Opinión
PELEADO CON LA VIDA
En la sesión legislativa de este miércoles, que abrió un compás de espera en el debate del crédito de US$ 150 millones solicitado por el Ejecutivo para mitigar los cortes de energía del verano, dos peronistas hablaron de la reunión secreta que no existió entre diputados de esa bancada y un operador del gobierno para acercar posiciones. Uno de ellos habló de cómo hacer periodismo aclarando que no sabía nada de periodismo, y habló de nosotros, los que ventilamos el caso, sin nombrarnos pero definiéndonos como “operadores”. Lo que sigue no es una respuesta: es una reflexión sobre la tela que dejaron para cortar.
Los diputados en cuestión son Atlanto Honcheruk y Rubén Guillón. El primero fue prudente; ya bastante tiene con estar imputado por la Justicia Federal en la megacausa de corrupción popularmente conocida como “Mafia del desmonte en Chaco” como para seguir apilando enemigos. Se limitó aclarar que la reunión de la que nadie estaba hablando no había tenido lugar, porque “acá no hay nada que esconder; estas cosas se hablan acá, en la casa de la democracia”. Y por las dudas agregó: “A mí no me compra nadie”. El segundo, en cambio, eligió el camino de la docencia.
Pero antes de ocuparnos de los títulos que nos dejó Guillón, volvamos a la nota que les molestó y que los amigos de Eschaco tuvieron a bien reproducir. El título: “¿Reunión clandestina entre diputados peronistas y un operador de Zdero para garantizar el endeudamiento de US$ 150 millones?”. Como se puede ver, no era una afirmación categórica. Y esto es así porque por mucho que confiáramos en nuestra fuente, sólo teníamos su testimonio.
Aún cuando ese testimonio detallaba los nombres de todos los protagonistas, optamos por no mencionarlos. También teníamos la dirección exacta en la que se produjo el supuesto encuentro, y no la publicamos. Es más, arrancamos la crónica con la mayor honestidad intelectual posible: “Lo vamos a plantear en potencial: anoche habría habido una reunión en un departamento ubicado a media cuadra de la plaza 12 de Octubre de la capital chaqueña. Los asistentes: tres diputados provinciales peronistas y un funcionario de primera línea del gobierno provincial”. Cerramos la nota con esta frase: “Y desde luego, también es posible que la reunión no haya tenido lugar. A fin de cuentas, de noche todos los gatos son pardos”.
No estábamos jugando a las adivinanzas: estábamos describiendo el berenjenal en el que se metió el peronismo después de que el presidente del partido, Jorge Capitanich, ordenó votar en contra del endeudamiento. Era sólo un capítulo más de este choque de trenes en cámara lenta que es la adaptación del PJ a su nueva condición de partido en situación de calle. No estábamos marcando traidores porque no somos el órgano de propaganda de una facción del Justicialismo. Los nombres eran lo de menos. Aún así se pusieron el sayo.
Guillón es un hombre de letras, o al menos así deberíamos considerarlo si nos remitimos a su biografía: cuando publicó su libro “El Zapallar – Tenemos historia”, se presentó como escritor. Y un escritor presume de su oficio para dominar el intrincado arte de la palabra. De modo que cuando al menos en dos oportunidades durante el debate dijo “Pido disculpas, presidenta, porque mi labia discursiva es muy limitada”, se estaba mandando la parte: sabía exactamente qué cuerdas pulsar.
“Ojalá que la prensa chaqueña pueda escucharnos. Las que tienen pautas y las sin pautas. No los operadores, no los fabuladores. La prensa chaqueña comprometida con la verdad. Porque nuestro pueblo no se merece operetas baratas, o crear fantasmas o intentar denigrar este mundo tan digno y tan noble de la política, tan mancillada. Pero esta es la casa de la democracia, acá no hay bolsos que se reparten, acá no hay Banelco que se distribuye: acá hay conciencia y compromiso. Y hay dignidad”, arrancó el legislador oriundo de San Martín.
No conocemos el sistema de valores cardinales de Narnia, donde evidentemente pasa las horas muertas el diputado Guillón, pero en la Legislatura chaqueña hay unos cuantos legisladores involucrados en causas de corrupción en los fueros provincial y federal, lo que nos exime de profundizar en su alegato ficcional. La prensa chaqueña los escucha fuerte y claro. El problema es que no les cree una palabra. Ni los “con pauta” ni los “sin pauta”.
Entonado como estaba, Guillón siguió adelante: “Bajo ningún punto de vista podemos permitir que se dispare por las redes digitales, por cualquier tipo de medios de prensa, alguna insinuación de cuantas cosas se les ocurra. Yo llamo a la reflexión a los con pauta y a los sin pauta, del compromiso con la fuente. Hoy felicitaba a un periodista de Villa Río Bermejito: ‘Rubén, están diciendo esto: ¿es verdad?’. Le expliqué, le di mi posición, le di mi razón, y le agradecí, porque esa es la forma. No soy quién para enseñarle a hacer periodismo porque no conozco, pero hay que buscar la información donde está la información”.
Cuando decidimos hacer público el dato de la supuesta reunión sabíamos que sólo se iban a enojar si los nombrábamos o si ésta había existido. Pero si no dábamos nombres podían mantener la boca cerrada: nadie se los iba a reprochar. Ahora bien, si los nombrábamos teníamos que llamarlos para que ejercieran su descargo aunque ya sabíamos la respuesta: “Nosotros no fuimos”. Al defenderse de una “opereta” en la que nadie los mencionó convirtieron en noticia lo que hasta ese momento había sido un rumor.
