Lejos de ser una práctica peligrosa, es una técnica que nos ayuda a vivir nuestra vida de una forma mucho más plena.
A diario suelen ser escasos los momentos que dedicamos a descansar, relajarnos y liberar nuestra mente de las imágenes que terminan agobiándonos y desgastándonos. Cuando hablamos de fortalecer nuestros pensamientos, la respiración es fundamental y hay una nueva técnica que puede ayudar a conectarnos con nuestro interior.
Así lo indicó el psicólogo español Bernardo Peña, que señaló que el rebirthing tiene como objetivo que quien lo practica tome conciencia de todo lo que nos ocurre por dentro. Para ello, se entrena el pensamiento y se busca lograr una respiración conectada con nuestra energía.
Adicionalmente, el rebirthing busca mantener un equilibrio entre el cuerpo, la mente y toda la energía que naturalmente fluye en nosotros. Se conoce como rebirthing cualquier trabajo de respiración que se realice de manera consciente. Esta técnica se caracteriza por no tener pausas durante el proceso de respiración, optando por un trabajo cíclico y fluido, lo que permite oxigenar todo el organismo y relajarse.
Las tres bases de esta técnica son:
El tiempo que se le dedica al rebirthing se debe basar en realizar ejercicios sostenidos.
Debe predominar una respiración suave y profunda. Todo este trabajo de respiración se debe hacer conscientemente.
Se deben dejar fluir todos los pensamientos sin oponer ningún tipo de resistencia.
Cómo ayuda el rebirthing a equilibrarnos emocionalmente
La práctica de rebirthing es sumamente apreciada como técnica de crecimiento personal, ya que nos ayuda a equilibrar nuestro estado de ánimo y relajarnos. Todo por medio de una respiración fluida y consciente. Además, el rebirthing fomenta el pensamiento creativo de manera consciente.
Por medio del ejercicio de respiración pausada, se da paso a que todos esos pensamientos y recuerdos, que normalmente nos abaten de forma consciente o inconsciente, fluyan en un espacio de autoconocimiento. Todos estos pensamientos comenzarán a brotar sin barreras. Así, nos darán una sensación única de liberación que invadirá instantáneamente todo nuestro cuerpo y contribuirá al equilibrio de la mente, cuerpo y energía.
Cada pensamiento que viene a nuestra mente durante el día influye de amplia forma en nuestro estado físico, mental, e incluso en nuestra respiración. Por este motivo, el trabajo consciente de una respiración pausada te permite fortalecer todos tus pensamientos.
Ventajas del rebirthing
La práctica del rebirthing trae múltiples ventajas que ayudarán a conseguir un óptimo equilibrio emocional:
Permite mejorar la calidad de nuestra respiración. Por ende, otorga mayor calidad a nuestros pensamientos para, finalmente, impactar positivamente en nuestra calidad de vida.
Sin importar si ocurrieron hace poco tiempo o si forman parte de nuestra infancia, esta técnica permite minimizar el impacto emocional de acontecimientos traumáticos para nosotros.
Es una experiencia revitalizante, donde nos conectamos de forma consciente con nuestro poder. Esto nos permite crear un equilibrio entre mente y cuerpo.
Una sesión de rebirthing puede durar el tiempo que consideremos que podemos dedicarle diariamente, entre 15 minutos a una hora.
Los resultados de la práctica serán una experiencia curadora y profunda con la que nos conectaremos con nuestro yo interior.
El rebirthing nos permite conocer nuestra esencia vital creadora y nos ayuda a tomar el control de nuestra vida.
Tenemos la posibilidad de llevarla a cabo en cualquier momento del día y compartir sus beneficios con seres queridos, familiares y amigos.
En muchos países, se ha declarado una epidemia de soledad. Las diez señales que pueden indicar que un adolescente se está aislando.
Los adolescentes se alarman cuando pasan horas solos y la interacción online no parece mejorar su estado de ánimo. Así lo revela un estudio publicado en Royal Society Open Science y realizado en la Universidad de Cambridge.
