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Sociedad

Tenían 6 años, salieron antes de la escuela y los encontraron asesinados adentro de una heladera

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El 6 de septiembre de 1994 Virginia Aedo Riveros y Héctor Gabriel Peña, vecinos y compañeros de primer grado en un colegio del barrio San José de Florencio Varela, volvieron antes de la escuela porque había faltado una maestra. Ese día, alrededor de las 16, fue la última vez que los vieron con vida. Horas después los encontraron asesinados adentro de una heladera y ese solo fue el inicio de una historia de terror.

Joel Aedo Riveros, el hombre que se creía era el abuelo de Virginia, fue quien encontró los cuerpos de las víctimas en el interior del desvencijado electrodoméstico que guardaban en el fondo de su propia casa. “Estaban los dos juntos, con la ropa toda destruida”, decía visiblemente conmocionado en aquel momento a TN, y agregó: “La saqué a la nena y empecé a gritar”.

Sin embargo, con los años y el avance de la investigación, se supo que ese hombre había sido el responsable de violar y estrangular a la menor, y de golpear y encerrar al amiguito de ella todavía vivo en la heladera, donde finalmente murió por asfixia. Además, una prueba de ADN demostró que Joel Aedo Riveros no era el abuelo de Virginia. Era su papá.

En 2003, el tribunal de Quilmes lo condenó a reclusión perpetua.

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El “doble crimen de la heladera”

Virginia y Héctor tenían 6 años y vivían en casas separadas apenas por un alambrado. Era habitual que se juntaran a jugar durante horas, pero al caer la tarde de aquel fatídico 6 de septiembre, cuando las hermanas del chico volvieron de la escuela a su casa sin él, la madre se desesperó y salió a buscarlo.

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Recién por la noche, con el barrio ya convulsionado por la desaparición de los amigos, el hallazgo de los cuerpos transformó la angustia en espanto. Las víctimas fueron trasladadas de urgencia al hospital más cercano, pero no hubo nada que los médicos pudieran hacer para cambiar su trágico destino. Los dos llegaron muertos.

Entonces empezaron las conjeturas y la versión de una travesura fatal se desparramaba de boca en boca como la hipótesis más probable. En ese sentido, suponían que los chicos se habían escondido en la heladera como parte de un juego, se les había cerrado la puerta en forma accidental y se habían asfixiado.

Sin embargo, el informe de los forenses descartó rápidamente una muerte por accidente. Virginia había sido violada y después asfixiada. Héctor no presentaba signos de abuso sexual, pero sí golpes y lesiones por ahorcamiento.

Entonces, en los medios se empezó a hablar del caso como el “doble crimen de la heladera”.

Los cuerpos de Virginia y Héctor fueron encontrados en el interior de una heladera en desuso en la casa de la nena. (Foto: TN).
Los cuerpos de Virginia y Héctor fueron encontrados en el interior de una heladera en desuso en la casa de la nena. (Foto: TN).

Así hablaba el asesino

La mamá de Virginia vivía en una casa precaria con tres de sus hijos. Pero Virginia, hasta que la asesinaron, vivió con sus abuelos en otra vivienda de la misma cuadra. Todavía nadie lo sabía, pero el asesino nunca abandonó la escena del crimen. Incluso, no esquivaba las cámaras para hablar de su “nieta”.

“Yo la estaba criando (a Virginia) junto con mi señora”, decía a TN Joel Aedo Riveros, el abuelo que después fue condenado a la pena máxima por los homicidios, y explicó: “Mi hija tiene tres bebés más, entonces yo le dije ‘nosotros vamos a criar a esta nena para ayudarte’”.

Y completó: “Ella (Virginia) dormía en el dormitorio con nosotros, la vestíamos, la estábamos educando bien….Dios nos la quitó de las manos a nosotros”.

Sin avances ni acusados

El primer sospechoso en la causa por los homicidios de Virginia y Héctor fue un cartonero paraguayo que vivía cerca de la casa de las víctimas y se llamaba Dionisio Brizuela. El hombre fue detenido y recuperó la libertad dos meses después.

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No había pruebas que justificaran mantenerlo preso y el resultado de los estudios genéticos terminaron de sellar su suerte: el semen que habían encontrado en el cuerpo de la nena asesinada no era de él.

El abuelo Riveros fue citado por la Justicia dentro de una serie de testimoniales y declaró que al momento del crimen, poco después del mediodía, estaba buscando cartones en un supermercado de Varela como habitualmente lo hacía. Su testimonio fue rechazado por los empleados de ese comercio, quienes manifestaron que “el chileno” efectivamente pasaba por allí todos los días, pero lo hacía a última hora de la tarde y no a la siesta.

La contradicción no llamó entonces la atención de nadie y la investigación se estancó sin sospechosos. Con el paso del tiempo, inexorablemente, cayó en el olvido.