Dos reflexiones: cuando Guillón dice “hay que buscar la información donde está la información”, y resulta que “la información” es la que él puede suministrarnos, y a priori sabemos que va a ser la negación de la versión contraria, está pidiendo un periodismo venal, obsecuente, que tome por ciertas sus palabras y deseche el resto de la información. No está mal lo que hizo el periodista de Bermejito. Estaría mal si el periodista dijera, sólo con la versión de Guillón, que la reunión no existió. En nuestro caso, elegimos preguntarnos si la reunión había existido, sin nombrar a nadie. De allí que fuera innecesario agregar su descargo.
La otra reflexión nos lleva a un lugar más oscuro: al menos dos veces Guillón habló de “los con pauta y los sin pauta”. En estas últimas semanas se está discutiendo la pertinencia de llevar una vez más a “la casa de la democracia” el debate sobre una ley que ponga en blanco sobre negro el uso discrecional de miles de millones de pesos de publicidad oficial. La utilización de fondos públicos sin control para amordazar a la prensa, para orientar su línea editorial incluso brindándoles los medios públicos para amplificar el mensaje, convierte a “la pauta” en un índice de transparencia editorial. Y esto no lo inventaron Zdero y Resico, no hace falta aclararlo. Lo que hicieron ellos fue ordenar la tropa, carossinizar el sistema, disciplinar hasta el escándalo.
Si la pauta es un parteaguas, una frontera entre el periodismo libre y la censura (o autocensura); si la pauta marca la diferencia entre un Estado que financia la plusvalía y la rentabilidad empresaria frente a uno con responsabilidad social y respeto por los tratados internacionales con jerarquía constitucional; si la pauta es el salvoconducto para gozar de seguridad jurídica, y su ausencia amenaza la libertad de prensa (ya contamos cómo nos cayó la policía en la previa de una charla en el Sindicato de Prensa sobre el rol del periodismo); si la pauta es todas estas cosas, entonces la diferenciación grosera de Guillón (“los con pauta y los sin pauta”) nos da la pauta, valga la redundancia, de que el debate está saldado. Guillón no necesita “saber de periodismo” para entender la gravedad de la situación.
Lo más llamativo es que Guillón también llamó a la reflexión “a los treinta y dos legisladores”, y se peleó puntualmente con los del oficialismo: “Hay diputados… que no voy a dar nombres… porque hace ya dos horas atrás un diputado en las redes decía lo siguiente: ‘Los diputados de Capitanich no tuvieron ninguna voluntad de votar seriamente’. ¡Pero qué mentira! ¡Qué mendacidad!”, dijo mientras exhibía ante las cámaras la pantalla de su celular con el posteo del liberal-libertario Iván Gyöker.
Les recordó que para aprobar el crédito del Prosap de $ 50 millones en 2014, para electrificación rural, el radicalismo estuvo un año postergando el debate en el Recinto, y que ahora se quejan porque el endeudamiento se les estira un par de semanas. En opinión de este cronista, Guillón en eso tiene razón. El problema es que con el argumento de la “dignidad” de la política enmascare su enojo culpando a los demás del incómodo lugar en el que le toca estar hoy. Se paró en absolutamente todos los tópicos de la politiquería. Estuvo en todos lados. En todos, menos en la reunión.
Escribe Cristian Muriel
Opinión
«Veo a mucha gente silbando bajito»
«El PRO es un circo de hipócritas, le votan todo a Milei», afirma Ernesto Tenembaum en diálogo con LPO y advierte sobre el doble estándar para abordar a Milei y Cristina.
Ernesto Tenembaum viene navegando con consistencia la idea de un periodismo no militante, no indignado, pero que pregunta. Y, sobre todo, repregunta. Es curioso cómo se ven las cosas en los tiempos de la polarización: el más básico ejercicio del periodismo es visto como una rareza, casi una provocación que indigna.
Tenembaum recibió a LPO en un típico bar del Palermo original, antes que estallara en mil palermos. Le gusta desplegar las ideas con calma, aceptando las contradicciones, tiene algo de ese intelectual porteño de antes que lograba esa mezcla única de psicoanálisis y barrio. Inevitable, la charla decantó sobre la pregunta del momento: como ejercer el periodismo en la era Milei.
Conoce al presidente y acaba de publicar «Milei – Una historia del Presente». Todavía se acuerda el mensaje que le mandó cuando ganó: «Te felicito y creo que la vas a chocar». Milei lo llamó de inmediato y lo invitó al hotel Libertador, donde hablaron por dos horas. Fue la ultima vez que lo vio.
-¿Cómo ves esta pelea entre Milei y los periodistas? Esta idea de elegir a la prensa como el adversario? ¿Es algo realmente nuevo?
-En principio, es tonto. Un gobierno que hace estas cosas, no digo que sea un gobierno tonto, pero en esto es tonto. Más allá de alarmarme, porque me preocupa, la pregunta es hasta dónde van a ir con esta pavada. Lo primero que me permite es definir cuáles son las prioridades de un gobierno. Y a mí me gustaba el Perón que decía en el 45′ gané con toda la prensa en contra y en el 55′ perdí con toda la prensa a favor. Una vez le preguntaron a Pepe Mujica: «Che, los diarios te matan». Y dijo: «Los diarios los leen 200 mil personas, yo tengo que gobernar para 4 millones». Esas 200 mil personas eran algo así como el 5 por ciento de la población uruguaya, que en Argentina sería algo así como 2,5 millones de personas en ese momento. Ni en pedo los diarios llegaban a 2,5 millones de personas.