En el experimento, 40 jóvenes de entre 16 y 19 años fueron evaluados antes y después de unas horas de aislamiento con y sin sus smartphones. Los científicos descubrieron que los períodos de aislamiento, incluso cuando a los participantes se les permitía usar teléfonos, conducían a una mayor respuesta de alerta, como si los jóvenes sintieran la presencia de peligro.
Los autores del estudio sugieren que el aislamiento y la soledad pueden provocar un estado mental de excesiva “vigilancia”, en definitiva pueden ponernos en alerta como si existiera una amenaza inminente con posibles efectos negativos en la salud mental de los adolescentes con el tiempo.
Según los investigadores, el aislamiento social podría contribuir al aumento de los trastornos de ansiedad entre los jóvenes, caracterizados por respuestas de miedo persistentes y amplificadas.
“Sin duda, como padre o madre puedes hacer mucho para ayudar a tus hijos adolescentes a evitar el aislamiento social. Una de las iniciativas más importantes es asegurarte de que tengan muchas oportunidades de socializar. Esto puede incluir anotarlos en actividades extraescolares: deportes, música, trabajo voluntario u otras. También, animarlos a hacer amigos entre sus compañeros de clase o simplemente dedicarles tiempo de calidad y estar con ellos en familia”, sugiere Mercedes Cimas, psicóloga clínica española con más de 15 años de experiencia y especialista en terapia indirecta para adolescentes.
En muchos países, se ha declarado una epidemia de soledad, por lo que los investigadores quisieron “inducir” la soledad en los adolescentes para estudiar sus efectos mediante una serie de pruebas.
Diez señales que pueden indicar que un adolescente se está aislando
Falta de interés en actividades sociales
Cambios en los patrones de sueño
Cambios en el apetito
Reducción de la comunicación
Aumento del tiempo online: pueden pasar más tiempo online, especialmente en las redes sociales y los videojuegos.
Cambios en el comportamiento escolar, como la falta de participación en clase o la disminución de las notas.
Cambios en la apariencia persona, como dejar de ducharse o lavarse el pelo.
Dificultad para expresar emociones, lo que puede llevar a una mayor sensación de soledad.
Pérdida de energía y motivación
Cambios en el estado de ánimo, como sentirse tristes o deprimidos con más frecuencia.
Ante el dilema de cuál es la mejor opción para endulzar preparaciones e infusiones, las opiniones están divididas. Las alternativas no son tan simples y cada una tiene sus propios beneficios y riesgos. Qué opinan los expertos
Cada día, nos enfrentamos a la misma pregunta: ¿azúcar o edulcorante? En un mundo donde las opciones para endulzar nuestras comidas y bebidas parecen ser infinitas, el debate entre elegir azúcar o edulcorantes continúa siendo relevante.
Mientras el azúcar es el ingrediente tradicional que se encuentra en casi todos los alimentos procesados, los edulcorantes, tanto naturales como artificiales, prometen ser una alternativa más saludable (en cantidades moderadas, y si no se supera la dosis diaria recomendada), especialmente para aquellos que buscan reducir su ingesta calórica o controlar el azúcar en sangre.
Sin embargo, ¿realmente son los edulcorantes una opción más saludable que el azúcar? O, por el contrario, ¿sería mejor optar por el azúcar en su forma más natural y evitar los productos artificiales? A continuación, las diferencias, ventajas y desventajas de cada opción para tomar decisiones más informadas sobre la dieta.
Azúcar o edulcorante: ¿Cuál es más sano?
Los edulcorantes artificiales, como el aspartamo y la sucralosa, ofrecen dulzor sin calorías, pero los estudios sugieren posibles riesgos para la salud a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae)
La principal diferencia entre el azúcar y los edulcorantes radica en su composición y su impacto sobre la salud. El azúcar es un carbohidrato simple que, al ser digerido, se descompone en glucosa, lo que incrementa los niveles de azúcar en sangre. Esto puede ser un problema, especialmente para personas con diabetes o aquellas que buscan controlar su peso.
Por otro lado, los edulcorantes, como la stevia o el aspartamo, proporcionan el sabor dulce sin añadir calorías o sin afectar los niveles de glucosa de manera significativa.
