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Opinión

Evita, la lucha entre la abanderada de los humildes y la mujer del látigo

A 72 años de su muerte, sigue dividiendo aguas. Los que la idolatran no están dispuestos a aceptar ningún cuestionamiento a su figura y quienes la han despreciado en vida y muerte no le conceden ni el beneficio de la duda a su actuación histórica.

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Los mitos en la historia son un tema difícil para el abordaje por parte de los historiadores. Todos los mitos implican una creencia en el personaje, que va más allá de los hechos y de las personas. Puede ser tanto en un sentido de exaltación de las virtudes del protagonista de la historia como la presentación absoluta de sus defectos. Por eso, muchas veces los historiadores argentinos esquivan el tratamiento de los períodos de tiempo y los personajes públicos sobre los cuales las creencias populares superan a la realidad de los hechos. Esta afirmación abarca algunos períodos de la historia contemporánea, como las décadas de 1930 y de 1970, así como también hombres y mujeres de la historia, pero ninguno como el caso de María Eva Duarte de Perón, Evita.

Tan fuerte es el impacto del mito en el relato histórico, que aún en el caso de que el investigador descubra hechos y documentos que contradigan las convicciones generalmente aceptadas, es probable que su trabajo sea despreciado o incluso descalificado por ese hallazgo real que se opone a la mitología establecida. Esto es tan cierto que aquellos que la consideran un personaje central de la vida argentina de la medianía del siglo XX y su proyección posterior, para quienes Evita resulta la “abanderada de los humildes”, en su mayoría no están dispuesto a aceptar ningún cuestionamiento a su figura; de la misma manera que quienes la han despreciado en vida y muerte, llamándola incluso literariamente “la mujer del látigo” no le conceden ni el beneficio de la duda a su actuación histórica.

A pesar de esta prevención, vamos a encontrarnos hoy con Evita para hablar de su historia, a setenta y dos años de su dramática muerte el 26 de julio de 1952.

Su nacimiento y su llegada a los escenarios porteños

María Eva llega al mundo en el seno de la segunda familia de Juan Duarte, un administrador de campos de Junín, casado con Juana Ibarguren. Vale destacar que esta práctica era bastante habitual en las extensas pampas argentinas. Evita nace entonces el 17 de mayo de 1919 en el pueblo de Los Toldos, siendo bautizada allí el 21 de noviembre del mismo año. Era la quinta hermana, la cuarta mujer. Su infancia fue la común para esos tiempos. Desde pequeña mostró interés por la actuación y a los quince años se trasladó a Buenos Aires, donde ya vivía su hermano mayor Juan. La muerte de su padre en un accidente automovilístico iba a desatar la primera polémica historiográfica, ya que hay tantos que afirman el rechazo a la presencia de su familia en el velatorio como los que sostienen la falsedad del episodio.

Su relación con Agustín Magaldi, a quien había conocido en una gira que el cantante de tango hiciera por el interior bonaerense, la ayudó a comenzar una carrera artística que la llevó a convertirse en una muy buena actriz de radioteatros, una buena intérprete teatral, hasta llegar a participar en varias películas con diversa suerte. Se convirtió en una actriz joven muy popular, a tal punto que aparecer en la tapa de varias revistas de espectáculos. Fue fundadora, entre varios artistas, de un sindicato de actores. Cuando su carrera iba consolidándose y siendo protagonista de un ciclo llamado Grandes Mujeres de la Historia, su vida iba a cambiar radicalmente y ese cambio iba también a modificar la historia argentina.

Fue una de las fundadoras del sindicato de artistas. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)
Fue una de las fundadoras del sindicato de artistas. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)

Su encuentro con Perón

El 15 de enero de 1944 un terremoto destruye la ciudad de San Juan y causa más de diez mil muertos. El coronel Juan Domingo Perón, en ese entonces secretario de Trabajo y Previsión asume la responsabilidad de la ayuda a los damnificados. Es así que se organizan colectas de fondos encabezadas por los artistas más reconocidos, además de eventos como el festival benéfico en el estadio Luna Park, en el que se conocen Perón y Evita Duarte, tal como se la conocía en el mundo artístico. Si bien son centenares los que se atribuyen haberlos presentado, es probable que se hayan “flechado” mutuamente el viudo coronel y la ascendente actriz, sin necesidad de celestinos. Al poco tiempo comienzan a convivir en el departamento de la calle Posadas, domicilio de Perón.