Cristina estaba obsesionada con los diarios y Pepe Mujica no. Entonces, hay distintos clivajes para analizar a los líderes de cada país. Uno puede ser el clivaje izquierda-derecha o centroizquierda y centroderecha. Pero también podés ver tolerancia o intolerancia. La democracia es un sistema caótico, siempre. Hay discursos que se superponen, discursos que se contradicen. Y todo es una cosa cacofónica que va armando una música. La diferencia entre unos líderes y otros es que hay unos que conviven con ese ruido, que parece un quilombo. Si sos presidente y tenés suerte, te putea el 40 por ciento del país. Pero en general, no tienen suerte y los putea el 60 o el 70 por ciento. Debe ser insoportable. Ahora, los buenos líderes, los que tienen temple, saben que son los gajes del oficio. Ser presidente es algo muy importante y te da lo que siempre quisiste en la vida. No sé por qué pero lo quisiste, y te da poder. Y tiene un costo: que hablen mal de vos algunos. Hay líderes que lo viven con temple y hay líderes que son muy frágiles. No depende de ser de izquierda o de derecha. Puede ser Maduro, puede ser Trump, puede ser Bolsonaro, puede ser Cristina. Milei está en esa línea. Eso muestra su fragilidad, un orden de jerarquía que a mí no me genera mucho respeto.
-Milei le sumó a eso el insulto, cuanto más brutal mejor…
-Claro, para estar en la conversación de las redes tenés que decir barbaridades. Si vos decís «Aleberco se equivoca en esto», a nadie le importa (en referencia a Alejandro Bercovich). «La basura inmunda de Ale Berco se equivoca en esto»… «¡Ehhh, mirá lo que dijo! Eso se supone genera respuesta y mantiene a un chabón en las redes.
-Una estrategia que parece funcionar…
-Un rato. Después tenés que gobernar. Y lo que define no es si vos insultás a alguien cada dos horas. Es una tontería muy infantil. Lo que define es que vos seas buen gobernante y resuelvas los problemas de la gente. Decí que no hay mucho humor político en la tele, porque da para hacer un sketch espectacular. Un tipo diciendo «Eh, somo’ el brazo armado, eh, eh». ¿Qué es eso?
Hay una pregunta que es recurrente en los distintos períodos presidenciales, cuando vos ves el germen del vamos por todo, nos quedamos para siempre, que es hasta dónde van a ir. Es una pregunta que conviene hacérsela. Por lo pronto, en algunas cosas están yendo más lejos de lo que uno podía esperar en la democracia argentina, por ejemplo, en la homofobia. La homofobia es una obsesión de ellos. Cuando insulta, Milei tiene muchas formas de hacerlo diciendo «homosexual». «Les dejamos el culo como un mandril», es una referencia a la homosexualidad. Si seguimos la historia de (Agustín) Laje y Nicolás Márquez, las referencias al lobby LGBT, promiscuidad, abuso de niños… todo el tiempo están con esa historia de que la boxeadora argelina era un boxeador. Están obsesionados con el tema de la homosexualidad. Hay demasiada tolerancia de la sociedad porque es como si todo el tiempo estuvieran hablando mal de los judíos. A mí me parece espantoso. Lo mismo la idea de escrachar gente. Por ejemplo, a Dolores Reyes, por el libro que escribió, que lo han transformado por la batalla cultural en el primero en ventas. Pero han publicado fotos, datos de familiares en internet. Esas cosas no me gustan nada. Es un método de atemorización y es posible porque la prensa no le da la dimensión que debe darle. Y es posible, porque el PRO se ha demostrado como un circo de hipócritas. Cristina miraba fijo y saltaban como si fuera Hitler, y ahora le votan todo (al gobierno). Amagan que no van a votar y siempre votan.
-También sorprende que haya periodistas que Milei insulta de manera salvaje y le dicen: «Bueno, Presidente, no se enoje, tomemos un café».
-No muchos, ¿eh?
-Pero, incluso, medios. Por el diez por ciento de lo que hace Milei, con Cristina era una guerra santa. ¿Por qué ese cambio?
-No sé. Solo podría especular. Pero me parece…
-¿No creés que prevalece la idea de que hay que terminar con el kirchnerismo y entonces hay que tolerar todo de Milei?
-Eso te iba a decir. Hay dos grietas que conviven. La grieta definida por la personalidad de Cristina, la amo o la odio, y la grieta definida por la personalidad de Milei, lo amo o lo odio. Hay un grupo de gente que tiene un dilema respecto de eso. Ponele, Carrió. Si la grieta está definida por Cristina, la odio y al odiarla estoy más cerca de Milei. Pero si la grieta está del lado de Milei, lo odio y estoy más cerca de Cristina. Eso pasa con la prensa también. El sector que encontró una identidad en la confrontación con Cristina y ahora aparece Milei, si denuncia mucho a Milei, deja de confrontar con Cristina. ¿Cómo hace? Pero Milei los humilla tanto, agrede tanto y es tan visible que, si no dan la batalla con Milei, quedan expuestos a un doble estándar muy fuerte.
-¿Y no se resuelve eso volviendo a la base, es decir, buscamos información y publicamos información?
-Hay personas que me parece que son muy ejemplares en este momento, como (Marcelo) Longobardi. No quiero incluirme a mí pero yo considero que tengo esa postura también. Jorge Fernández Díaz es muy claro. Si yo le criticaba a Cristina este tipo de cosas, por qué no se las voy a criticar a Milei. Pero hay una cantidad de gente que silba bajito, que es notable y uno lo ve.
-En el caso de Milei, lo que es notable es que insulta a gente que escribe bien de él, incluso. Se enoja terriblemente con detalles menores.