Sin embargo, los beneficios de los edulcorantes no están exentos de controversia. A pesar de ser una opción sin calorías, algunos estudios sugirieron que su consumo podría estar relacionado con efectos adversos a largo plazo, como cambios en el apetito y en la percepción del sabor, lo que podría llevar a un aumento en el consumo de alimentos dulces y, eventualmente, a un aumento de peso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que el uso de edulcorantes artificiales como medio para controlar el peso no muestra beneficios a largo plazo.
En diálogo con Infobae tras la divulgación de las nuevas directrices de la OMS el año pasado, el médico nutricionista Alberto Cormillot (MN 24.518) consideró: “Lo que se comprobó es que el uso de edulcorantes no mejoraría la obesidad, la resistencia a la insulina ni la diabetes, pero no hay demostración científica de que hagan mal”.
El exceso de azúcar y las enfermedades
Por otro lado, el azúcar, aunque es una fuente natural de energía, tiene un impacto negativo en la salud cuando se consume en exceso y su ingesta en altas cantidades aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades.
El consumo elevado de azúcar está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
La clave está en la cantidad: el consumo excesivo de azúcar puede ser perjudicial para la salud, mientras que el consumo moderado de edulcorantes, dentro de los límites establecidos, podría ser una alternativa más segura.
¿Qué tipo de azúcar es más saludable?
El azúcar mascabo, al ser menos procesado, conserva trazas de minerales, pero su aporte calórico y efectos en el azúcar en sangre son similares al del azúcar blanco (Freepik)
No todos los azúcares son iguales. Aunque todos los tipos de azúcar aportan calorías, existen variaciones que tienen un impacto diferente en la salud. El azúcar refinado, comúnmente utilizado en productos procesados y bebidas azucaradas, tiene un alto índice glucémico, lo que significa que provoca un aumento rápido de los niveles de glucosa en sangre. Esto, a largo plazo, puede contribuir al desarrollo de resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
Por el contrario, el azúcar de caña sin refinar, como el azúcar mascabo, retiene una mayor cantidad de nutrientes debido a su menor procesamiento. Este tipo de azúcar contiene minerales como el hierro, calcio y magnesio, aunque en cantidades pequeñas. Aunque se presenta como una opción más “natural”, el azúcar mascabo sigue siendo, esencialmente, un azúcar y debe consumirse con moderación. Otros endulzantes naturales como la miel y el jarabe de arce también pueden ser opciones más saludables que el azúcar refinado, aunque, nuevamente, deben consumirse con precaución debido a su alto contenido calórico.
¿Qué dice la OMS sobre el edulcorante?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconseja el uso de edulcorantes para controlar el peso, ya que no ofrecen beneficios significativos a largo plazo (Imagen Ilustrativa Infobae)
La OMS realizó varias investigaciones sobre los edulcorantes artificiales y sus efectos en la salud, especialmente en relación con el control del peso y la prevención de enfermedades. En su último informe, la organización desaconsejó el uso de edulcorantes como método para controlar el peso, afirmando que no proporcionan beneficios a largo plazo en la reducción de peso ni en la mejora de la salud cardiovascular.
Además, estudios recientes sugieren que el consumo de edulcorantes podría estar vinculado a un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón.
La OMS también destacó que aunque estos productos son generalmente considerados seguros cuando se consumen dentro de los límites establecidos, no se realizaron suficientes estudios a largo plazo sobre los efectos de los edulcorantes en la salud humana. Por lo tanto, la recomendación es limitar su consumo y optar por un enfoque más equilibrado que incluya la reducción general de la ingesta de azúcares y calorías.
Consultada sobre la postura de la OMS cuando en 2023 emitió el informe sobre edulcorantes, la doctora Mónica Katz, ex presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición y directora de los cursos de posgrado sobre Obesidad en la Universidad Favaloro, señaló a Infobae que en un contexto ideal, las personas deberían consumir bebidas e infusiones amargas, y desacostumbrarse al dulzor excesivo, pero eso, lamentablemente, no ocurre en la vida real.
