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Opinión

Una encuesta detectó que enojarse con periodistas afecta la imagen de Javier Milei

OPINIÓN. Es transversal a todas las edades, votantes y clases sociales: no caen bien las diatribas del Presidente contra los medios. Septiembre se va con nuevas caídas en las encuestas que deberían hacer sonar alarmas en los asesores de comunicación del Gobierno.

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“Ensobrados”, “mentirosos”, “ignorantes”, “divulgadores de fake news”: Javier Milei nunca duda en ventilar su bronca contra los periodistas que lo critican. Desde su filosa cuenta de X (Twitter), cuando ataca el Presidente, lo sigue un séquito de fanáticos y -sobre todo- muchos trolls que replican sus diatribas.

Tres semanas atrás, un sondeo entre expertos en comunicación alertaba de forma casi unánime: el maltrato a los medios podría afectar la propia imagen del primer mandatario ante la opinión pública. Hasta hace unos días, se entendía que las diatribas contra los medios de comunicación enfervorecían a los seguidores de su núcleo duro de votantes y así se interpretaba que la estrategia detrás de los agravios a los periodistas podía ser una forma de Milei de animar a su núcleo más duro de fieles.

Pero desde la semana pasada se sabe que los comunicólogos tenían razón: los agravios a los periodistas están afectando la imagen del Presidente. La última encuesta bimestral de la Universidad de San Andrés muestra que apenas el 16 por ciento de los argentinos aprueba las reacciones furiosas del Presidente contra los medios.

Qué dice la encuesta sobre Milei y los periodistas

La encuesta que hizo el equipo dirigido por el profesor Diego Reynoso salió a preguntar “¿cuál es tu opinión respecto a las reacciones del gobierno con los periodistas que lo critican?” y solo esa ínfima minoría cree que está “bien” o “muy bien”. Para el 70 por ciento, está directamente mal o muy mal.

Una encuesta detectó que enojarse con periodistas afecta la imagen de Javier Milei

La encuesta de San Andrés muestra que el rechazo a los enojos del Presidente con la prensa es transversal a toda la sociedad. Exactamente la mitad de sus votantes de la primera vuelta de octubre del año pasado desaprueba los enojos de Milei con los medios. Sólo un tercio de ese núcleo duro se define a favor de las diatribas presidenciales contra el periodismo.

Tampoco caen bien los enojos con los periodistas en sus votantes juveniles de la generación Z -o sub 27- entre los que está el mayor caudal de electores libertarios: a apenas 17 por ciento de los jóvenes le caen bien los enojos del Presidente con los medios. Previsiblemente, entre los “viejos meados” (mayores de 60), el maltrato verbal a los periodistas cae peor todavía: solo el 12 por ciento lo aprueba, contra 82 por ciento que lo rechaza. No hay grandes diferencias entre las diversas clases sociales ni entre hombres y mujeres: no caen bien las diatribas contra los medios.

¿Le vendieron a Milei “pescado podrido” de que podía mejorar su imagen mostrando su enojo con los medios?

Para la encuestadora Cecilia Mosto, de CIO, hay una confusión bastante arraigada en la política: cuando se compara la imagen de distintos actores y sectores sociales con “los medios”, el periodismo aparece “en el montón” y con una confiabilidad más bien mediocre, no muy distinta a la de los políticos o los empresarios.

Una encuesta detectó que enojarse con periodistas afecta la imagen de Javier Milei

“Pero cuando preguntamos por los periodistas y medios que sigue la gente, el resultado es totalmente diferente, y los periodistas se ubican en lo más alto de la confiabilidad”, explica la politóloga de CIO. Mosto dice que el periodismo -como grupo genérico- no solo en la Argentina, sino en buena parte del planeta, cayó en la “grieta política”. Pero el público sigue confiando en los periodistas que elige seguir.

¿Le habrán pasado a Milei este dato? ¿Sus asesores entenderán que al tratar de “ensobrados” a los periodistas, también está atacando a las audiencias que les creen?

Las diatribas de Milei contra los medios afectan la imagen del propio Gobierno, pero no es el principal motivo por el que su nivel de aprobación bajó de 55 a 46 por ciento en nueve meses a un ritmo promedio de un punto por mes.

A esa misma altura del mandato, Mauricio Macri mantenía un 55 por ciento de aprobación, aunque Alberto Fernández a los nueve meses ya se había derrumbado a menos de 40 por ciento -desde un pico de 67 por ciento en abril de 2020.

La política económica y una señal de alerta

Según la encuesta de San Andrés de septiembre, la insatisfacción con la política económica del gobierno de Milei tiene mucho más que ver con la baja de aprobación que los insultos de Milei a los medios: el 60 por ciento declara estar “insatisfecho” con la política económica.