Siete años después

Era el año 2001 cuando la investigación por el doble crimen de Florencio Varela se reactivó y giró a la División Homicidios de la Bonaerense. Fue cuando se puso el foco sobre Aedo Riveros, a raíz de aquellas contradicciones en su declaración, entre otros elementos.

Las víctimas tenían 6 años y eran compañeros de la escuela. (Foto: TN).
Las víctimas tenían 6 años y eran compañeros de la escuela. (Foto: TN).

“Lo primero que surgió es que cada vez que había declarado, el hombre había mentido. Él siempre dijo que en el horario en que desaparecieron los nenes estaba recolectando cartones en unos supermercados de Varela, pero en esos comercios dijeron que él solo iba hacia el fin de la tarde. Y además, otros testigos declararon que ese día lo habían visto en la casa”, indicó oportunamente una fuente cercana a la causa a Clarín.

Por su parte, el comisario Honorato afirmó: “Nadie que no fuera de la familia podía meter a los nenes en esa heladera. Ese patio estaba rodeado de una alambrada de tres metros de altura y, por lo tanto, solo se podía acceder ahí por el frente de la casa. A los nenes los mataron ahí”.

Riveros, de nacionalidad chilena y más de 50 años, se convirtió en sospechoso. El juez Mario Caputo firmó la orden de captura en su contra y la policía lo fue a buscar a su casa, donde años antes habían encontrado asesinados a Virginia y a Héctor y donde el hombre seguía viviendo tranquilamente con su esposa como si nada hubiera pasado.

“No sé por qué insisten con acusarlo si es obvio que él no fue”, dijo su mujer, María Virginia Salazar, a los medios que cubrían la noticia. Su marido, no obstante, no presentó resistencia cuando se lo llevaron detenido. Tampoco quiso declarar.

El juicio, la sorpresa y la condena

El juicio por el caso se llevó a cabo en 2003 en la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Quilmes. Después de escuchar los testimonios de los peritos y de por lo menos unos 20 testigos, los jueces Agustín Alvarez Sagarra, Eduardo Pedro Uslenghi y Carlos Rousseau dieron por probado que el día del hecho las víctimas volvieron juntos a la casa donde vivía la nena, sobre la calle Tordillo.

Joel Aedo Riveros se fue esposado de la sala, tras ser condenado a reclusión perpetua. (Foto: gentileza Diario Popular).
Joel Aedo Riveros se fue esposado de la sala, tras ser condenado a reclusión perpetua. (Foto: gentileza Diario Popular).

En ese lugar y a esa hora se encontraba solamente Aedo Riveros, quien violó a la nena y la ahorcó para que no lo denunciara. Al amiguito de ella, único testigo del crimen, lo mató después para que no pudiera identificarlo.

Pero además, los análisis de ADN habían arrojado otra sorpresiva revelación: Virginia no era su nieta, sino su hija. La madre de la menor asesinada era hija adoptiva del chileno y también había sido víctima de abusos sexuales por parte de su padre de crianza.

La decisión de la Justicia fue contundente. Joel Aedo Rivero, con 62 años en ese momento, fue condenado a reclusión perpetua. Además, el tribunal de Quilmes dispuso que, si cumple en vida la pena, sea expulsado de la Argentina y deportado a Chile.

El detalle insólito, según resaltaron las crónicas policiales, fue la reacción que tuvieron después de escuchar el veredicto la esposa del condenado y su hija adoptiva y madre de una de las víctimas. Ambas mujeres lo vieron irse esposado mientras gritaban su inocencia.

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Un hombre le negó un vaso de vino a su vecino, discutieron y recibió una brutal puñalada

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Un hombre de 54 años se encuentra internado tras recibir una puñalada por no compartir su copa de vino. Por el momento, la víctima se encuentra internada en el hospital provincial tras haber sido herido con un cuchillo en la zona abdominal.

El violento ataque ocurrió en la casa de la víctima, este lunes por la tarde, en inmediaciones de José Ingenieros y Ecuador, en el barrio de Villa Gobernador Gálvez, Rosario.

Las primeras medidas del caso fueron ordenadas por la fiscal de Homicidios Dolosos, Georgina Pairola, que le ordenó a la policía de investigaciones que realice las pericias en la casa del hombre herido.

Según publicó el portal Rosario 3, la sobrina de la víctima relató ante los oficiales que mientras tomaba vino con su tío ingresó a la casa un vecino, que le pidió compartir la bebida. En medio de una discusión, el hombre quiso llevarse la botella y el dueño de casa le dio una cachetada en la cara. Luego de eso, recibió una brutal puñalada.

La víctima se encuentra internada en el hospital de Villa Gobernador Gálvez. (Foto: NA).
La víctima se encuentra internada en el hospital de Villa Gobernador Gálvez. (Foto: NA).

Según la información recabada por el personal policial, el autor del ataque está identificado y el herido se encuentra fuera de peligro, pero con una lesión en el epigastrio.