Según Katz, el principal obstáculo radica en que la mayoría no renuncia a este sabor, lo que complica las recomendaciones. “Si las personas pudieran consumir agua, té o café amargos, el problema estaría resuelto. Sin embargo, dado que muchos tienen una preferencia innata e inmutable por lo dulce, en el caso de pacientes diabéticos es preferible que recurran a edulcorantes no calóricos. En cambio, para quienes buscan perder peso o padecen enfermedades cardiovasculares que requieren una reducción de azúcar, se podría combinar: una cantidad moderada de azúcar, el resto con edulcorantes y, si es posible, algunas bebidas o comidas amargas, en esa combinación”.
¿Cómo reemplazar el azúcar en tu dieta?
La stevia, un edulcorante natural derivado de una planta, no eleva los niveles de glucosa en sangre y es apto para personas con diabetes (Imagen Ilustrativa Infobae)
Reemplazar el azúcar no tiene que ser una tarea difícil, pero es importante hacerlo de manera gradual y consciente. Una opción sencilla es utilizar edulcorantes naturales como la stevia, que no aumenta los niveles de glucosa en sangre, o el eritritol, un alcohol de azúcar que también tiene un impacto mínimo en los niveles de azúcar en sangre.
Ambos edulcorantes se encuentran en productos naturales y no aportan calorías, lo que los convierte en opciones atractivas para quienes buscan controlar su peso o tienen diabetes.
Si prefieres evitar los edulcorantes artificiales, también puedes optar por opciones más naturales y menos procesadas, como el jarabe de arce o la miel, aunque es importante tener en cuenta que estos edulcorantes siguen siendo calóricos. Una alternativa interesante es incorporar frutas frescas a tu dieta, ya que su contenido de azúcar es natural y viene acompañado de fibra, lo que ayuda a moderar el impacto sobre el azúcar en sangre.
La clave para reemplazar el azúcar radica en reducir su consumo progresivamente, mientras se aumenta el consumo de alimentos frescos y naturales que no requieran un exceso de endulzantes.
¿La miel es más sana que el azúcar y el edulcorante?
La miel contiene antioxidantes y pequeñas cantidades de vitaminas y minerales, pero sigue siendo alta en calorías y debe consumirse con moderación (Imagen Ilustrativa Infobae)
La miel fue utilizada como edulcorante desde tiempos antiguos y a menudo se presenta como una alternativa más saludable al azúcar refinado. Contiene antioxidantes, vitaminas y minerales que el azúcar refinado no tiene. Sin embargo, la miel sigue siendo una fuente concentrada de azúcar y, por lo tanto, debe consumirse con moderación.
Aunque la miel es más natural que el azúcar refinado, no se debe considerar como una opción libre de calorías. De hecho, la miel tiene más calorías por cucharada que el azúcar común, lo que significa que, si se consume en exceso, puede tener un efecto similar sobre el peso y los niveles de glucosa en sangre. En cuanto a los edulcorantes, la miel podría considerarse una opción más saludable que los productos artificiales, pero al igual que el azúcar, debe ser utilizada con precaución, especialmente por personas con diabetes o problemas de peso.
En resumen, aunque la miel tiene ciertos beneficios nutricionales sobre el azúcar refinado y los edulcorantes artificiales, no es una panacea para los problemas relacionados con el consumo de azúcar. Su inclusión en la dieta debe ser controlada, como ocurre con cualquier otro edulcorante.
Con esta información, podemos entender mejor las distintas opciones que tenemos a la hora de endulzar nuestros alimentos. Ya sea el azúcar, los edulcorantes o la miel, lo fundamental es conocer los efectos que cada uno tiene sobre nuestra salud y adoptar un enfoque equilibrado que promueva un bienestar duradero.
Un estudio de la Universidad de Stanford ratificó que algunas partes del cuerpo envejecen más rápidamente. Esto afecta la probabilidad de desarrollar patologías específicas y, en consecuencia, la esperanza de vida
Recientemente, los científicos de la Universidad de Stanford comenzaron a preguntarse por qué ratones de laboratorio idénticos, criados con el mismo ADN y en condiciones idénticas, terminaron siendo tan diferentes en su vejez.
Algunos ratones podían aprobar pruebas cognitivas y correr de un lado a otro en sus ruedas para correr. Otros olvidaban tareas simples y cojeaban de un lugar a otro. Genéticamente, seguían siendo indistinguibles, pero sus años crepusculares difícilmente podrían haber sido más distintos.