-Es un tipo muy especial. Es muy difícil saber qué lo ofende a Milei. La pelea con Silvia Mercado y la decisión de sacarla de la Sala de Periodistas, siendo una periodista que estaba en contra de Cristina y lo único que hizo fue informar que los perros no habían llegado a Olivos… Ponele que la información fuera falsa, qué te enoja tanto una información tan pueril? El lío con Ale Berco, que dijo que reculó Milei. Era un hecho objetivo. Es verdad que el tuit era irónico: de león a mandril, le puso. Milei cada tanto le pega a Mirtha Legrand y Juanita Viale. ¿Qué tenés para decir? Todo eso viene de un día que estaban en la mesa Juanita y Martín Seefeld, en agosto de 2022, que le estaban diciendo que valoraban mucho los debates que hacía pero, a veces, su modo hacía difícil escucharlo. Y él se enojó, les gritó. Y a partir de ahí, cada tanto pone: miren esto, son dos operadores. Si Seefeld y Juanita son operadores… es muy difícil saber hacia dónde se dispara.
-Hay una característica muy común de la gente un poco paranoica y es que escala muy rápido…
-Creo que él reclama de alguna gente un reconocimiento que no tuvo y eso lo hiere. Y reacciona de una forma muy ofendida y muy fuerte. Y después hay otra concepción, algo que se superpone y viene de lejos. En un momento, muchos sectores de la política entendieron que el modelo Watergate no iba más, que había que dar la batalla para desprestigiar al periodismo. Eso pasó en Estados Unidos, pasó en Brasil, pasó en todos lados. No se acepta que hay un sector que compense el poder político, y que está bien en su rol de fiscalizador e investigador de las miserias del poder político. Se terminó eso. Hay que desnudar que son unos hipócritas. Y en esa dinámica, ya no importa quién. Es el periodismo.
Cuando ves un reportaje medianamente ríspido con un libertario, están muy entrenados. Primero hay que decir que lo peor fue el gobierno anterior. Segundo, hay que vincular al periodista con el gobierno anterior. Si vos me preguntás esto, te gustaba Massa, ¿no? Tercero, vos recibís pauta. No, déjame preguntarte a mí también. Y adjudicarte alguna conducta que circula en redes sociales para que vos tengas que dar explicaciones.
-Un manual al que debes estar acostumbrado…
-La primera vez que me pasó eso fue con (Carlos) Kunkel. Yo venía muy acostumbrado al periodismo que hacíamos con Menem, con Duhalde, y era «te pregunto lo que más te duele, a ver qué me contestás». Era ponerle picante. Y yo estaba en Mitre y un día me dice Kunkel: «Vos no tenés derecho a hablar porque trabajás para una apropiadora de niños». Y me dejó… (silencio). ¿Qué hago? Ese fenómeno fue recorriendo… y para quién trabaja, la pauta, lo que sea. No le voy a dar legitimidad al periodismo ni en pedo, se la voy a discutir y lo voy a desprestigiar. Milei es el último eslabón de esa pelea, que es una pelea legítima. Si el periodismo va a fiscalizar, tiene que aceptar que tiene sus costos y el poder político se te va a tirar encima con todo. Ahí hay una pelea para dar. Depende cómo se dé, el periodismo tendrá influencia en algunos sectores, en otros no. También es verdad que pueden sacarnos del lugar del pedestal. De hecho, no deberíamos estar en un pedestal. Deberíamos laburar, dar nuestras opiniones y aceptar que no somos los dueños de la verdad.
-Vos estuviste en Página 12 en el mejor momento del diario, cuando lo tenían loco a Menem. ¿Qué diferencia ves entre esa época y ese gobierno y este de Milei?
-La relación con el periodismo fue muy conflictiva entonces y ahora, y con Cristina también. Había diferencias de distinto tipo. En aquel momento, había discriminación con la publicidad oficial, había sectores vinculados a la política que cometieron un crimen, el de José Luis Cabezas, había hostigamiento, claramente. En ese momento, el periodismo estaba más unido. Desde (Mariano) Grondona hasta (Horacio) Verbitsky había…
-Surge Periodistas, ¿no?
-Estaba todo el mundo ahí. Eso lo rompió el kirchnerismo, porque un sector del periodismo decidió defender al gobierno. «Nosotros queremos defender a este gobierno y creemos que las críticas tienen que ver con intereses y no con la gestión del periodismo independiente». Y ahí se rompió. Y todavía no se reparó. Va cambiando de forma. En algún momento, era un grupo de periodistas más enardecidos contra Cristina y ahora hay un grupo de periodistas más enardecidos contra Milei. Pero no se recuperó la unidad que había en la década del 90′.
Cada período tiene sus particularidades. Me acuerdo de Menem en el 95′, brindando con (Bernardo) Neustadt porque «derrotamos a los medios de comunicación». Las presiones publicitarias en los medios. Lo que pasó con Cabezas. Con Cristina fue la gran novedad de 6,7,8, que era un producto muy popular. Mucho más popular que lo que hace Milei ahora contra los periodistas. La agresión contra el periodismo, ahí, estaba en la calle. Había marchas con nuestras caras como enemigos del pueblo. Yo estaba prevenido de que en algún momento se parara alguien a putearme. Eso no pasa ahora. Los que creen que la militancia hoy es de Milei… yo no la veo. No digo que no esté. Pero el otro día, en el acto del brazo armado, ¿habría 300 personas? Con toda la furia, 500. En la marcha universitaria, la columna de La Cámpora, que supuestamente está en retirada, eran 15 mil. En el acto del Parque Lezama, cuánta gente había…
-Cinco mil?
