Varios estudios de la neurociencia han comprobado cómo el contacto con el agua y su entorno puede disminuir el estrés, aumentar las hormonas de la felicidad y mantenernos saludables. La opinión de los expertos sobre los beneficios de esta mágica conexión con la naturaleza
La mente azul describe un estado meditativo producido por el contacto con el agua (Imagen Ilustrativa Infobae)
En etapas de la vida con mucho estrés, sobrecarga de trabajo y preocupaciones solo pensar en el mar suele traer un alivio. Visualizar sus olas azules, su espuma brillante y blanca, el sonido arrullador, el aroma a sal, el agua que nos invade y la arena tibia en los pies parece traer consigo inmediatas sensaciones de paz y calma.
¿Por qué los humanos asociamos los espejos de agua con el bienestar?
Wallace J. Nichols fue un biólogo marino que dedicó su vida al estudio del efecto del mar en los humanos y bautizó con el nombre de “Blue Mind”, (mente azul en español)aun estado meditativo caracterizado por la calma, paz, unidad, felicidad y satisfacción que nos inspira el agua y sus elementos asociados, desde su color hasta las sensaciones que nos produce interactuar con ella.
¿Qué es la mente azul? La doctora Alejandra Gómez, médica psicoanalista, psiquiatra, coordinadora del Departamento de Psicosis de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y magister en Psiconeurofarmacología, explicó a Infobae que el término “blue mind” deviene de investigaciones desde la vertiente neurobiológica.
La dopamina y la serotonina, activadas en entornos acuáticos, generan placer y relajación – (Imagen Ilustrativa Infobae)
“Wallace J. Nichols, investigador de neurobiología norteamericano planteó, a partir de sus estudios, el efecto de relajación y de potenciales beneficios en la disminución del estrés y su correlato orgánico (enfermedades de múltiples y singulares expresiones) de los espacios asociados a la contemplación del mar (y espejos azules) y del contacto con el medio acuático”, describió la doctora.
En su bestseller, “Blue Mind: La sorprendente ciencia que demuestra cómo estar cerca, dentro, sobre o bajo el agua puede hacerte más feliz, más saludable, más conectado y mejor en lo que hacés” (2014), Nichols reunió 25 años de investigaciones en colaboración con los expertos más prestigiosos del mundo en torno a esta especial relación.
Desde tiempos inmemoriales, los humanos hemos comprobado que el contacto con el agua tiene un impacto positivo a nivel físico y emocional. También nuestra composición biológica es principalmente agua. “El cuerpo humano es un 70% agua y depende de esta para sobrevivir. Cuando la ves o la escuchas, tu cerebro recibe la señal de que estás en el lugar adecuado”, señaló el científico en su libro.
Adoptar un deporte relacionado con el agua, planificar paseos junto al agua y vacacionar en zonas marítimas son algunas de las actividades que nos pueden brindar calma y bienestar (Imagen ilustrativa Infobae)
Y agregó: “El agua calma todo el ruido y te conecta con tus propios pensamientos y tu sentido de ser. Cuando te sumerges en el agua hay un cambio en tu conciencia, en la química de tu cerebro, que puede llevar a nuevas ideas y pensamientos creativos”.
También se explica la atracción que sentimos por el agua del mar, ríos o lagos con el concepto de biofilia. Este término fue popularizado por el biólogo Edward Wilson, y plantea que esta conexión es el resultado de millones de años de evolución cerca de ríos, lagos y océanos, crearon una necesidad emocional profunda de estar en contacto estrecho y constante con el resto de los seres vivos, ya sean plantas o animales, ríos u océanos.
A lo largo de sus años de investigación, el doctor Nichols exploró las historias de personas cuyas vidas se han beneficiado gracias a su relación con el agua.
Las actividades cercanas al agua tienen un impacto positivo a nivel físico y emocional (Imagen ilustrativa Infobae)
Por ejemplo, citó en su libro que en los Estados Unidos, ex veteranos del ejército se han lanzado al agua como surfistas, lo que los ayudó a aliviar la ansiedad, la depresión y el trastorno de estrés postraumático. Otras actividades relacionadas como pescar, nadar, remar y simplemente caminar alrededor de un lago, también se utilizan como prácticas terapéuticas.
La doctora Gómez explicó: “Nichols plantea una oposición entre ‘mente azul’, relajada y ‘mente roja’ (con multiplicidad de estímulos perceptivos) que en nuestra vida contemporánea podemos asociarla con los estímulos de redes, celulares, y el ‘multitasking’, todos generadores de agotamiento mental, porque obstaculizan el tiempo para la introspección, la asociación de ideas, la conexión con lo emocional y el pensamiento”.