Los intentos de los científicos por desentrañar lo que estaba sucediendo dentro de estos ratones están redefiniendo nuestra forma de pensar sobre el envejecimiento. Ha abierto una nueva área de investigación sobre lo que los científicos llaman “envejecimiento de los órganos”, que analiza cómo diferentes partes de nuestro cuerpo parecen comenzar a envejecer antes que otras, lo que afecta las enfermedades que desarrollamos y cuánto tiempo vivimos.
La investigación sugiere que el envejecimiento no es estrictamente temporal, no solo se trata de minutos y años que pasan. El envejecimiento, que en el pasado se consideraba un declive constante y predecible que afectaba a todo nuestro cuerpo, en todas partes y a la vez, es mucho más aleatorio de lo que pensábamos, pues comienza en distintas partes de nuestro cuerpo en momentos diferentes, posiblemente mucho antes de que siquiera pensemos en él.
Estilo de vida puede impactar el envejecimiento de nuestros órganos (Imagen ilustrativa Infobae)
También es personal, ya que se produce a un nivel molecular único dentro de cada uno de nosotros y el proceso puede estar parcialmente bajo nuestro control. Una vez que sepamos cómo envejecen nuestros propios órganos, podremos frenar o acelerar ese proceso con nuestro estilo de vida.
Mediante el uso de biología molecular avanzada, genética y big data para analizar muestras de sangre de personas, los científicos pueden determinar que algunos de nosotros somos “envejecidos del corazón”, es decir, que nuestros corazones parecen mucho más viejos que el resto de nuestro cuerpo, o somos “envejecidos del cerebro”, con un cerebro relativamente viejo en nuestro cráneo, o si tenemos suerte, podemos ser “rejuvenecidos del cerebro”, con un cerebro relativamente más joven que cualquier otro órgano que poseamos. O podríamos ser “envejecidos de los músculos” o “rejuvenecidos del hígado”. Casi cualquier órgano puede ser el primero en mostrar signos de envejecimiento extremo.
Las consecuencias para nuestra salud son considerables. En uno de los estudios humanos más amplios hasta la fecha sobre el envejecimiento de los órganos, los científicos de Stanford descubrieron que las personas con un corazón más viejo tienen muchas más probabilidades de desarrollar insuficiencia cardíaca que otras personas, mientras que las personas con un cerebro más joven tienen un 80 por ciento menos de probabilidades de desarrollar demencia en años posteriores que las personas con cerebros promedio o viejos.
Los resultados subrayan “lo complicado que es el envejecimiento”, dijo Hamilton Se-Hwee Oh, un investigador postdoctoral que dirigió el estudio mientras estaba en Stanford. También representan una de las primeras y potencialmente más prácticas conclusiones de la ciencia más amplia y a menudo muy publicitada del envejecimiento humano.
El uso de relojes biológicos promete desafiar nuestro entendimiento del envejecimiento (Freepik)
La nueva forma de pensar sobre la edad biológica
El envejecimiento es mucho más errático de lo que muchos de nosotros podríamos esperar. “Se pueden tomar animales que son genéticamente idénticos, que se crían en las mismas jaulas con la misma comida y el mismo manejo, todo en ellos es exactamente igual, pero muestran diferentes cambios moleculares con la edad y diferente deterioro funcional y enfermedades en diferentes momentos”, dijo Tony Wyss-Coray, director de la Iniciativa Phil y Penny Knight para la Resiliencia Cerebral en la Universidad de Stanford y autor principal del reciente estudio de Stanford sobre el envejecimiento de los órganos.
Lo que separa a los animales parece ser su edad biológica, un concepto en el centro de la investigación sobre el envejecimiento de los órganos. Todos tenemos, por supuesto, una edad cronológica, según nuestra fecha de nacimiento. Y los científicos durante años han estado refinando la definición de una edad biológica separada, que marca lo bien que funcionan nuestros cuerpos. Nuestra edad biológica puede ser mayor o menor que nuestra edad de nacimiento.