-Con toda la furia. La marcha universitaria de una semana después había, como mínimo, 200 mil. Vos andás por la calle y no están los libertarios. «La calle» quiere decir mi barrio, un restaurante… está Milei. Milei es un líder muy popular, pero la militancia por ahora no está…
-Está en las redes…
-En las redes.
-En Twitter sobre todo…
-En una red.
-Que además, han salido informes que dicen que X tiene un porcentaje altísimo de cuentas falsas…
-Y el algoritmo es muy sesgado. Me decía un amigo que se mudó a Blue Sky. Me dijo: «yo en Blue Sky tengo 4 mil seguidores porque recién entré y pongo una nota mía y tiene 3 mil likes. Estoy en Twitter, con 100 mil seguidores, y tengo 200 likes». Una la repite y la otra no. Es evidente.
-Otra diferencia que se hace de este gobierno con el de Menem, es que aquel tenía un gabinete mucho más profesional…
-Eso es otra cosa. Y es por que Menem no rompía.
-Y en las conferencias de prensa no insultaba, se bancaba las preguntas…
-Se reía. Alguna vez se enojaba, pero Tato Bores todos los domingos lo torturaba y él cerraba el año con Tato Bores. Era mucho más plástico.
-¿Creés que esta pelea con el periodismo le va a generar un costo al gobierno?
-No lo sé. Creo que es un orden de prioridades equivocadas. Otro rasgo del gobierno que no está bien para el país. La idea de que tenés que dividir al país para gobernarlo es una idea que le ha hecho mucho daño a Argentina. Creo que no se dan cuenta los métodos que están instaurando. Porque lo que va, vuelve. Eso pasó con 6,7,8, pasó con el kirchnerismo. Gente que hoy no tiene poder está viendo lo que pasa y el día que tenga poder va a aplicar métodos así o más fuertes…
-Milei naturaliza que lo insulten porque él insulta?
-Es auténtico. La gente votó autenticidad. Lo escuchaba a (Alejandro) Rozitchner una vez: Yo valoro la autenticidad del Presidente, decía. Ponele que Guillermo Moreno gana y se pone auténtico. Ponele que gana (Juan) Grabois y te hace un mega decreto y te dice «reforma agraria». ¿DNU? Pero cómo. ¿Vos no votaste para que hubiese DNU? Cuando desde el poder o los socios del poder se vulnera el ejercicio de la democracia argumentando pavadas, tarde o temprano estás avalando que eso pase en sentido contrario.
-Hablás de los socios del poder. ¿Vos creés que Milei es un dispositivo o un instrumento de un sector del establishment económico, que lo va a usar y descartar?
-No, yo no veo de nadie una cosa así. No soy conspirativo. Creo que Milei es un político, sorprendentemente un político de un nivel alto. Ha demostrado una capacidad política y una capacidad de liderazgo que a mí me sorprende por el poco tiempo que lleva ejerciendo esto. Y en su ambición, busca gobernar bien el país para quedar en la historia y, si es posible, gobernar la mayor cantidad de tiempo. En ese sentido, pone en marcha un plan que podrá satisfacer a algunos sectores del poder y, en tal caso, desairar a otros, pero es el plan en el que cree. Después discutamos el plan. Pero no me parece que sea un instrumento de nadie…
-¿Inicialmente no fue un producto de Eurnekian?
-No. Es que no se puede…
-Los empresarios se acoplaron a algo que empezó a funcionar…
-Totalmente.
-¿No creés que ante la posibilidad de que le vaya bien con la estabilización de la economía, expone más la necesidad que tiene el gobierno de normalizarse? Es decir, el éxito relativo no le sube la vara?
-Qué sería un gobierno normal? Creo que gobernar la Argentina es muy difícil. Estabilizar Argentina es muy difícil. Si vos la estabilizás, después tenés que dar otras cosas. La demanda pasa a ser permanente. Menem estabilizó. En el 97′ le votaron en contra. Hay cosas que pasan. Si nosotros hubiéramos tenido esta conversación en diciembre de 2011, la sensación era que se quedaba Cristina para siempre y en 2013 le votaron en contra y la sacaron. La foto del momento en que el poder es poderoso es una foto. Después está la dinámica de las cosas que pasan y te ponen desafíos permanentemente. Es muy desgastante y es muy cansador, con lo cual primero hay que ver si estabiliza la economía. Estaba viendo el dato de inflación del hijo de Cavallo, diciendo que subió en las primeras tres semanas de noviembre. Es probable que tengamos una inflación arriba de 3. Vuelve el debate: 3 por ciento de inflación mensual, por más que sea un logro para Milei, es una inflación altísima.
Hay mil preguntas, por más que Milei logró más que lo que Cavallo preveía. Es un juego de nunca acabar. El consumo sigue bajo y sigue bajo porque el modelo hizo que los costos fijos aumentaran y, por más que el salario formal recupere, los gastos del 1 al 5 de dejan poco para gastar. Si no recupera el consumo, no recupera la producción. Va logrando cosas pero es como un tipo que estaba en estado de coma y de repente empieza a mover brazos y piernas. ¿Pero camina? No. Bueno, eso es el gobierno de Argentina. ¿Y la gente está contenta? Y ponele, pareciera que sí. No estoy claro. Está bien. La gente está contenta pero la provincia de Buenos Aires el año que viene quién la gana? En el 2021, Tolosa Paz perdió por un punto, en medio de la foto de Alberto, la pandemia, las peleas. Kicillof ganó con 45. ¿Por qué si Cristina fuera candidata sacaría menos?
-¿Creés que va a ser candidata?