Y señaló: “Este ‘agotamiento mental’ puede tener múltiples y singulares manifestaciones clínicas, desde expresiones psicológicas como angustia, ansiedad, depresión hasta las somatosis como múltiples enfermedades corporales”. Bien vale prevenir todas estas afecciones acercándose a disfrutar del poder curativo del agua.
Los estudios sobre los efectos del océano
La conexión del ser humano con el agua se remonta a tiempos inmemoriales (Imagen Ilustrativa Infobae)
Desde el punto de vista de la Neurociencia, Nichols sostuvo que los entornos acuáticos -mediante el sonido de las olas, el contacto con el agua y sus paisajes- activan la producción de la dopamina, la serotonina y la oxitocina, hormonas que integran el famoso “Cuarteto de la felicidad”, asociadas con el placer, la relajación y la calma.
Una investigación, incluida en el libro de Nichols y realizada por la Universidad de Michigan, analizó la correlación entre los habitantes que podían ver el mar desde su casa en Wellington (Nueva Zelanda) y los registros de salud del país. Según reveló el estudio, poder ver un cuerpo de agua desde la ventana era más decisivo para una buena salud que el sexo, la edad o la posición social.
La doctora Gómez explicó que en un estudio publicado en PubMed, en 2021 se profundiza sobre la incidencia de los espacios azules y verdes (bosques, parques, etc.) como agentes desestresores y que mejoran la salud.
Los expertos revelan que nuestros cerebros están programados para buscar el mar debido a millones de años de evolución cerca de cuerpos de agua (Imagen Ilustrativa Infobae)
También señaló que en la década de 1960, Arnaldo Rascovsky, pionero fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina, describió algo novedoso para la época que luego fue retomado por muchas investigaciones. “Se trata de la existencia del psiquismo fetal, en la vida intrauterina, recordemos la formación del feto en el líquido amniótico, esa existencia en el medio acuoso. Rascovsky hablaba de un yo y ello inicial y situaba allí el origen de fantasías, emociones y representaciones primitivas que se continúan en la vida postnatal”.
La psicoanalista señaló que en ese líquido amniótico donde el bebé se gesta se encuentra el origen de la sensorialidad, a través del desarrollo del sistema nervioso y la piel.
“Es el nacimiento también del vínculo emocional, concesión y de experiencia con el cuerpo de la madre. Es decir, el contacto con el medio acuoso en todas sus variedades reconduce a experiencias emocionales presimbólicas, arcaicas, de plenitud y ‘paraíso’. Experiencias de continencia y amparo”.
Los beneficios de los espacios azules
Cualquier actividad en contacto con el agua permite un reset físico y emocional – (Imagen Ilustrativa Infobae)
Nichols citó en su libro el proyecto BlueHealthfinanciado por la Unión Europea, que comenzó en enero de 2016 y finalizó en diciembre de 2020. Luego de investigaciones y estudios en varios países del territorio, comprobó cómo el contacto regular con espacios azules está asociado con una menor prevalencia de enfermedades crónicas y una tasa de mortalidad más baja.
Los beneficios que brindan los espacios azules, según el estudio de BlueHealth son:
Reducción del estrés
Lugares de encuentro para socializar
Reseteo cognitivo: ayudan a recuperar la mente cansada
Mayor biodiversidad
Mayores oportunidades para hacer ejercicio
Desarrollo de habilidades prácticas para la vida, por ejemplo, natación, remo, canotaje, etc.
¿Cómo podemos cultivar más nuestra mente azul en la vida? Ir a nadar; adoptar un pasatiempo o deporte relacionado con el agua; planificar paseos o vacaciones junto al agua y proteger las aguas son algunas de las actividades para acercarnos más a este elemento que es capaz de devolvernos la calma y proteger nuestra salud física y mental.
Desde mejorar la circulación hasta aliviar el estrés, las terapias con agua fría y caliente tienen un impacto profundo en la salud física y mental. Pero, ¿cuál es más efectivo para la recuperación muscular, el manejo del dolor o el bienestar emocional? La respuesta de los especialistas
En el mundo del deporte, la salud y el bienestar, los baños fríos ganaron muchos adeptos en el último tiempo.
Sin embargo, desde los baños de hielo que protagonizan las rutinas de recuperación de los atletas hasta los jacuzzis que prometen alivio muscular, la elección entre frío y calor no es sólo una cuestión de preferencias, sino de objetivos específicos. ¿Es mejor sumergirse en agua caliente para promover la circulación o elegir agua fría para combatir la inflamación?