A pesar de las leyendas tejidas respecto de la participación de Evita en los eventos del 17 de octubre, se sabe que ese día estaba en Los Toldos terminando unos trámites para poder casarse pocos días. El 22 de octubre se celebra el matrimonio civil en Junín y el 10 de diciembre se casan religiosamente en el convento franciscano de La Plata, luego de haberlo suspendido por la insospechada cantidad de gente que asistió al primer intento. Quizá por coquetería, Evita declara tres años menos de edad. Perón tenía 50 años, y ella 26. Sin duda fueron un matrimonio feliz. Un dato curioso es que, durante la campaña proselitista de 1945/6 rumbo a la presidencia, el matrimonio visitó casi todas las provincias históricas, que eran las jurisdicciones en las que se votaba y juntos celebraron la llegada del año nuevo en Santiago del Estero donde se alojaron en la casa de familia Álvarez.

Eva y Perón. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)
Eva y Perón. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)

Su actuación política

Luego de la asunción del presidente Perón el 4 de junio de 1952, Evita ocupa un lugar poco destacado, pero lentamente se va convirtiendo en la pieza esencial del engranaje de la acción social y de la imagen gubernamental. Sus discursos encendidos, su activa participación en todos los actos oficiales, sus condiciones actorales y declamatorias, pero por sobre todo la empatía que lograba en su relación con los sectores populares, la hicieron crecer en la consideración pública, alcanzando tal popularidad que competía con la del propio Perón. Sin embargo, no hubo competencia entre ellos, ya que naturalmente uno era el líder político y la otra la compañera, formando el equipo político más sólido en la historia moderna de la Argentina.

Su primer gran protagonismo en lo más alto del nuevo poder fue el viaje que realizó, a instancias de su esposo, por las naciones católicas de Europa. El 6 de junio de 1947, junto a Lilian Lagomarsino, esposa del presidente de la Cámara de Diputados, el odontólogo Ricardo Guardo, Evita partió rumbo a Portugal, España, Francia, Italia y la Santa Sede. Fue recibida por los primeros mandatarios como el español Francisco Franco, el italiano Enrico Nicola y el francés Vicent Auriol. Se agregó una inesperada escala en Suiza de carácter privado. Pero sin dudase destacó la audiencia con el papa Pío XII, donde Evita sufrió la decepción de no haber sido nombrada noble pontificia. En Portugal desairó un pedido de Franco y se entrevistó con Juan de Borbón, aspirante al trono hispaño y abuelo del actual rey Felipe VI. Durante su vuelta al país, Evita hizo escalas en Río de Janeiro y Montevideo.

Casamiento de Evita y Juan Domingo Perón. (Gentileza: Eduardo Lazzari)
Casamiento de Evita y Juan Domingo Perón. (Gentileza: Eduardo Lazzari)

A su regreso, retomó la actividad social del gobierno a través de la creación de la Fundación María Eva Duarte de Perón, que fue fundamental para que el gobierno, a través de dicha organización paraestatal, se encargara de muchas de las tareas sociales que hasta entonces realizaba la Sociedad de Beneficencia, que fue intervenida y desactivada, apartando de su tradicional tarea a las damas de la aristocracia argentina, en algunos casos en forma destemplada. Si bien la clase obrera sindicalizada aceptó de buen grado la donación del aumento de sueldos cada mes que se obtenía, la compulsión de los aportes empresarios fue dividiendo a la sociedad entre los defensores de la fundación y sus detractores.