“Todos conocemos personas de 50 años que no aparentan esa edad, para bien o para mal”, dijo Thomas Rando, biólogo molecular y director del Broad Stem Cell Research Center de la Universidad de California en Los Ángeles, que estudia el envejecimiento y la longevidad. Es probable que la edad biológica de esas personas sea diferente a sus años calendario.
En la última década, los científicos han comenzado a aprovechar el poder del aprendizaje automático y la nueva biotecnología compleja para crear “relojes” diseñados para estimar la edad biológica. Estos relojes se basan en el análisis de muestras de sangre y otros tejidos de miles de personas y animales de todas las edades.
Científicos descubren patrones moleculares que revelan la edad real de los órganos (Freepik)
Al analizar estas muestras, los científicos se han enfocado en las similitudes por edad, centrándose en patrones específicos de actividad genética o niveles moleculares que se observan comúnmente a ciertas edades. Estos patrones pueden usarse luego como biomarcadores de la edad biológica.
Por ejemplo, si la actividad genética de una persona de 40 años coincide con la observada en la mayoría de las otras personas de esa misma edad, esa persona tendría biológicamente 40 años. Pero si sus patrones genéticos se asemejan más a los de una persona típica de 30 o 50 años, se consideraría que biológicamente no está alineada con su edad de nacimiento.
En la actualidad, existen decenas de pruebas caseras que prometen estimar la edad biológica a partir de un frotis bucal u otra muestra, pero ninguna ha sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos. Los precios ascienden a 500 dólares y a muchos científicos les preocupa que dependan de interpretaciones muy simplificadas y poco fiables de los algoritmos del reloj de envejecimiento que los científicos desarrollaron originalmente.
“Me he hecho bastantes” pruebas de venta libre, dijo Nir Barzilai, director del Instituto de Investigación del Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York. “Me mostraron que tengo entre 20 años menos y tres años más” que mi edad real de 68 años.
Pero una preocupación más profunda y más difícil de resolver es que las pruebas caseras de edad biológica ofrecen una única estimación de cómo envejece todo el cuerpo. Cada vez está más claro que el envejecimiento no funciona así.
Alguien que sabe que es un anciano cardíaco, por ejemplo, debería considerar la posibilidad de hacerse pruebas más frecuentes y cambios en la dieta y el ejercicio, como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados (Imagen Ilustrativa Infobae)
Envejecimiento rápido o lento
Uno de los primeros estudios importantes sobre el envejecimiento de los órganos apareció en 2020 en la revista Nature, en el que Wyss-Coray y otros investigadores rastrearon la actividad genética y otros cambios celulares en 17 órganos de ratones de laboratorio de todas las edades. Los resultados mostraron que algunos de los órganos de los roedores envejecían más rápido o más lento, de un ratón a otro, de un órgano a otro e incluso de una célula a otra dentro del mismo órgano.
Ese hallazgo reforzó la creciente sensación entre los científicos de que “el envejecimiento no es lineal”, dijo Wyss-Coray. Ese estudio con ratones y otros también insinuaron que la secuencia del envejecimiento de los órganos podría afectar la salud de por vida, y que los órganos que envejecen rápidamente influyen en el riesgo de enfermedades posteriores, y también que el envejecimiento podría, de alguna manera, ser “contagioso”, ya que los órganos que envejecen antes liberan sustancias bioquímicas que impulsan el envejecimiento en otras partes del cuerpo.
Pero, por supuesto, los ratones no somos nosotros, por lo que el siguiente paso obvio fue repetir el estudio con ratones en personas y ver si los resultados serían similares. Sin embargo, había obstáculos. No es posible obtener muestras de tejido de ciertos órganos, como el cerebro, en personas vivas. Por eso, Wyss-Coray y sus colegas tuvieron que idear un enfoque diferente al que habían utilizado con ratones.
Para un estudio que aparece en la portada de Nature en 2023, se decidieron por las proteínas, “los componentes básicos de la vida”, dijo Wyss-Coray. Creadas en las células durante la expresión genética y liberadas constantemente en el torrente sanguíneo, decenas de miles de proteínas recorren nuestro cuerpo todo el tiempo. Pero algunas son exclusivas de órganos específicos. Ciertos genes en las células del hígado, por ejemplo, producen proteínas que solo pueden provenir del hígado. Lo mismo ocurre con los genes de las neuronas y las células pulmonares, etc. Investigaciones anteriores habían categorizado estas proteínas específicas de órganos, algunas de las cuales ya se utilizan para comprobar la salud de las personas durante los análisis de sangre estándar.