La ciencia moderna está ayudando a responder estas preguntas, aunque los beneficios parecen depender de factores como el tipo de ejercicio, las condiciones personales y los objetivos de cada individuo.
Los beneficios de los baños fríos: alivio rápido y reducción de la inflamación
Los baños fríos son efectivos para aliviar el dolor, pero pueden limitar la recuperación muscular prolongada (Feepik)
Los baños de agua helada son conocidos como “baños Wim Hof” debido a Wim Hof, un hombre holandés que popularizó la práctica de la exposición al frío extremo como parte de su Método Wim Hof. Este método combina técnicas de respiración controlada, exposición al frío y meditación para mejorar el bienestar físico y mental. Hof, conocido como “El hombre de hielo”, demostró su capacidad para resistir temperaturas extremadamente bajas, lo que ha atraído la atención de científicos y personas interesadas en explorar los beneficios del frío en el cuerpo humano. Los baños de agua helada, en los que el cuerpo se sumerge en agua a temperaturas cercanas al punto de congelación, forman parte de este enfoque, que se basa en la idea de que el frío puede activar mecanismos fisiológicos que benefician tanto al cuerpo como a la mente.
Los baños fríos fueron utilizados durante décadas como una herramienta para la recuperación muscular, especialmente entre los atletas de alto rendimiento.
Según la psiquiatra de la Universidad de Stanford e investigadora en biología de la salud, Vanika Chawla, “la exposición al frío reduce la inflamación y el dolor muscular al disminuir el flujo sanguíneo hacia los músculos, lo que ayuda a disminuir la disfunción y la sensación de rigidez”. Este proceso, conocido como vasoconstricción, ocurre cuando los vasos sanguíneos se contraen debido a la exposición al frío, lo que ayuda a reducir el daño de los tejidos musculares y acelerar su reparación.
La temperatura del agua afecta directamente el flujo sanguíneo y la reparación muscular (Freepik)
Un estudio publicado en Nature Scientific Reports sugiere que los baños fríos no sólo son eficaces para reducir el dolor agudo en las primeras horas después de una actividad física intensa, sino que también pueden tener efectos positivos a largo plazo en la recuperación post-entrenamiento.
El enfriamiento rápido tras un esfuerzo físico intenso parece disminuir los niveles de inflamación y acortar el tiempo de recuperación, lo que permite a los deportistas volver más rápidamente a su actividad. Este tipo de inmersión también es conocido por aumentar los niveles de norepinefrina, una hormona asociada con la mejora del estado de ánimo y el aumento de la alerta mental, lo que puede ayudar a combatir la fatiga post-ejercicio.
El poder del calor: relajación y regeneración muscular.
El agua caliente mejora la circulación y la eliminación de toxinas tras el ejercicio (Imagen Ilustrativa Infobae)
Por otro lado, los baños calientes tienen sus propios beneficios, sobre todo cuando se trata de la relajación muscular y la mejora de la circulación.
Según Andrew Jagim, especialista en medicina deportiva de Mayo Clinic, el calor puede ayudar a aliviar las tensiones musculares y mejorar la flexibilidad. Al sumergir el cuerpo en agua caliente, los vasos sanguíneos se dilatan (vasodilatación), lo que favorece una mayor circulación sanguínea hacia los músculos, facilitando la eliminación de toxinas y la distribución de nutrientes esenciales para la reparación muscular. Este proceso es especialmente útil en la fase de recuperación tardía, cuando los músculos ya no están inflamados, pero necesitan regenerarse.
Además, los baños calientes se asocian con la relajación general del cuerpo y la mente. La exposición al calor puede inducir la liberación de endorfinas, las hormonas responsables de generar una sensación de bienestar, reduciendo el estrés y la ansiedad.
Como señala Mamoru Tsuyuki, especialista en ciencias del deporte y la salud en la Universidad Ritsumeikan en Shiga, Japón, los baños calientes pueden ser una herramienta excelente para reducir la tensión acumulada en el cuerpo, especialmente en personas que sufren de dolores musculares crónicos o estrés.
Beneficios mentales: frío para la energía, calor para el bienestar
Las endorfinas liberadas durante la inmersión en agua fría generan una sensación de bienestar (Imagen ilustrativa Infobae)
El agua fría también tiene un impacto positivo en el bienestar mental. La inmersión en agua fría ha demostrado tener efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central, incrementando la producción de norepinefrina, una hormona y neurotransmisor asociados con la vigilia, la atención y la mejora del ánimo.
