, un patrón sexual poco común que puede causar un daño significativo en la vida de una persona. Esta condición no debe confundirse con el deseo saludable de mostrar afecto, sino que involucra una necesidad compulsiva de besar a otras personas en exceso, incluso cuando no es apropiado o necesario.

Como cualquier trastorno de comportamiento, la basorexia tiene implicaciones en la salud emocional y social de quienes la padecen y su tratamiento requiere atención profesional. Según la psicóloga clínica española María José González, las personas que padecen basorexia a menudo tienen historia de inseguridad emocional, baja autoestima o problemas de apego.

Besarse produce placer en la pareja siempre y cuando ambos estén de acuerdo. (Foto: Adobe Stock)
Besarse produce placer en la pareja siempre y cuando ambos estén de acuerdo. (Foto: Adobe Stock)

“El beso, en este caso, se convierte en una forma de validación o consuelo emocional”, explica González, que añade que el trastorno podría estar vinculado a factores neurobiológicos, como desequilibrios químicos en el cerebro que afectan el control de los impulsos.

Un estudio realizado por la Universidad de Stanford, publicado en la Journal of Social and Personal Relationships, sugiere que los trastornos del apego temprano en la infancia pueden contribuir al desarrollo de comportamientos compulsivos en la adultez. En algunos casos, la basorexia también está relacionada con otros trastornos psicológicos como la adicción al amor o los trastornos obsesivo-compulsivos (TOC).

Cómo identificar la basorexia

La basorexia es un trastorno difícil de identificar en sus primeras etapas, ya que muchas personas con esta condición no son conscientes de su obsesión. Sin embargo, existen señales claras que pueden alertar a familiares y amigos. Las personas afectadas por la basorexia tienden a besar a otras personas de forma repetida, incluso en situaciones inapropiadas o incómodas.

También pueden sentir una ansiedad intensa si no pueden besar a alguien durante un tiempo prolongado. Según la American Psychological Association (APA), la basorexia puede interferir significativamente en la vida diaria de quienes la padecen. Esto incluye dificultades para mantener relaciones interpersonales saludables, problemas laborales o sociales y, en algunos casos, aislamiento debido al miedo al rechazo o al juicio por sus conductas.

Es importante mencionar que la basorexia no es reconocida formalmente como un trastorno mental en el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), aunque los expertos en salud mental continúan investigando sobre su naturaleza e implicaciones. Los profesionales sugieren que las personas que experimenten síntomas de basorexia busquen tratamiento especializado para explorar las causas subyacentes y aprender a manejar sus impulsos.

Cómo se puede tratar la basorexia

El deseo de besar es algo normal, pero si consideramos que aumentó y afecta nuestra calidad de vida, hay ciertas estrategias que se pueden poner en práctica para recuperar el bienestar:

  • Practicar el autoconocimiento. Es el entendimiento que tiene la persona sobre ella misma. No solo se trata de sus gustos, sino también de ser consciente de las emociones y sentimientos que experimenta. Esto es muy útil en el caso de la basorexia, ya que puede ayudarnos a identificar las emociones y motivaciones detrás de ella. Una estrategia sencilla para desarrollar el autoconocimiento es escribir un diario, en donde plasmemos nuestro sentir. Al leerlo, podremos ver con mayor claridad nuestras emociones y gestionarlas de una mejor manera.
  • Fomentar el autocuidado. Es probable que la palabra autocuidado suene solo a alimentación saludable o a medidas de higiene, pero también incluye el cuidado emocional de nosotros mismos, en el que debemos trabajar para gestionar la basorexia. Esto nos permitirá identificar y buscar maneras de hacerle frente. Algunas estrategias de autocuidado emocional son las prácticas de atención plena, como la respiración consciente o el mindfulness, puesto que contribuyen a regular las emociones y promover el bienestar.
  • Fortalecer las relaciones interpersonales. Trabajar en la comunicación y el fortalecimiento de nuestros vínculos afectivos puede ayudarnos a canalizar los deseos de intimidad y conexión de manera más efectiva. En particular, es de gran importancia que hablemos con nuestra pareja sobre el tema y esté al tanto de nuestro sentir, porque así evitaremos malentendidos que pudieran surgir por este comportamiento. De igual manera, podríamos probar distintas acciones con la pareja: por ejemplo, tomarla de la mano o abrazarla cuando surge el deseo podría ayudar a controlar la ansiedad que se tiene por besar.
  • Buscar apoyo terapéutico. Si el deseo por besar a alguien nos genera una ansiedad o preocupación significativa, es momento de buscar ayuda profesional. Con su guía, abordaremos las fuentes que podrían estar trayendo este fenómeno. La terapia cognitiva conductual es una buena opción terapéutica en estos casos. En ella identificas lo que te genera la basorexia y cambias esos pensamientos negativos asociados por otros positivos.

