Es uno de esos juicios que traspasan fronteras y construyen historia. El megaproceso contra Dominique Pelicot por violaciones masivas bajo sumisión química contra su esposa Gisele, llega este jueves a su fin en Francia con uno de los fallos más esperados de los últimos años.
El tribunal de Aviñón, en el sudeste del país, será el encargado de dictar las sentencias para Pelicot y sus 50 cómplices. Los acusados enfrentan condenas de entre 4 a 20 años de prisión, la pena máxima prevista por las leyes nacionales.
Gisele Pelicot, hoy de 72 años y convertida en un símbolo del feminismo internacional, fue drogada durante una década por su esposo para que la violara no solo su propio marido, sino también decenas de hombres contactados en una página de citas. Cada uno de estos abusos fue grabado. Incluso, uno de los hombres, Jean-Pierre Maréchal, imitó ese accionar con su propia pareja.
El caso se convirtió en noticia internacional no solo por los aberrantes delitos juzgados en la causa. También por la valentía de la víctima y su lucha durante el juicio. Después de casi tres meses y medio de testimonios y alegatos, Gisele Pelicot es hoy un símbolo mundial.
Su imagen, con su pelo corto y su flequillo inconfundible, se desparramó en grafitis y afiches en paredes de todo el mundo.
“Que la vergüenza cambie de bando”
La mujer sorprendió al mundo entero. En una decisión valiente, Gisele Pelicot pidió que el juicio fuera público. Quería, según sus propias palabras, que “la vergüenza cambie de bando”.
“Ella permitió que este juicio exista y, con suerte, que deje huellas en la historia. De víctima anónima, se ha convertido en un ícono, portadora de un mensaje político universal”, resumió el periodista francés David Courbet, que cubrió el caso para la AFP.
Desde el primer día, el 2 de septiembre, se presentó en los tribunales de Aviñón a cara descubierta y soportó en forma estoica cada uno de los testimonios de sus abusadores. Incluso, el de su propio marido, del que ya se divorció.
Al principio se preservó su nombre. Pero con el correr de los días, por un acuerdo con la familia, sus abogados y la prensa, su identidad fue revelada. El horror se conoció enseguida.
Su pareja de toda la vida y padre de sus hijos fue su victimario. A lo largo de una década, entre 2011 y 2020, la drogó, la violó e invitó a decenas de hombres a los que contactó en una aplicación ya cerrada para que abusaran de ella mientras estaba inconsciente. Pero no se quedó ahí. Filmó cada uno de esos abusos y los subió a un archivo en su computadora personal.
Dominique Pelicot, también de 72 años, aceptó en el juicio toda su responsabilidad. Dijo que su fantasía era “someter a una mujer insumisa”. Durante su testimonio ante el tribunal, frente a una estoica Gisele que lo enfrentó en todo momento, dijo que iba a morir solo como un perro. ”Hice cosas repugnantes”, admitió.
Incluso su hija, Caroline Darian, declaró que sospechaba que su propio padre había abusado de ella. Su progenitor lo negó, pero en su computadora la policía halló fotos de ella dormida. “Nunca te he hecho nada, jamás”, dijo el acusado en su declaración ante el juzgado.
Martín Aranguren, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de París (CNRS, afiliado al Centre de recherche sur les inégalités sociales de Sciences Po), dijo a TN que “coexisten al menos dos lecturas complementarias de los hechos”.
“Una es la lectura psiquiátrica, resumida en la analogía entre Dominique Pélicot y el honorable Dr Jekyll, que es también el horrible Mister Hyde – y otro tanto se puede decir de los otros implicados y de sus peculiares gustos, motivaciones y prácticas”, afirmó.
Según dijo, “la otra lectura es la crítica anti-machista o feminista, resumida en la declaración de la misma Gisèle Pélicot de que su marido y sus secuaces de ocasión la trataban como a una muñeca de trapo. En esta segunda óptica se denuncia la persistencia de una cultura de género en donde la mujer aparece como un objeto a disposición del hombre, lo cual termina banalizando la violación”, prosiguió.
“La primera lectura se centra en características de los individuos, la segunda en aspectos del entorno cultural. Las dos son válidas y complementarias, pero hoy no podemos saber cuál dejará la marca más profunda en las conciencias o en qué conciencias”, aseguró Aranguren.
Quiénes son los demás acusados
Hay otros 50 acusados en este megaproceso, algunos juzgados en ausencia. Son todos hombres, entre 27 a 74 años. Hay desempleados, camioneros, periodistas, bomberos, ingenieros y electricistas. Muchos de ellos asistieron al tribunal con gorras y capuchas para ocultar su identidad.
Según el diario Le Parisien, entre ellos hubo disculpas, desmentidos, arrepentimientos y promesas. Pero también hubo muchas excusas.
Los jueces darán a conocer este jueves, o más tardar el viernes, su fallo. La pena mínima solicitada por la fiscalía es de cuatro años para un hombre que está acusado de agresión sexual. El resto enfrenta condenas de entre 10 a 20 años por violación agravada.
Los cómplices de Dominique Pelicot intentaron defenderse con las mismas justificaciones. En distintos testimonios ante el tribunal, dijeron que no sabían que la mujer, en estado inconsciente, no había dado su consentimiento para mantener una relación sexual. Incluso, algunos afirmaron que creyeron que se trataba de una “fantasía” de la pareja.
Los abusos ocurrieron primero en la región de París y, desde 2013, en el pequeño pueblo de Mazan, cerca de Aviñon, donde los Pelicot se mudaron tras jubilarse.
El caso estalló de casualidad. En 2020, la policía detuvo al principal acusado cuando grababa a mujeres debajo de sus polleras en un supermercado, intentando pasar desapercibido. Terminó en la comisaría. En un registro posterior en su domicilio, hallaron las decenas de videos con las violaciones.
El caso finalmente dio la vuelta al mundo.