El gobierno, a través de la fundación, construyó barrios obreros, complejos turísticos, policlínicos, la ciudad infantil y la ciudad estudiantil, pero sobre todo se implementó un eficaz sistema de reparto de asistencia social que llegó a enormes sectores de la población. Esto fue acompañado por una gran campaña de propaganda, que permitió el uso partidario de la ayuda social, provocando resistencias sobre todo en el empresariado, y sobre todo en la clase media no peronista que mostraba su disgusto ante la publicidad oficial. La respuesta del gobierno fue la expropiación de algunos grupos industriales, lo que profundizó la oposición sobre todo a la figura de Evita, la esposa omnipresente del presidente.

Una vez sancionada la ley del voto femenino en 1947, los diputados y senadores le entregaron el texto original que permitió el sufragio de las mujeres en las elecciones nacionales de 1951, convirtiendo a Evita en el símbolo de ese logro a favor del derecho femenino. Su libreta cívica fue la Nº 1 y en homenaje a su lucha se permitió que votara en el hospital que hoy lleva su nombre, donde se encontraba internada a raíz de la enfermedad que la llevaría a la tumba: cáncer de cuello de útero.

Sus últimos tiempos y su muerte

En 1951 intentó disputar la candidatura a la vicepresidencia, pero por motivos nunca del todo aclarados, pero seguramente vinculados a su enfermedad y a la resistencia que su figura provocaba entre los altos mandos militares, el apoyo de la CGT no fue suficiente, El 31 de agosto, en un emotivo evento realizado en el centro de Buenos Aires, renunció a la candidatura a través de la transmisión de un mensaje radiofónico. Nunca fue funcionaria, pero la gigantesca acción social que desarrollara, sobre todo a través de la fundación que llevaba su nombre, su cotidiano trato con los humildes y su temprana muerte, el 26 de julio de 1952 a los 33 años la convirtió en un mito y una leyenda, tanto entre sus seguidores como entre sus detractores.

La historia terrible de su cuerpo es una síntesis de los peores años de violencia política del siglo XX en la República. A pedido de Perón, el cadáver es embalsamado por el médico español Pedro Ara, quie realizó el trabajo de momificación que es considerado entre los mejores realizado en los tiempos modernos. Vale destacar que Ara llegó a la Argentina enviado por Francisco Franco para conservar los restos de Manuel de Falla, el genial músico gaditano, muerto en Alta Gracia, Córdoba, en 1946, y se radicó entonces en el país. Los funerales de Evita, los más grandiosos de la historia argentina, duraron casi tres semanas, durante las cuales cientos de miles de personas se acercaron hasta su ataúd velado en la sede de la Fundación, el edificio del antiguo Concejo Deliberante, hoy Legislatura Porteña.

Leé también: Manuel Belgrano: aspectos desconocidos de un padre de la Patria

Comenzaron una serie de exagerados homenajes, como renombrar la recientemente creada provincia de La Pampa y la capital de la provincia de Buenos Aires como “Eva Perón”, la detención de los relojes públicos a las 20,25, hora de su muerte, a la que todas las radios del país debían realizar un minuto de silencio todos los días del año. Además estableció luto obligatorio a todos los empleados públicos a través de un brazalete negro, llegándose al extremo de cesantear a aquellos ciudadanos que se opusieran a portarlo. En las calles, debía guardarse un minuto de silencio deteniéndose toda persona en el lugar donde lo encontraran las 20:25 hs. de cada día. La deriva autoritaria que desde fines de 1952 fue tomando el segundo gobierno de Juan Perón hizo que muchos simpatizantes peronistas sostuvieran que si Evita hubiera estado, todo eso no hubiese ocurrido.