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Bienestar

Cerveza vs. vino: cuál de las dos bebidas alcohólicas es menos perjudicial para la salud, según la ciencia

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El consumo de alcohol está desaconsejado y ningún patrón dietético que lo incorpore puede considerarse saludable, pero los expertos aclaran si es mejor tomarnos una copa de vino o una jarra de cerveza.

Es bien sabido que cualquier cantidad de alcohol que tomemos, por más ínfima que sea, ya supone un riesgo para la salud. La ciencia confirmó en varias ocasiones que es indispensable evitar o limitar al máximo el consumo de bebidas alcohólicas si lo que queremos es potenciar la longevidad y vivir más años en mejores condiciones.

No obstante, beber alcohol sigue siendo un hábito muy extendido por lo que también existe interés por determinar qué tipo de bebida es menos perjudicial para la salud. En este sentido, una investigación a cargo de expertos de la Universidad de Tulane (Estados Unidos), concluye que los bebedores de cerveza tienen dietas de menor calidad, son menos activos y tienen más probabilidades de fumar cigarrillos que las personas que beben vino, licor o una combinación de ambos.

El vino tinto es uno de los elegidos para acompañar ciertas comidas.(Foto: Adobe Stock)
El vino tinto es uno de los elegidos para acompañar ciertas comidas.(Foto: Adobe Stock)

El trabajo, que se presentó en The Liver Meeting, evento organizado por la Asociación Americana para el Estudio de las Enfermedades Hepáticas, dejó en claro que no hay dieta saludable si existe la presencia del alcohol, pero dentro de lo malo hay un tipo de bebida que es menos recomendable.

“El consumo excesivo de alcohol es la principal causa de cirrosis en Estados Unidos y la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica está aumentando rápidamente”, afirma Madeline Novack, especialista en medicina interna de la Facultad de Medicina de Tulane y autora principal del estudio, quien añadió que ambos tipos de enfermedad hepática suelen coexistir y los cambios en el estilo de vida son vitales para controlar y prevenir estas afecciones, empezando por comprender el vínculo entre el consumo de alcohol y la mala alimentación.

No hay dieta buena con alcohol

Los investigadores compararon la calidad de la dieta de las personas que sólo consumen cerveza (38,9%), sólo vino (21,8%), sólo licores (18,2%) o una combinación de tipos de alcohol (21%), midiendo los hábitos alimentarios autodeclarados con el Índice de Alimentación Saludable, una herramienta estandarizada validada basada en directrices dietéticas.

Ninguno de los grupos consumidores de alcohol se acercó a la puntuación de 80 puntos (sobre 100) que se considera una dieta adecuada en el Índice de Alimentación Sana, pero los bebedores de cerveza obtuvieron la puntuación más baja, 49 puntos. Los bebedores de vino obtuvieron una puntuación de 55 y tanto los bebedores de sólo licor como los de combinados obtuvieron casi 53 puntos.

La cerveza es consumida por muchos jóvenes. (Foto: Adobe Stock)
La cerveza es consumida por muchos jóvenes. (Foto: Adobe Stock)

Quienes consumían sólo cerveza, que tenían más probabilidades de ser varones, más jóvenes, fumadores y con bajos ingresos, también declararon la ingesta calórica diaria total más alta, ajustada al peso corporal y el nivel más bajo de actividad física. Estudios anteriores descubrieron que la calidad de la dieta disminuye con el aumento del consumo de alcohol de cualquier tipo, pero se había profundizado poco sobre la influencia del tipo específico de bebida alcohólica.

Novack señaló que las diferencias en la calidad de la dieta entre los bebedores podrían atribuirse al contexto en el que se consumen conjuntamente alimentos y alcohol. La cerveza suele elegirse en entornos en los que los alimentos disponibles tienden a ser pobres en fibra y ricos en carbohidratos y carnes procesadas. En cambio, el vino -sobre todo el tinto- suele acompañar comidas completas con carne, verduras y lácteos.