Los investigadores analizan proteínas sanguíneas para determinar la edad biológica de órganos
Con esos datos, los científicos recopilaron registros de bases de datos de salud existentes que incluían muestras de sangre de unos 5.700 hombres y mujeres de diversas edades. Utilizando los datos, elaborados modelos de aprendizaje automático crearon firmas moleculares relacionadas con la edad para cada uno de los 11 órganos: el corazón, los pulmones, las arterias, el cerebro, la grasa, el sistema inmunológico, los intestinos, los riñones, el hígado, los músculos y el páncreas.
En ese momento, los científicos pudieron distinguir el hígado prototípico de una persona de 40 años del de una persona de 50 años por los patrones de proteínas en sus torrentes sanguíneos. También pudieron identificar brechas entre las firmas de edad de los órganos de las personas y sus edades cronológicas reales.
Y resultó que los órganos de muchas personas eran relativamente viejos. Alrededor del 20 por ciento de los casi 5.700 hombres y mujeres albergaban al menos un órgano que era significativamente más viejo que su edad de nacimiento, según sus proteínas plasmáticas. Estos órganos afectados diferían de una persona a otra, creando lo que los científicos llamaron un “ageotipo”. Las personas cuyos corazones eran extremadamente viejos, en comparación con sus otros órganos, eran personas con envejecimiento cardíaco, mientras que aquellas con tejido graso envejecido eran personas con envejecimiento obeso.
Tal vez lo más significativo es que cada órgano envejecido se asoció con riesgos sustancialmente elevados de enfermedades relacionadas. Las personas con envejecimiento cardíaco, ya fueran de mediana edad o mayores, tenían hasta un 250 por ciento más de probabilidades de desarrollar insuficiencia cardíaca en los años posteriores que otras personas, y las personas con envejecimiento muscular tenían un mayor riesgo de problemas de marcha y, bueno, ya se entiende la idea.
La investigación destaca el inicio temprano y desigual del envejecimiento orgánico (Imagen ilustrativa Infobae)
Los beneficios de un cerebro joven
Pero un grupo de aproximadamente 5.700 participantes del estudio, aunque más grande que en muchos estudios biológicos, era demasiado pequeño para que los investigadores profundizaran en la existencia o los efectos de los órganos jóvenes.
Así, para el estudio más reciente, publicado en junio, la mayoría de los mismos científicos recurrieron al inmenso tesoro de datos del Biobanco del Reino Unido, reuniendo sangre y registros de salud de unos 44.530 hombres y mujeres de entre 40 y 70 años cuando se unieron al biobanco. Los investigadores analizaron la sangre en busca de proteínas que envejecen en los órganos, compararon las edades biológicas de los mismos 11 órganos con las edades reales de las personas y también comprobaron si había enfermedades o muertes entre las personas durante la próxima década aproximadamente. (El estudio está en la etapa de preimpresión, lo que significa que no ha sido completamente revisado por pares, pero los autores esperan que la revisión por pares y la publicación se completen pronto).
Las asociaciones resultaron incluso más fuertes en este grupo más grande. Alrededor del 33 por ciento de los hombres y mujeres albergaban al menos un órgano que estaba “extremadamente” envejecido, en comparación con sus edades reales. Otro 26 por ciento tenía dos o más órganos extremadamente envejecidos y algunos hasta ocho.
Los investigadores también encontraron nuevamente vínculos entre las edades de los órganos y las enfermedades y también la esperanza de vida. Las personas con un corazón envejecido corrían el riesgo de insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular. En el caso de los ancianos, el envejecimiento pulmonar se tradujo en enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y en el caso de los ancianos, en enfermedad hepática crónica.