Renuncia a su candidatura a vicepresidenta. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)
Renuncia a su candidatura a vicepresidenta. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)

El dantesco periplo de su cadáver

El cuerpo de Eva Perón es venerado en la Confederación General del Trabajo hasta el derrocamiento de Perón en 1955, cuando comienza una serie de eventos aterradores. El cadáver es secuestrado por el teniente coronel Carlos Moori-Koenig el 23 de noviembre y escondido en una dependencia del Ejército, luego ocultado detrás de la pantalla de un cine en el barrio de Villa Crespo en Buenos Aires, más tarde en una casa perteneciente a la entonces SIDE en el barrio de Belgrano, y finalmente, en esta etapa, uno de los encargados de custodiarlo lo lleva a su casa. En medio de la paranoia que la responsabilidad le provocaba, una noche ve una sombra detrás del ataúd, le dispara y mata a su esposa embarazada.

Los responsables políticos de esos tiempos deciden entonces enviar el cuerpo a Italia, y el 23 de abril de 1957, con un nombre falso y sugerente (María Magis de Magistris, la “mayor de las maestras”) es enterrado en la sepultura 41 del sector 86 en el Cementerio Maggiore de Milán, gracias a una discreta gestión del Vaticano. El 28 de agosto de 1971, los militares que nuevamente ejercían el poder en la Argentina, deciden la entrega del cadáver bastante dañado a su viudo, exiliado en ese entonces en su casa del barrio de Puerta de Hierro, en Madrid. Luego de un viaje por rutas de Italia, Francia, cruzando los Pirineos y España, Perón lo recibe y lo reconoce el 1° de setiembre de ese año.

El 17 de noviembre de 1974, luego de la muerte de Perón en Buenos Aires mientras ejercía su tercera presidencia, el cuerpo de Evita es traído a la Argentina. Ejercía la primera magistratura, la tercera esposa de Perón, María Estela Martínez. El episodio fue precipitado por el robo del cadáver de Pedro Eugenio Aramburu por parte de los Montoneros, que exigieron cambiarlo por el de Evita. Finalmente Evita fue ubicada en una cripta en la residencia presidencial de Olivos, junto al ataúd de Perón, y se exhibió el cuerpo impúdicamente a cambio de la compra de una entrada a la capilla funeraria. Finalmente, en 1976, el cuerpo de Evita fue entregado a su familia de sangre y sepultada en el panteón de los Duarte en el cementerio porteño de la Recoleta, donde yace hasta hoy junto a su madre, su hermano Juan y sus hermanas Elisa, Erminda y Blanca.

No cabe duda que Evita es la mujer más significativa del siglo XX argentino, y su vigencia queda demostrada por las polémicas que aún despierta su actuación pública y su personalidad, a pesar de los 72 años que nos separan de su muerte, más del doble de los años vividos por la “abanderada de los humildes”. Sin duda este artículo ha hecho una apretada síntesis de la vida apasionante de una mujer apasionada, y muchos hechos han quedado omitidos, pero fue la intención realizar una pintura de la vida y de la obra de la segunda esposa del presidente Juan Perón.

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Opinión

La odisea internacional de Zdero: un vuelo de “peso” y también “contrapesos”

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El Gobernador pareciera querer volar alto, literal y metafóricamente, mientras algunos de sus ministros aún luchan por despegar

Leandro Zdero partió hacia Europa con la esperanza de atraer inversiones, fortalecer lazos internacionales y, en palabras más prosaicas, darle a Chaco la oportunidad de codeárse con el mundo. Nada menos que el viejo continente para una gestión que asumió, digamos, con una pista un “tanto accidentada”. Un gobernador con visión global, dirían algunos; un hombre buscando “oxígeno fresco” en una gestión que heredó desafíos pesados, dirían otros.

Entre encuentros diplomáticos, condecoraciones de rigor y el reglamentario beso al anillo del papa Francisco, la travesía del gobernador lleva implícito ese aire de novedad que trae pensar «en el mundo» en esta era Milei. La idea de buscar horizontes siempre suena bien, especialmente cuando se trata de convencer a los inversores europeos de que el Chaco tiene más que ofrecer que los eternos problemas económicos y “el Impenetrable” que, para ser turísticamente “el secreto de Argentina”, necesitaría la quimera de estar cerca del aeropuerto de Resistencia.