Una encuesta detectó que enojarse con periodistas afecta la imagen de Javier Milei

Otro dato de la encuesta de San Andrés que debería encender luces amarillas en el tablero de control de la comunicación que maneja el súperasesor presidencial Santiago Caputo es el de las expectativas hacia el futuro: días después de asumir, la “esperanza” de los votantes había pegado un fuerte salto del “subsuelo” de diez por ciento en el que lo dejó Alberto Fernández a más de 40 por ciento contra un pesimismo de 36 por ciento. En septiembre, el optimismo bajó y empató con el pesimismo sobre el futuro en 38 por ciento: nada desesperante, pero es una señal de alerta de que puede preanunciar turbulencias en el próximo año electoral.

La imagen de Milei también sufrió como consecuencia de la demora de los resultados de su ajuste fiscal: arrancó con 48 por ciento de imagen positiva en enero y un diferencial a favor de cinco puntos entre la positiva y la negativa. En septiembre, su imagen bajó a 43 por ciento, con una negativa que trepó al 52 por ciento.

Ese dato también debería encender las alarmas en el tablero de control del joven Caputo: el diferencial cayó 13 puntos. Milei, junto con la vicepresidenta Victoria Villarruel y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, no dejaron el podio de los tres políticos mejor valorados de la Argentina, pero las diferencias con “la casta” se están achicando velozmente.

La cadena, la ONU y el “apagón” mediático y digital

No solo la demora en los resultados del ajuste afecta la aprobación de su gobierno: pequeños gestos en una crisis pueden hacer la diferencia. Milei tuvo una fuerte señal de advertencia con la estrepitosa caída del rating en TV abierta de su última cadena nacional con la que invadió el prime time. Del promedio típico de 15 puntos de un domingo a la noche, el encendido cayó a la tercera parte no bien Milei empezó a leer su discurso. El “apagón” fue similar en las redes sociales, donde Milei se siente más cómodo, a apenas el diez por ciento de la “conversación” que había generado su asunción el 10 de diciembre, según la consultora Ad Hoc.

Una encuesta detectó que enojarse con periodistas afecta la imagen de Javier Milei

El desinterés por el líder libertario quedó plasmado a nivel mundial: el discurso de Milei en Davos en enero tuvo un millón de comentarios en social media. La semana pasada, sus duras palabras contra las Naciones Unidas en Nueva York tuvieron la tercera parte de la repercusión de la cumbre económica en los Alpes suizos de inicio de su mandato, según esa consultora de monitoreo de redes sociales.

Otro gesto que podría estar restándole “rating” a Milei es cierta falta de oportunidad y “tono” adecuado en momentos en los que sus políticas económicas están demorando los resultados. El jueves, apenas minutos después de que los portales, las radios y las señales de noticias transmitieran la dolorosa cifra de pobreza del INDEC del primer trimestre -de 53 por ciento y la más alta en dos décadas- el equipo de comunicación de Presidencia difundió la foto del Presidente saludando desde el histórico balcón de la Casa Rosada junto a Susana Giménez, la diva que ese domingo lo había quintuplicado en rating con el estreno de su nuevo ciclo y que, a pedido de la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, había debido postergar por la cadena oficial que hizo caer el rating a niveles mínimos.

Para no ser menos, Presidencia también difundió al mismo tiempo una foto de la hermana del Presidente con la diva de los teléfonos jugando con Thor, el perro “oficial” que adoptó la Casa Rosada: pequeños gestos que después se reflejan en las encuestas y que leen atentamente los opositores.

En la semana en la que -finalmente- quedó reglamentada la reforma laboral, los sindicalistas del transporte, encabezados por el camionero Pablo Moyano, anunciaron un paro para el 17 de octubre para protestar contra esa modernización del vetusto sistema laboral argentino.

Las encuestas, otra vez en el centro de la escena política: la Universidad de San Andrés medía que la reforma laboral tenía 64 por ciento de aprobación tres años atrás. Ahora que finalmente esa reforma se concretó, un sondeo de la consultora Indaga RSO indica que dos tercios cree que la reforma laboral de la ley Bases “no mejorará la situación de los trabajadores”.

Pero ante la pregunta de si “conoce el contenido de la reforma laboral”, apenas el 28 por ciento decía conocerlo: algo no anda bien en la comunicación del Gobierno y no es por culpa de los periodistas.