-No se, pero que puede serlo. Lo que estoy queriendo decir es que yo trataría de evitar la idea de que un presidente puede ser un emperador y puede quedarse para siempre y puede tener el poder absoluto. Todas esas cosas desgastan mucho. En cambio, pensar que un presidente puede hacer algunas cosas que dejan el país mejor de lo que recibí, para discutir con el que sigue cómo seguir me parece que es más razonable…
-Pero no es lo que están planteando ellos…
-Ni ellos ni nadie.
-Pero ellos ya lo ponen como emperador romano en los dibujos de inteligencia artificial…
-Causa gracia. Por ahí se transforma en emperador romano.
-¿Y qué pensás de la situación del PRO, que en las encuestas mide en torno a los 7 puntos, que se diluye, que no saben adónde ir? ¿Es un dato político eso?
-He visto pocas construcciones políticas tan interesantes como el PRO en mi carrera como periodista. De la nada, en 10 años, construyeron el primer partido político después del peronismo. Ese talento a Macri no se lo quita nadie. Y he visto pocas veces en mi carrera una capacidad destructiva como la de Macri. Que el mismo tipo que construyó esa genialidad la haya hecho pelota como la hizo pelota. Era muy evidente que tenía que ser candidato a presidente o tenía que armar una alianza para que Rodríguez Larreta fuera presidente y Patricia Bullrich gobernadora y estaba terminada la historia. Y por esa cosa, andá a saber, psicológica que tiene alguna gente, lo hizo pelota.
-Se equivoca Macri en su planteo actual frente a Milei?
-Hoy, a mí me parece, que los líderes que llegan al poder llegan por la vía de ser distintos, no de estar pisando huevos especulando. Yo lo veo a De Loredo, que no sabe qué hacer y va para acá y va para allá. Es obvio lo que le pasa. Los cordobeses son de Milei y él no sabe dónde ponerse. Si Alfonsín hubiera estado así en el 82′, no hubiera estado en contra de la Guerra de Malvinas. Si Cristina hubiera sido una más del bloque de senadores peronistas, Kirchner no hubiera llegado. Si Milei hubiera calculado cada cosa que decía en lugar de decir las barbaridades que decía, no estaría donde está. Entonces, fíjate cuáles son tus valores, parate ahí en un momento difícil y andá a saber qué dice el destino. Con el PRO pasa lo mismo.
Si yo tuviera que darle un consejo a Milei para el año que viene, sería «arreglá con el PRO», porque tiene los 5 puntitos que te separan del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Ahora, si yo tuviera que darle un consejo al PRO sería: «flaco, sostenete en tu integridad: me gusta el plan económico pero le discuto el nivel del dólar y no me gustan nada los costados fascistas». No estés haciendo de claque de Milei porque no vas a existir.
-Hay una teoría que es esa, que hay que plantarse. Y muchos gobernadores, del PRO o los radicales, tienen otra, dicen: la gente lo apoya, nuestro votante lo apoya y hay que callarse y esperar el momento para diferenciarse.
-Qué sé yo. No es lo que hicieron Alfonsín, Menem, De La Rúa… Los que tienen el fuego sagrado no son así.
-¿Y cómo ves la situación con Villarruel? ¿Es una anécdota o es importante?
-Lo único que parece es que Milei y, por ende, Villarruel se sacaron la grande. Milei está demostrando que está a la altura de ese desafío. Villarruel me parece un personaje más bien menor en esta discusión. Después tiene actitudes que demuestran que es una mujer de la edad media. La actitud con los libros de la provincia de Buenos Aires, ella y todo el mundo Milei, es increíble. Porque no los leyeron, no saben de qué se trata, no saben lo que es la historia de la literatura mundial, no saben lo que pasa en los medios de comunicación con las cosas que se dicen sobre sexo. Me tiene sorprendido lo brutos que son. Ganan dos puntitos de imagen, o hacen un lío con las fake news pero muestran una cosa muy pequeña.
-¿Y qué pensás de la reivindicación de la dictadura, que es bastante explícita, como ir a visitar a Astiz?
-A mí no me gusta nada. La historia no la pueden cambiar. De hecho, ha pasado un año y no se ve ningún proyecto de indulto ni de nada. Los militares siguen presos. Eso es más retórica que otra cosa. Insisto, no me gusta nada. Es una mirada muy cruel, muy poco inteligente.
-Claro, la crueldad, un elemento importante. Son crueles. Milei mismo lo es. Le divierte decir «y ahora vamos a echar 400 mil más». Hay como un goce de la crueldad.
-Sí, un goce y una mirada sobre el país que es muy chiquita. Un amigo me contaba una historia que es la de Manuel Sadosky, un gran científico argentino. Es un tipo que en 1961 importó la primera computadora de América Latina y la tuvo Argentina. Se llamó Clementina y la puso en el Instituto del Cálculo. Ese proceso de los 60′ fue un proceso de mucha ebullición, especialmente en la universidad, que terminó con la Noche de los Bastones Largos. Y se desarmó. Si eso hubiera seguido, Argentina sería una potencia científica. Tiempo después, con Alfonsín, Sadosky volvió. Y armó una cosa que se llamaba la Escuela Latinoamericana de Informática, donde estaban los mejores tipos de informática y matemática y hacían posgrados. De ahí salían 40 tipos por año, que imagínate lo que eran para el país. Cuando vino Menem, la cerró. Porque era un gasto inútil. Cuando ves gobernantes que hablan contra la ciencia, la desfinancian y cortan becas, te das cuenta que es una visión muy chiquita. Más allá de que estabilices o no, en el medio vas contra el Garrahan, contra las universidades. Es un modelo de gobierno que merece ser discutido.