Mientras el primer mandatario pilotea su primer viaje como gobernador del Chaco, aquí en casa, el panorama sigue lleno de complicaciones. La vicegobernadora se quedó al mando, pero “con las manos atadas” por si se le ocurre firmar algo y “sin chequera”, claro. Solamente despunta su marcada sonrisa que, según dicen, tranquiliza “únicamente a los más desesperados”. Asoma por ahí también el flamante programa Ñachec, una suerte de “caja PAN” presentado como una revolución asistencial sin intermediarios, que ha sido hasta ahora más ruido que respuesta. En Capitán Solari, el intendente local intentó bloquear la entrega de mercadería, generando un escándalo que demuestra que la gestión provincial aún no se termina de entender del todo con el interior.

Volviendo al viaje, hay que contar también que Leandro Zdero no vuela solo. Lo acompaña su fiel escudero, Bruno Cipolini, quien por primera vez sale del confort de su intendencia en Sáenz Peña para asumir un papel internacional. Para “Cipito”, un hombre con aspiraciones propias —y, dicen, con un ojo puesto en la sucesión—, este viaje es tan prometedor como aterrador. Sobre todo, si las promesas de inversión están en manos de Alfredo Gonzales, que será muy hábil engatusando porteños en la presidencia de la CAME, pero en la misión solo parece estar de “Figuretti”. Y mucho menos pensar en Livio Gutierrez, que como relacionista público es “más frío que un búlgaro”, justamente.

Y aunque Zdero haya dejado 2 muy buenas ideas marchando —“Fortaleza”, ambicioso y acertado plan de salud mental, y “Chaco a la obra”, el sueño del techo propio—, lo único que resalta de su gestión son “solo un par” de ministros. El de economía, Alejandro Abraam, haciendo magia con presupuestos exiguos y un “desastre financiero” nunca visto heredado del “Santy” Pérez Pons —ahora diputado provincial, con el tiempo seguro candidato a otra cosa—, y el Ministro de Justicia y Seguridad, “el Pato” Jorge Gómez, que sigue encarcelando lo «encarcelable», además de mostrar rápida resolución de muchos robos, entre otros casos policiales resonantes, que es lo que muchos chaqueños venían pidiendo a gritos desde hace años. El resto del gabinete parece ser “un grupo de ilustres desconocidos”. Muchos de ellos con expectativas bien altas sobre ellos, pero —remitiéndose a pruebas— las respuestas, por ahora, pocas. De Resistencia ni hablar, la gestión de Roy Nikisch ostenta “la peor imagen entre los intendentes del país”, y convengamos que hasta el momento se hicieron más cosas que en la gestión anterior, pero parece ser que mucho la gente “no sabe, o no ve”, sin olvidar que en algunas zonas de la capital chaqueña, la administración provincial y municipal necesita más que promesas de inversión: “un sacudón urgente”.

Al final del día, el vuelo europeo de Zdero es un recordatorio de que gobernar implica mantener un equilibrio constante. Entre los logros que todavía parecen lejos —como llevar finalmente agua a Charata, convertir a la provincia en un “faro logístico” y la eterna promesa del Segundo Puente—, y los problemas que lo esperan al regreso, podrían convertir este viaje “solo en un soplo de esperanza y alimento al ego croata”.

Recordemos que desde que volvió la democracia, salvo Baroni, nadie que llegó a “El Sillón de Gallardo” se privó de ir a visitar el terruño de sus ancestros. Tenev fue a Bulgaria, Tauguinas a Lituania, Rozas a España, Capitanich a Montenegro. Y que yo recuerde… ningún viaje trajo resultados a la provincia. Ah… Peppo fue gobernador, ¡cierto!

Bueno, él también anduvo por las penínsulas del continente europeo, pero no sé si también visitó parientes,… “es como que tampoco importa”, dijo EL CHAVO.