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Opinión

La odisea internacional de Zdero: un vuelo de “peso” y también “contrapesos”

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El Gobernador pareciera querer volar alto, literal y metafóricamente, mientras algunos de sus ministros aún luchan por despegar

Leandro Zdero partió hacia Europa con la esperanza de atraer inversiones, fortalecer lazos internacionales y, en palabras más prosaicas, darle a Chaco la oportunidad de codeárse con el mundo. Nada menos que el viejo continente para una gestión que asumió, digamos, con una pista un “tanto accidentada”. Un gobernador con visión global, dirían algunos; un hombre buscando “oxígeno fresco” en una gestión que heredó desafíos pesados, dirían otros.

Entre encuentros diplomáticos, condecoraciones de rigor y el reglamentario beso al anillo del papa Francisco, la travesía del gobernador lleva implícito ese aire de novedad que trae pensar «en el mundo» en esta era Milei. La idea de buscar horizontes siempre suena bien, especialmente cuando se trata de convencer a los inversores europeos de que el Chaco tiene más que ofrecer que los eternos problemas económicos y “el Impenetrable” que, para ser turísticamente “el secreto de Argentina”, necesitaría la quimera de estar cerca del aeropuerto de Resistencia.

Mientras el primer mandatario pilotea su primer viaje como gobernador del Chaco, aquí en casa, el panorama sigue lleno de complicaciones. La vicegobernadora se quedó al mando, pero “con las manos atadas” por si se le ocurre firmar algo y “sin chequera”, claro. Solamente despunta su marcada sonrisa que, según dicen, tranquiliza “únicamente a los más desesperados”. Asoma por ahí también el flamante programa Ñachec, una suerte de “caja PAN” presentado como una revolución asistencial sin intermediarios, que ha sido hasta ahora más ruido que respuesta. En Capitán Solari, el intendente local intentó bloquear la entrega de mercadería, generando un escándalo que demuestra que la gestión provincial aún no se termina de entender del todo con el interior.

Volviendo al viaje, hay que contar también que Leandro Zdero no vuela solo. Lo acompaña su fiel escudero, Bruno Cipolini, quien por primera vez sale del confort de su intendencia en Sáenz Peña para asumir un papel internacional. Para “Cipito”, un hombre con aspiraciones propias —y, dicen, con un ojo puesto en la sucesión—, este viaje es tan prometedor como aterrador. Sobre todo, si las promesas de inversión están en manos de Alfredo Gonzales, que será muy hábil engatusando porteños en la presidencia de la CAME, pero en la misión solo parece estar de “Figuretti”. Y mucho menos pensar en Livio Gutierrez, que como relacionista público es “más frío que un búlgaro”, justamente.

Y aunque Zdero haya dejado 2 muy buenas ideas marchando —“Fortaleza”, ambicioso y acertado plan de salud mental, y “Chaco a la obra”, el sueño del techo propio—, lo único que resalta de su gestión son “solo un par” de ministros. El de economía, Alejandro Abraam, haciendo magia con presupuestos exiguos y un “desastre financiero” nunca visto heredado del “Santy” Pérez Pons —ahora diputado provincial, con el tiempo seguro candidato a otra cosa—, y el Ministro de Justicia y Seguridad, “el Pato” Jorge Gómez, que sigue encarcelando lo «encarcelable», además de mostrar rápida resolución de muchos robos, entre otros casos policiales resonantes, que es lo que muchos chaqueños venían pidiendo a gritos desde hace años. El resto del gabinete parece ser “un grupo de ilustres desconocidos”. Muchos de ellos con expectativas bien altas sobre ellos, pero —remitiéndose a pruebas— las respuestas, por ahora, pocas. De Resistencia ni hablar, la gestión de Roy Nikisch ostenta “la peor imagen entre los intendentes del país”, y convengamos que hasta el momento se hicieron más cosas que en la gestión anterior, pero parece ser que mucho la gente “no sabe, o no ve”, sin olvidar que en algunas zonas de la capital chaqueña, la administración provincial y municipal necesita más que promesas de inversión: “un sacudón urgente”.

Al final del día, el vuelo europeo de Zdero es un recordatorio de que gobernar implica mantener un equilibrio constante. Entre los logros que todavía parecen lejos —como llevar finalmente agua a Charata, convertir a la provincia en un “faro logístico” y la eterna promesa del Segundo Puente—, y los problemas que lo esperan al regreso, podrían convertir este viaje “solo en un soplo de esperanza y alimento al ego croata”.

Recordemos que desde que volvió la democracia, salvo Baroni, nadie que llegó a “El Sillón de Gallardo” se privó de ir a visitar el terruño de sus ancestros. Tenev fue a Bulgaria, Tauguinas a Lituania, Rozas a España, Capitanich a Montenegro. Y que yo recuerde… ningún viaje trajo resultados a la provincia. Ah… Peppo fue gobernador, ¡cierto!