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Bienestar

Qué enfermedades puede ayudar a prevenir el brócoli, según los especialistas

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Es una verdura muy nutritiva que destaca por su contenido en vitamina C. Además, es fuente de potasio, por lo que contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos.

El brócoli es un ícono de la comida saludable y existen distintas formas de cocinarlo para hacerlo más que apetecible. Al ser uno de los elegidos para una alimentación sana, nunca está de más recordar los beneficios que esta verdura ofrece.

También llamado brécol, se trata de una planta de la familia de las brasicáceas, antes denominadas crucíferas. A esta, pertenecen otras hortalizas como el rábano, el coliflor o los repollitos de Bruselas. Desde la Fundación Española de Nutrición (FEN), señalan que el brócoli tiene una gran importancia desde el punto de vista nutricional, ya que contiene una elevada cantidad de fibra, minerales y vitaminas.

El brócoli es uno de los alimentos recomendados desde la infancia. (Foto: Adobe Stock)
El brócoli es uno de los alimentos recomendados desde la infancia. (Foto: Adobe Stock)

Además, indican que el brócoli es una buena fuente de vitamina C y folatos, que son nutrientes del complejo de la vitamina B, hasta el punto de que una porción de 200 gramos aporta casi el doble de las ingestas recomendadas de vitamina C y la cuarta parte de las ingestas recomendadas de folatos para un hombre y una mujer de 20 a 39 años con actividad física moderada. Por otra parte, es fuente de potasio, contribuyendo al funcionamiento normal del sistema nervioso y de los músculos.

Más allá de su aporte en nutrientes, el brócoli se destaca por la presencia de sustancias fitoquímicas bioactivas que contienen azufre, lo que le confiere propiedades antimicrobianas e insecticidas, además de ser responsable de su fuerte olor al cocerlo.

El brócoli y las enfermedades

Comer regularmente brócoli se asoció a beneficios en algunas enfermedades y sus biomarcadores. Según una revisión de la Academia Española de Nutrición y Dietética, la relación entre el consumo de esta hortaliza y su potencial impacto en la disminución del desarrollo de cánceres fue la más evaluada.

En este sentido, los estudios epidemiológicos asociaron las dietas ricas en hortalizas crucíferas con un menor riesgo de varios tipos de tumores como el de pulmón, el gastrointestinal, el gástrico, el de páncreas, el colorrectal, el de vejiga, el de riñón, el de ovario, el de mama y el de próstata. Pero los nutricionistas advierten que se requieren más estudios de casos que analicen el beneficio del consumo de brócoli en estos tipos de cáncer.

“Es posible que el colorrectal sea el tipo de cáncer que más se vería afectado por el efecto protector del consumo de brócoli, aunque se requiere de más estudios de cohortes que verifiquen esta asociación”, expresaron.

El brócoli, al igual que el resto de crucíferas, tiene un compuesto fitoquímico llamado sulforafano que es clave para regular positivamente los genes asociados a la producción de proteínas antioxidantes, que se encargan de neutralizar el daño oxidativo. El sulforafano, administrado a partir de extractos de brócoli, mostró un efecto inhibidor del daño inducido por la radiación ultravioleta y la progresión del cáncer de piel.

Otros beneficios del consumo de brócoli

  • Fuente de hierro contra la anemia. Su alto contenido en hierro, en clorofila y ácido fólico lo hace un alimento muy recomendable para personas con anemia ferropénica.
  • En la menopausia. También es aconsejable su consumo pues contiene fitoestrógenos, con acción antiestrogénica similar a la de la soja, que permite paliar los síntomas de la menopausia.
  • Depura el organismo. El hígado resulta asimismo beneficiado de las propiedades de esta verdura. El brócoli ejerce una acción hepática compleja y se utilizó como estimulante de la llamada “depuración” interna del organismo. Un papel importante de esta depuración se realiza a través del hígado, verdadero receptor de todos los productos del metabolismo corporal.
  • Poder antiage. Se afirma que el brócoli es rico en vitamina A, conocida como la vitamina de la belleza por su efecto sobre la piel. Funciona como un antioxidante natural, neutralizando los radicales libres y previniendo el envejecimiento prematuro del cuerpo.

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