Según Aimee Layton, profesora adjunta de fisiología aplicada en el Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, los baños fríos pueden ser particularmente efectivos en el tratamiento de trastornos relacionados con el estrés, la ansiedad y la fatiga mental. El choque térmico del agua fría provoca una respuesta de alerta que puede ayudar a despejar la mente y mejorar la concentración.
En cambio, los baños calientes tienen efectos profundamente relajantes sobre el sistema nervioso, lo que puede ayudar a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Esta relajación favorece una disminución del ritmo cardíaco, lo que resulta en una sensación de calma y tranquilidad. Las personas que sufren de insomnio o de trastornos de ansiedad pueden beneficiarse de los efectos sedantes del calor, que permiten aliviar las tensiones mentales y promover un descanso reparador.
¿Cómo saber cuál es la mejor opción para cada uno?
Las terapias de inmersión deben ajustarse según la tolerancia y el estado físico de cada persona (Imagen Ilustrativa Infobae)
La respuesta a la pregunta de si es mejor un baño frío o caliente depende en gran medida de los objetivos personales, el tipo de actividad física que se realiza y el estado físico en el que cada persona se encuentra.
Si se busca reducir la inflamación, aliviar el dolor muscular tras un entrenamiento intenso o acelerar la recuperación después de una competencia, los baños fríos del entrenamiento podrían ser más efectivos. Por otro lado, si lo que se necesita es relajar los músculos tensos, mejorar la circulación sanguínea o aliviar el estrés, un baño caliente puede ser la mejor opción.
Como indican los expertos, una combinación de ambos enfoques puede ser la clave para una recuperación óptima. En lugar de optar exclusivamente por uno u otro, muchos atletas se encuentran que alternar entre baños fríos y calientes ofrece un equilibrio perfecto, ayudando tanto a reducir la inflamación como a promover la relajación muscular.
Conclusión: enfriamiento o calor, dependiendo de las necesidades
El uso de baños fríos y calientes para la recuperación y el bienestar tiene una base científica sólida, respaldada por estudios.
Sin embargo, cada persona debe considerar sus necesidades y tolerancia personal a las diferentes temperaturas para encontrar el enfoque más adecuado. Al final, tanto el frío como el calor son herramientas poderosas para mejorar la salud física y mental, y lo más importante es utilizar ambos de manera consciente y estratégica, adaptándolos a los diferentes momentos de la recuperación.
El descanso es fundamental para tener un buen funcionamiento físico y mental. Sin embargo, muchas veces nos cuesta dormir por la noche y eso genera que nos levantemos de mal humor y sin energías. Un especialista diseñó un truco para reflejarse y conciliar sueño fácilmente.
Este método se llama 4-7-8, está inspirado en el yoga y busca que la gente logre un estado de calma a través de la respiración controlada. El doctor Andre Weil, creador de la técnica, indicó que es un proceso que se debe repetir de 4 a 8 veces.
Cómo realizar correctamente la técnica 4-7-8
Para relajarte y estar listo para dormir tenés que seguir los siguientes pasos:
Vas a inhalar por la nariz durante 4 segundos.
Luego, tenés que mantener la respiración durante 7 segundos.
Vas a exhalar suavemente por la boca durante 8 segundos.
Para hacer este método es recomendable estar en un lugar cómodo y tranquilo para que la práctica salga bien. En caso de ser nuevo en esto, lo ideal sería empezar con menos repeticiones y poder aumentar de a poco. Esto no solo sirve para dormir, sino que también es útil para relajarse en momentos de estrés.
A veces, diversas situaciones hacen que no podamos dormir apenas nos acostamos y debemos buscar una solución para poder despertar de buena manera.
No poder dormirnos por la noche es una de las cosas más frustrantes que nos pueden suceder y, a medida que no podemos conciliar el sueño, vamos mirando el reloj y pensando en las horas que estamos perdiendo antes de que nos suene el despertador. Para combatir el insomnio, hay muchos métodos, pero hay uno de ellos que deberíamos seguir.
La fisioterapeuta inglesa Sammy Margo, experta en sueño, señala que cuando nos centramos en el tiempo y en no poder dormir, esto solo añade presión, lo que puede intensificar la ansiedad y hacer que sea aún más difícil conciliar el sueño. Entonces dice que, en lugar de obsesionarnos con el reloj, si nos encontramos completamente despiertos, intentar salir de la habitación por completo porque, si decidimos quedarnos, podríamos estar obstaculizando nuestras posibilidades de descansar.
“Quedarse en la cama cuando no se puede dormir puede confundir al cerebro, que lo lleva a asociar la cama con la vigilia en lugar del descanso. Aquí es donde entra en juego la ‘regla de los 20 minutos’”, explica Margo, quien añadió que, si no nos dormimos en 20 minutos, debemos levantarnos y “salir de la zona de sueño” porque, al hacerlo, ayudamos a romper el ciclo y a restablecer la asociación de la cama con el sueño, “lo que facilita la relajación”.