Bueno, él también anduvo por las penínsulas del continente europeo, pero no sé si también visitó parientes,… “es como que tampoco importa”, dijo EL CHAVO.

 

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Diputados

Un gobierno provincial de pocas luces

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Por si hacía falta otra muestra para confirmar de qué lado de la mecha —esa imagen que tanto le gusta, quizás la única que sus asesores supieron construir—, de qué lado están Zdero y su gobierno en relación con la educación pública, este jueves, en un horario insólito y malicioso, una cuadrilla de SECHEP procedió a dejar sin luz a la Facultad de Arquitectura de la UNNE.


El hecho de por sí escandaloso adquiere ribetes pintorescos si se tiene en cuenta que el mismísimo gobernador es egresado de esa Facultad; pero adquiere, también, un perfil más bien penoso si se considera que semejante corte de luz no es otra cosa que la confirmación de que Zdero está muy en sintonía con el ajuste que Javier Milei aplica a todas las universidades del país.

No ha sido el mejor año para la educación pública en la Argentina. Víctima de un gobierno nacional que la vacía económicamente y que pretende, a su vez, vaciarla de contenido, estudiantes, maestras y maestros, profesores y trabajadores no docentes, asumieron su defensa y la defensa institucional ante los recortes brutales que dispuso Milei y que ahora Zdero y sus funcionarios vienen a refrendar.

No es un dato menor que la Facultad de Arquitectura se encuentre en estos días en plena campaña para la elección de autoridades. Una contienda en la cual Franja Morada —espacio político del que Zdero formó parte— no las tendría todas consigo. El oportuno corte de luz que cayó sobre la Facultad, valga la imagen, desnuda así sus fines oscuros.

Aunque el presidente de SECHEP, Hilario Bistoletti, quiera insinuar que «se hizo como con cualquier vecino» —como lo sufren los vecinos, podría haber especificado el sinceramiento—, lo cierto es que la Facultad es un espacio público en el cual se ejerce un derecho, ni más ni menos que el Derecho a la Educación. Ese derecho —como tantos otros— que Milei, Zdero y los cómplices del saqueo se empeñan en arrasar cada día en la Argentina de hoy.

 

Por Mariela Quirós

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Opinión

La Década Ganada o de El Peronismo de Perón

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Hace algunos días me despaché con un aburrido soliloquio sobre la traición y la romantización de la política, ya se trate de La Década Ganada o de El Peronismo de Perón, que son los relatos detrás de los cuales, al menos en el Chaco, muchos compañeros y compañeras se refugian, pero también las banderas para posicionarse en la interna posderrota.

Los dos revisionismos -los que nos llevan a Néstor y Cristina o a Perón y Evita- contendrían, en mi opinión, fijadas en un tiempo sin tiempo como un bicho atrapado en una gota de ámbar las recetas para resolver los problemas del peronismo de hoy y -lo que es más importante, de acuerdo a las Veinte Verdades- los desafíos de la Argentina de hoy. Pero dejemos por un momento el pensamiento mágico. Vayamos de la acción poética a la acción política, a ver qué onda.

Si bajamos al planeta Tierra y retrocedemos un año no vemos equipos de gestión planificando un Chaco pujante; vemos a Capitanich arrastrando una roca cuesta arriba, como Sísifo, héroe de lo absurdo, mientras arreciaban las rivalidades internas y compañeros y compañeras arreglaban su futuro con la derrota inexorable en el horizonte; vemos agachadas, matufias, enemigos íntimos y entenados que reclamaban juicios por alimentos y paternidades.

Y un año después todo sigue igual: en la agenda política los relatos se desvanecen y sólo quedan los enfrentamientos pedestres, las chicanas, los memes y el sálvese quien pueda. Esos mismos agentes del caos, estuvieran o no en el gobierno anterior, ahora se enfrentan en una interna vacía de heroísmos (y no tiene por qué haberlos, porque una interna es el justo medio entre la mezquindad y la transigencia para acumular masa crítica).

Recuerdo que hace algunos meses había al menos dos posturas contrarias para renovar, reconstruir o refundar el peronismo que perdió contra la sociedad chaqueña: la que sostenía que era momento de juntar a todos y todas, tregua mediante, costos políticos mediante, por izquierda, centro y derecha, y ponerse a laburar para volver en 2027, y la que afirmaba que los traidores que cortaron boletas, los que no tienen votos y los que los piantan, los que sólo piensan en su quintita, se pueden ir bien al carajo porque llegó el momento de arrancar de cero, con los buenos y buenas adentro, y con los malos y malas afuera.