-Cristina se ocupaba de la ciencia. Se lo reconoció hasta Macri. Pero no entendía este tema del déficit fiscal, la emisión. Y también son cosas muy importantes…
-Esto ocurre, en gran parte, por todo lo que pasó antes. Igual, hay comparaciones respecto a la dificultad para aceptar la crítica en Cristina y Milei que son válidas. Después hay otras comparaciones en las que para Milei imitar a Cristina va a ser difícil. El kirchnerismo asumió con más de 50 puntos de pobreza y cuando se fue había 26 o 27, tal vez 29 bien medidos. ¿Viste cuando te dicen que (los kirchneristas) crearon 40 por ciento de pobres? La verdad que no es así. El kirchnerismo bajó la pobreza, con un contexto que lo favoreció, sin dudas. Pero la bajó. Después Macri la subió 5 o 6 puntos y el Frente de Todos otros 5 o 6 puntos. Es muy difícil asociar esos 40 puntos de pobreza con el kirchnerismo. Milei la subió 12 puntos en un semestre, cosa que nunca vi. Subió más la pobreza que en la pandemia. Subió más la indigencia que en la pandemia. La industria cayó la mitad de lo que cayó en la pandemia, cuando todo estaba cerrado. Son indicadores sociales, tal vez se reviertan. Pero la foto de hoy es la foto de hoy. La inversión hoy es mucho más baja que en el Frente de Todos. Yo cuando lo evalúo económicamente siempre digo: esperemos, esto recién empieza, es muy difícil. Otros no la supieron hacer. Todo eso vale.
-¿La Argentina que siempre se enorgulleció de ser el país de América Latina con más clase media, se perdió ese norte?
-Y… es cada vez menos.
-Ya no parece ser un valor, ¿no?
-No, no lo sé. Yo creo que sí.
-Porque la propuesta de Milei no es apoyar la idea de la clase media. Casi que lo dice explícitamente.
-Más o menos. Porque él debe creer que, en el fondo, si vos estabilizás es como quitarle un ladrillo de encima a la sociedad y eso genera una sociedad más integrada. En el fondo, cree eso. Tiene una mirada de eso.
-Pero su modelo es 1900, donde mucha clase media no había…
-Está bien pero en ese período, más allá de mil críticas, se absorbió a una cantidad de gente que venía pobre de Europa y fue el comienzo de esa clase media. No soy dogmático respecto del enfoque económico. Critico mucho y pregunto mucho, pero quiero ver cómo funciona. En igual sentido, hay un bombardeo de antiperonismo muy fuerte y puede ser matizado.
-¿Por qué creés que, sobre todo en los medios de comunicación, existe ese mirada tan negativa del peronismo y están todo el tiempo vaticinando su final?
-Me parece que se perdió el equilibrio con eso. Es cierto. Si Máximo Kirchner hubiera dicho lo que dijo el Gordo Dan, tenés para 15 días de tapas y ahora es un ratito, un recuadrito, polémico. Esa pérdida de equilibrio a mí no me gusta. Está mal.
-¿Pero hay en la gente que se autoprecibe como intelectual una idea un poco gorila, que predomina?
-No, no me gusta ese término. Sí creo que hay un doble estándar en mucha gente y en los medios. Y creo que Cristina aportó bastante para ese doble estándar. La plaza llena mostrando una caricatura de Sábat, semejante pavada, y diciendo cuasi mafioso, hizo que gran parte del periodismo se sienta muy amenazado. Eso generó una reacción. Cuando se produce una reacción, el kirchnerismo dice mirá las cosas que hacen con nosotros. Se meten con la hija de Cristina. ¿Pero vos no te metías con la hija de Herrera de Noble? Creo que después lo que se hizo con Cristina fue una carnicería. Y creo que se perdió el equilibrio. Si el peronismo duró tanto, por algo será.
-Los libertarios dicen que los medios están enojados porque ahora lo que prevalece es la opinión libre en las redes sociales. ¿Qué pensás de esa lectura?
-Que la gente habla porque es gratis. El debate que da Milei en las redes no es un debate, es una catarata de insultos. Es una coartada para llenar de adjetivos a un sector que puede ser crítico y difundir información que al gobierno le molesta. Dicen, están enojados por las redes sociales, porque les quitamos la pauta. Por ahí ni siquiera están enojados. Por ahí están haciendo su laburo. El oficialismo dura lo que dura el poder con el que se alinea. Después viene otro oficialismo y van a decir las mismas pavadas. No es tan importante.
Opinión
La odisea internacional de Zdero: un vuelo de “peso” y también “contrapesos”
El Gobernador pareciera querer volar alto, literal y metafóricamente, mientras algunos de sus ministros aún luchan por despegar
Leandro Zdero partió hacia Europa con la esperanza de atraer inversiones, fortalecer lazos internacionales y, en palabras más prosaicas, darle a Chaco la oportunidad de codeárse con el mundo. Nada menos que el viejo continente para una gestión que asumió, digamos, con una pista un “tanto accidentada”. Un gobernador con visión global, dirían algunos; un hombre buscando “oxígeno fresco” en una gestión que heredó desafíos pesados, dirían otros.
Entre encuentros diplomáticos, condecoraciones de rigor y el reglamentario beso al anillo del papa Francisco, la travesía del gobernador lleva implícito ese aire de novedad que trae pensar «en el mundo» en esta era Milei. La idea de buscar horizontes siempre suena bien, especialmente cuando se trata de convencer a los inversores europeos de que el Chaco tiene más que ofrecer que los eternos problemas económicos y “el Impenetrable” que, para ser turísticamente “el secreto de Argentina”, necesitaría la quimera de estar cerca del aeropuerto de Resistencia.