Los científicos de la Universidad de Stanford comenzaron a preguntarse por qué ratones de laboratorio idénticos, criados con el mismo ADN y en condiciones idénticas, terminaron siendo tan diferentes en su vejez (Imagen Ilustrativa Infobae)
Pero los efectos del envejecimiento cerebral fueron los más sorprendentes. Las personas con cerebros extremadamente viejos tenían 3,4 veces más probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que el resto, mientras que, por otro lado, aquellos con cerebros relativamente jóvenes tenían un 81 por ciento menos de riesgo de padecer Alzheimer que las personas con cerebros de la misma edad que ellos.
Los beneficios de un cerebro joven también se extendieron a la longevidad, ya que los cerebros más jóvenes generalmente sobreviven a los cerebros más viejos. De hecho, un cerebro viejo fue, de todos los órganos, “el que más predice la mortalidad”, escribieron los autores del estudio, “lo que sugiere que el cerebro puede ser un regulador central de la esperanza de vida en las personas”.
El cambio en la edad de nuestros órganos
Sin embargo, quizás el hallazgo más importante del nuevo estudio fue que la edad de los órganos “parece ser maleable”, dijo Oh.
Cuando él y otros científicos compararon la edad de los órganos de las personas con sus estilos de vida en el nuevo estudio, descubrieron que quienes fumaban, bebían o comían carnes procesadas con frecuencia eran propensos a un envejecimiento acelerado de los órganos, mientras que quienes hacían ejercicio regularmente o comían pescado graso tenían muchas más probabilidades de tener órganos jóvenes.
Curiosamente, tomar estrógeno también afectó notablemente el envejecimiento de los órganos en las mujeres menopáusicas, descubrieron los investigadores. Las mujeres que habían usado estrógenos complementarios terminaron con sistemas inmunológicos, hígados y arterias relativamente jóvenes, en comparación con las que no lo habían hecho.
«El envejecimiento no es lineal», afirma Wyss-Coray en un estudio revolucionario (Imagen Ilustrativa Infobae)
No está claro por qué y cómo la dieta, el ejercicio, las hormonas u otros estilos de vida y opciones médicas afectan el envejecimiento de los órganos, dijo Oh. De hecho, sigue siendo imposible determinar con precisión por qué nuestros órganos envejecen a ritmos diferentes. Puede ser la genética, el estilo de vida, la suerte o todo o nada de eso.
Aun así, conocer nuestro ageotipo podría ayudar a orientar algunas de nuestras decisiones de salud, dijo Oh. Alguien que sabe que es un anciano cardíaco, por ejemplo, incluso sin síntomas actuales, probablemente debería considerar la posibilidad de hacerse pruebas cardíacas más frecuentes y cambios en la dieta y el ejercicio, como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y caminar al menos 30 minutos al día, mientras que a un anciano muscular se le podría recomendar que comenzara a hacer pesas, que se sabe que fortalece la salud muscular a nivel celular.
La investigación sobre el envejecimiento de los órganos “es realmente interesante, porque sugiere que podría ser posible dar más granularidad a cómo una persona envejece en diferentes sistemas”, dijo Morgan Levine, investigadora principal de Altos Lab en San Diego, que es ampliamente considerada como una de las expertas mundiales en relojes para el envejecimiento biológico. Ella no participó en la nueva investigación.
Los análisis de sangre para diagnosticar el ageotipo podrían estar en el horizonte, aunque todavía pueden pasar años antes de que sean validados por la FDA y estén disponibles como parte de las pruebas de salud estándar, dijo Oh. “Siempre necesitamos más estudios”. (Las pruebas de consumo no validadas podrían llegar mucho antes, dijo, pero podrían no ser confiables).
La investigación sugiere novedosas percepciones sobre el envejecimiento humano. Se reevalúan antiguas creencias sobre el proceso de envejecimiento orgánico individual (Imagen Ilustrativa Infobae)
La esperanza es que estas pruebas muestren cuál de las partes de nuestro cuerpo (nuestro corazón, cerebro, riñones, piel, grasa, intestinos u otra cosa) está envejeciendo más rápido y qué podemos hacer al respecto, si es que podemos hacer algo.
La idea de que podríamos ser capaces de cambiar la forma en que envejecemos “es lo realmente emocionante” de esta investigación, dijo Oh.
*Por Gretchen Reynolds (c) 2024 , The Washington Post