El armado de las listas para la interna del PJ nacional puso un poco de contraste en ese lienzo embadurnado, siquiera para facilitarnos el análisis. No ganó el “es con todos”, porque no hay coquistas de pura cepa ni en la lista de Cristina ni en la de Quintela (alguien me dirá que Marín “es de Coqui”, pero Marín es de Cristina). Tampoco ganó el “que se mueran los feos”. En el revoleo, eso sí, ganó Gustavo. Ganó Gustavo y perdió Coqui, no por estar enfrentado a Gustavo, porque aunque no se soporten han sabido convivir a lo largo de los años, sino por tensar las cosas con el resto del peronismo. Y no digo que haya ganado la interna: digo que avanzó un casillero.

Cómo llegó Gustavo a integrar la lista de Cristina a pesar de su enemistad con los sectores que le dividieron el voto peronista en 2019 y 2023; cómo llegaron ellos a dejarle abierta una ventana para que se colara subrepticiamente después de que también él le dividió el voto peronista a Capitanich, es casi una obviedad: no fueron doctrinas irreconciliables súbitamente armonizadas y no fue, sin dudas, una conspiración. Es la política, estúpido. Lo que Juan Manuel Chapo llama “amontonamiento” (y tal vez lo sea) es el resultado de todas esas tensiones y de la necesidad de no morir en el intento.

Lo que sí parece es que sin haber llegado a ninguna interna formal, Capitanich arrancó tres a cero abajo. Su ausencia de la provincia fue anecdótica y hasta comprensible al principio, pero con el correr de los meses se convirtió en vacío de liderazgo. Mientras llovían reproches, Capitanich fue perdiendo aliados dentro y fuera del partido, ya fuera por desagradecimiento o, de nuevo, por instinto de supervivencia. Y ahora, encima, le quieren facturar la responsabilidad de haberle facilitado el aval del PJ chaqueño a Quintela para que lo que hubiera sido un punto de inflexión fundacional -o una refundación- del peronismo nacional se convirtiera en una pelea en el barro mientras Milei y Zdero se cagan de risa.

Por supuesto que Milei y Zdero no tienen motivos para reírse, uno convertido por la ahora excanciller en un pelotudo internacional, y el otro haciendo malabares para acallar los casos de corrupción que le saltan en todos los ministerios y organismos dos veces por semana. Pero al menos tienen un poco de oxígeno mientras el país y el Chaco contemplan atónitos la “pelea de gatos” del PJ.

Con Capitanich viviendo en Buenos Aires, el dirigente peronista más importante, al menos por el peso de la historia aunque mida cinco puntos, es Gustavo Martínez, que hoy ocupa un módico quinto lugar como candidato a Consejero Suplente en la lista de Cristina. Pero así, de a poquito, Gustavo vuelve a poner una pata en el PJ de cara a una eventual interna provincial.

Adicionalmente habría que decir que Gustavo tiene la habilidad o el carisma para recorrer la provincia y ser recibido en cualquier unidad básica como un compañero afable, mientras el coquismo, integrado en gran medida por exfuncionarios del último gobierno e impedido por eso mismo de pisar el territorio para no echar sal sobre las heridas que dejó abiertas, se tiene que conformar con diseñar memes mientras espera que Messi vuelva a frotar la lámpara y la clave en un ángulo.

Hay, finalmente, una tercera posibilidad: que Capitanich haya estado detrás de todo lo que pasó. Detrás de la candidatura de Magda Ayala a Vice de Quintela como parte de un acuerdo supersecreto con Axel Kicillof, que supuso también el aval a su lista para la interna mientras en público pregonaba el acompañamiento a CFK. O que haya estado detrás del ingreso de Gustavo a la lista de Cristina dando el visto bueno a un reencuentro lo menos traumático posible, de forma tal que el peronismo vuelva a estar unido para lo que se viene sabiendo que la gesta de Quintela tenía los días contados. Es decir, que haya sido el artífice de todo este confuso cuadro sinóptico con flechitas que apuntan a todos lados, como ese diablo que mea en todas partes y en ningún lado hace espuma.

Pero en la cancha se ven los pingos. Si llegado el caso se impone una interna provincial y Capitanich decide revalidar su conducción y lo consigue -por consenso con una lista única o por los votos derrotando al que se le ponga enfrente- entonces la confusión dejará paso al orden. El que gana conduce, el que pierde acompaña. Y todas estas especulaciones, operaciones y versiones serán historia antigua.

 

CM

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