La importancia de dejar el celular a la hora de dormir
Nuestra rutina a la hora de dormir también podría contribuir al problema. Aunque la mayoría de las personas sabe que navegar por la pantalla a altas horas de la noche no es recomendable, es posible que no nos demos cuenta de lo importante que es el impacto en el sueño.
Margo advierte que este hábito puede alterar significativamente el ciclo natural de sueño-vigilia del cuerpo, dejándolo inquieto y dando vueltas en la cama en lugar de caer en un sueño profundo y reparador. “La luz azul brillante de las pantallas interfiere con la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño. Además, el flujo interminable de videos mantiene el cerebro activo y concentrado, lo que dificulta la relajación”, concluye.
Los 10 beneficios del sueño
Favorece la creatividad. Seguro notamos que, si dormimos bien por la noche, al otro día estamos más despiertos y somos más eficiente en el trabajo. Sucede todo lo contrario cuando tenemos problemas para conciliar el sueño o nos despertamos muchas veces en la noche. Cuando el cerebro descansa lo suficiente, puede concentrarse en optimizar sus capacidades. De hecho, un artículo de la American Psychological Association señala que la mayoría de las prácticas que conducen a un mejor bienestar, también impulsan el pensamiento innovador.
Ayuda a reducir el estrés. La vida ajetreada de las grandes ciudades es perjudicial para nuestra salud física y mental. Por ello, dormir 7 u 8 horas cada noche es primordial si queremos evitar una buena parte del estrés diario, ya que, durante el sueño, el cerebro se recupera y libera las tensiones. En relación a esto, otra investigación realizada por la American Psychological Association plantea que los adultos que duermen menos de ocho horas por noche reportaron niveles de estrés más altos que aquellos que duermen al menos ocho horas por noche.
Favorece la apariencia. Seguramente comprobamos que aquellas personas que descansan lo suficiente al otro día se ven mucho mejor. Después de dormir bien es muy probable que las ojeras desaparezcan y la piel se vea más tersa. De hecho, hay quienes afirman que pocos tratamientos de belleza son tan eficaces como el sueño.
Podría beneficiar la pérdida de peso. Al parecer, además de realizar ejercicio físico, el cuerpo precisa descansar para bajar de peso. Según información de Sleep Foundation, dormir bien es una parte importante de un plan de pérdida de peso saludable. Además, comenta que existe un vínculo entre la mala calidad del sueño y los trastornos metabólicos, el aumento de peso y otras condiciones de salud.
Contribuye a mantener el corazón sano. Otro de los beneficios del sueño es que ayuda a mantener la buena salud del corazón. Como lo indica una publicación de Centers for Disease Control and Prevention, las personas que duermen menos de 7 horas cada noche son más propensas a decir que han tenido problemas de salud, como ataques cardíacos, asma y depresión.
Favorece el sistema inmunitario. Se dice que cuando dormimos, el sistema inmunitario se regenera y se refuerza. De esta manera, estará en mejores condiciones para hacerle frente a los gérmenes que provocan la gripe y el resfriado común. Por el contrario, no destinar las horas necesarias al descanso diario, terminará por hacerte más vulnerable a estas afecciones.
Reduce el riesgo de sufrir de depresión. Los buenos hábitos de sueño contribuyen a reducir las posibilidades de sufrir de depresión. Así lo indica un artículo de Harvard Medical School en el que propone que el sueño y la salud mental están estrechamente conectados. Así, una buena noche de sueño ayuda a fomentar el bienestar general.
Ayuda a optimizar la memoria. Un buen descanso nos sirve para estar más atentos en general. Por consiguiente, nos es más fácil recordar nombres o datos importantes. De acuerdo a una entrada de Healthy Sleep en su página web, el sueño juega un papel importante en la capacidad de aprender cosas nuevas.
Puede mejorar la vida sexual. Estar agotado mentalmente reduce las ganas de tener relaciones sexuales. Todo lo contrario sucede cuando estamos descansados, ya que el cuerpo está en mejores condiciones para la actividad física que ello supone.
Favorece el rendimiento deportivo. Hacer ejercicios físicos conlleva cierto esfuerzo y dedicación. Si no descansamos bien, el cuerpo no rendirá lo mismo. Si nos gusta ir al gimnasio o tenemos pensado anotarnos en una academia de baile, sería bueno que durmiéramos lo suficiente cada noche para tener mejores resultados.