Mientras el primer mandatario pilotea su primer viaje como gobernador del Chaco, aquí en casa, el panorama sigue lleno de complicaciones. La vicegobernadora se quedó al mando, pero “con las manos atadas” por si se le ocurre firmar algo y “sin chequera”, claro. Solamente despunta su marcada sonrisa que, según dicen, tranquiliza “únicamente a los más desesperados”. Asoma por ahí también el flamante programa Ñachec, una suerte de “caja PAN” presentado como una revolución asistencial sin intermediarios, que ha sido hasta ahora más ruido que respuesta. En Capitán Solari, el intendente local intentó bloquear la entrega de mercadería, generando un escándalo que demuestra que la gestión provincial aún no se termina de entender del todo con el interior.
Volviendo al viaje, hay que contar también que Leandro Zdero no vuela solo. Lo acompaña su fiel escudero, Bruno Cipolini, quien por primera vez sale del confort de su intendencia en Sáenz Peña para asumir un papel internacional. Para “Cipito”, un hombre con aspiraciones propias —y, dicen, con un ojo puesto en la sucesión—, este viaje es tan prometedor como aterrador. Sobre todo, si las promesas de inversión están en manos de Alfredo Gonzales, que será muy hábil engatusando porteños en la presidencia de la CAME, pero en la misión solo parece estar de “Figuretti”. Y mucho menos pensar en Livio Gutierrez, que como relacionista público es “más frío que un búlgaro”, justamente.
Y aunque Zdero haya dejado 2 muy buenas ideas marchando —“Fortaleza”, ambicioso y acertado plan de salud mental, y “Chaco a la obra”, el sueño del techo propio—, lo único que resalta de su gestión son “solo un par” de ministros. El de economía, Alejandro Abraam, haciendo magia con presupuestos exiguos y un “desastre financiero” nunca visto heredado del “Santy” Pérez Pons —ahora diputado provincial, con el tiempo seguro candidato a otra cosa—, y el Ministro de Justicia y Seguridad, “el Pato” Jorge Gómez, que sigue encarcelando lo «encarcelable», además de mostrar rápida resolución de muchos robos, entre otros casos policiales resonantes, que es lo que muchos chaqueños venían pidiendo a gritos desde hace años. El resto del gabinete parece ser “un grupo de ilustres desconocidos”. Muchos de ellos con expectativas bien altas sobre ellos, pero —remitiéndose a pruebas— las respuestas, por ahora, pocas. De Resistencia ni hablar, la gestión de Roy Nikisch ostenta “la peor imagen entre los intendentes del país”, y convengamos que hasta el momento se hicieron más cosas que en la gestión anterior, pero parece ser que mucho la gente “no sabe, o no ve”, sin olvidar que en algunas zonas de la capital chaqueña, la administración provincial y municipal necesita más que promesas de inversión: “un sacudón urgente”.
Al final del día, el vuelo europeo de Zdero es un recordatorio de que gobernar implica mantener un equilibrio constante. Entre los logros que todavía parecen lejos —como llevar finalmente agua a Charata, convertir a la provincia en un “faro logístico” y la eterna promesa del Segundo Puente—, y los problemas que lo esperan al regreso, podrían convertir este viaje “solo en un soplo de esperanza y alimento al ego croata”.
Recordemos que desde que volvió la democracia, salvo Baroni, nadie que llegó a “El Sillón de Gallardo” se privó de ir a visitar el terruño de sus ancestros. Tenev fue a Bulgaria, Tauguinas a Lituania, Rozas a España, Capitanich a Montenegro. Y que yo recuerde… ningún viaje trajo resultados a la provincia. Ah… Peppo fue gobernador, ¡cierto!
Bueno, él también anduvo por las penínsulas del continente europeo, pero no sé si también visitó parientes,… “es como que tampoco importa”, dijo EL CHAVO.
Diputados
Un gobierno provincial de pocas luces
El hecho de por sí escandaloso adquiere ribetes pintorescos si se tiene en cuenta que el mismísimo gobernador es egresado de esa Facultad; pero adquiere, también, un perfil más bien penoso si se considera que semejante corte de luz no es otra cosa que la confirmación de que Zdero está muy en sintonía con el ajuste que Javier Milei aplica a todas las universidades del país.
No ha sido el mejor año para la educación pública en la Argentina. Víctima de un gobierno nacional que la vacía económicamente y que pretende, a su vez, vaciarla de contenido, estudiantes, maestras y maestros, profesores y trabajadores no docentes, asumieron su defensa y la defensa institucional ante los recortes brutales que dispuso Milei y que ahora Zdero y sus funcionarios vienen a refrendar.
No es un dato menor que la Facultad de Arquitectura se encuentre en estos días en plena campaña para la elección de autoridades. Una contienda en la cual Franja Morada —espacio político del que Zdero formó parte— no las tendría todas consigo. El oportuno corte de luz que cayó sobre la Facultad, valga la imagen, desnuda así sus fines oscuros.
Aunque el presidente de SECHEP, Hilario Bistoletti, quiera insinuar que «se hizo como con cualquier vecino» —como lo sufren los vecinos, podría haber especificado el sinceramiento—, lo cierto es que la Facultad es un espacio público en el cual se ejerce un derecho, ni más ni menos que el Derecho a la Educación. Ese derecho —como tantos otros— que Milei, Zdero y los cómplices del saqueo se empeñan en arrasar cada día en la Argentina de hoy.
Por Mariela Quirós
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