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Ingeniero Budge: un joven quiso defender a su novia de un robo y lo mataron de un tiro en el pecho

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Un joven de 27 años fue asesinado de un balazo en el pecho por dos delincuentes que le robaron el auto mientras llegaba a la casa de su novia en Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora.

El trágico hecho ocurrió este martes, pasadas las 21.00, en Ejército de los Andes y Cosquín, en el barrio Campo Tongui, al sur del conurbano.

La víctima, identificada como Alberto Quiroz, fue sorprendida por dos asaltantes que caminaban por la zona. En cuestión de segundos, lo abordaron, forcejearon y le dispararon. Después, escaparon en su Fiat Siena.

Su pareja, que estaba sentada en el asiento del acompañante, logró huir en medio del robo y llamó a la Policía. A los pocos minutos, llegó una ambulancia que lo llevó a la Unidad de Pronta Atención de Villa Fiorito, a donde ingresó en un estado reservado.

La situación del joven era grave, ya que la bala había entrado por el pecho y le había perforado varios órganos, por lo que tuvieron que trasladarlo al Hospital Gandulfo. Dos horas después, a pesar del esfuerzo de los médicos, Quiroz no resistió y falleció.

El joven baleado fue llevado al Hospital Gadulfo, donde murió horas después. (Foto: Google Maps).
El joven baleado fue llevado al Hospital Gadulfo, donde murió horas después. (Foto: Google Maps).

La causa está siendo investigada por la Sub DDI de Lomas de Zamora. Las autoridades a cargo ordenaron perimetrar la zona del asesinato, y se pidieron las cámaras de seguridad. Fue así que obtuvieron las imágenes del robo y el momento del disparo.

Al cierre de esta nota, los delincuentes siguen prófugos, aunque podrían ser fácilmente reconocidos a través de los videos que registraron el trágico hecho.

Mataron a un gendarme que trabajaba como chofer de una aplicación en Florencio Varela

Jorge López, un gendarme de 33 años, comenzó a trabajar como chofer de una aplicación para reunir dinero y construir su casa en Florencio Varela. El 3 de septiembre, mientras realizaba un viaje, fue brutalmente asesinado por delincuentes que se hicieron pasar por pasajeros para robarle su auto.

El ataque ocurrió cerca de las 7.00, cuando los criminales golpearon salvajemente a López y lo arrojaron al asfalto. Un vecino lo encontró herido y llamó al 911. El gendarme fue trasladado al Hospital Mi Pueblo, pero falleció al día siguiente debido a la gravedad de las heridas.

El gendarme tenía 33 años. (Foto: gentileza Angélica Lopez)
El gendarme tenía 33 años. (Foto: gentileza Angélica Lopez)

La identidad de la víctima fue confirmada mediante el sistema AFIS, ya que los ladrones también se llevaron sus documentos.

Hasta el momento, no fueron identificados los responsables, y en la zona no hay cámaras de seguridad que puedan ayudar a la investigación. La causa está a cargo del fiscal Hernán Daniel Bustos Rivas, de la Unidad Funcional Descentralizada N° 5 de Florencio Varela.

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Allanaron un depósito clandestino y encontraron 40 toneladas de astas de ciervo

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La Subsecretaría de Ambiente de la Nación llevó a cabo un allanamiento en un depósito ilegal de la ciudad de Buenos Aires en donde se encontraron alrededor de 40 toneladas de astas de ciervo.

El procedimiento se realizó a través de la Brigada de Control Ambiental (BCA), que trabajó en conjunto con la Policía Federal Argentina (PFA). Después del operativo, la Justicia clausuró el lugar.

Durante el allanamiento, ordenado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°12 -a cargo de Ariel Lijo-, se secuestró una gran cantidad de astas de ciervo que pertenecieron a distintas especies y que estaban almacenadas de manera ilegal. Allí, se contabilizó una suma cercana a los 40.000 kilos.

Tras el allanamiento, la Justicia clausuró el depósito. (Foto: Subsecretaría de Ambiente)
Tras el allanamiento, la Justicia clausuró el depósito. (Foto: Subsecretaría de Ambiente)

En la Argentina, en los casos de tránsito, comercio, importación, exportación y reexportación de animales vivos, productos y subproductos de la fauna silvestre, se debe estar inscripto en el registro de operadores, según la Resolución 170/21.

A principios del mes pasado, la Subsecretaría de Ambiente de la Nación realizó trece allanamientos simultáneos que se realizaron en diversas localidades del país y en donde se secuestraron más de 3000 trofeos de caza, alrededor de 35 armas de fuego y miles de municiones. Tras el operativo, cuatro personas fueron detenidas, mientras que se ordenó la detención de otras tres.

Entre los elementos encontrados se incluyeron orejas y patas de elefantes, un cuero de yaguareté, cueros, cráneos y astas de ciervos, antílopes, y gato montés, entre otros. Además, en un campo utilizado para la caza en Santiago del Estero, se realizó el rescate de un puma en cautiverio y tres pecaríes, que fueron trasladados a una reserva de la Dirección de Fauna local para su liberación.

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