 

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Diputados

Un gobierno provincial de pocas luces

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Por si hacía falta otra muestra para confirmar de qué lado de la mecha —esa imagen que tanto le gusta, quizás la única que sus asesores supieron construir—, de qué lado están Zdero y su gobierno en relación con la educación pública, este jueves, en un horario insólito y malicioso, una cuadrilla de SECHEP procedió a dejar sin luz a la Facultad de Arquitectura de la UNNE.


El hecho de por sí escandaloso adquiere ribetes pintorescos si se tiene en cuenta que el mismísimo gobernador es egresado de esa Facultad; pero adquiere, también, un perfil más bien penoso si se considera que semejante corte de luz no es otra cosa que la confirmación de que Zdero está muy en sintonía con el ajuste que Javier Milei aplica a todas las universidades del país.

No ha sido el mejor año para la educación pública en la Argentina. Víctima de un gobierno nacional que la vacía económicamente y que pretende, a su vez, vaciarla de contenido, estudiantes, maestras y maestros, profesores y trabajadores no docentes, asumieron su defensa y la defensa institucional ante los recortes brutales que dispuso Milei y que ahora Zdero y sus funcionarios vienen a refrendar.

No es un dato menor que la Facultad de Arquitectura se encuentre en estos días en plena campaña para la elección de autoridades. Una contienda en la cual Franja Morada —espacio político del que Zdero formó parte— no las tendría todas consigo. El oportuno corte de luz que cayó sobre la Facultad, valga la imagen, desnuda así sus fines oscuros.

Aunque el presidente de SECHEP, Hilario Bistoletti, quiera insinuar que «se hizo como con cualquier vecino» —como lo sufren los vecinos, podría haber especificado el sinceramiento—, lo cierto es que la Facultad es un espacio público en el cual se ejerce un derecho, ni más ni menos que el Derecho a la Educación. Ese derecho —como tantos otros— que Milei, Zdero y los cómplices del saqueo se empeñan en arrasar cada día en la Argentina de hoy.

 

Por Mariela Quirós

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Opinión

La Década Ganada o de El Peronismo de Perón

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Hace algunos días me despaché con un aburrido soliloquio sobre la traición y la romantización de la política, ya se trate de La Década Ganada o de El Peronismo de Perón, que son los relatos detrás de los cuales, al menos en el Chaco, muchos compañeros y compañeras se refugian, pero también las banderas para posicionarse en la interna posderrota.

Los dos revisionismos -los que nos llevan a Néstor y Cristina o a Perón y Evita- contendrían, en mi opinión, fijadas en un tiempo sin tiempo como un bicho atrapado en una gota de ámbar las recetas para resolver los problemas del peronismo de hoy y -lo que es más importante, de acuerdo a las Veinte Verdades- los desafíos de la Argentina de hoy. Pero dejemos por un momento el pensamiento mágico. Vayamos de la acción poética a la acción política, a ver qué onda.

Si bajamos al planeta Tierra y retrocedemos un año no vemos equipos de gestión planificando un Chaco pujante; vemos a Capitanich arrastrando una roca cuesta arriba, como Sísifo, héroe de lo absurdo, mientras arreciaban las rivalidades internas y compañeros y compañeras arreglaban su futuro con la derrota inexorable en el horizonte; vemos agachadas, matufias, enemigos íntimos y entenados que reclamaban juicios por alimentos y paternidades.

Y un año después todo sigue igual: en la agenda política los relatos se desvanecen y sólo quedan los enfrentamientos pedestres, las chicanas, los memes y el sálvese quien pueda. Esos mismos agentes del caos, estuvieran o no en el gobierno anterior, ahora se enfrentan en una interna vacía de heroísmos (y no tiene por qué haberlos, porque una interna es el justo medio entre la mezquindad y la transigencia para acumular masa crítica).

Recuerdo que hace algunos meses había al menos dos posturas contrarias para renovar, reconstruir o refundar el peronismo que perdió contra la sociedad chaqueña: la que sostenía que era momento de juntar a todos y todas, tregua mediante, costos políticos mediante, por izquierda, centro y derecha, y ponerse a laburar para volver en 2027, y la que afirmaba que los traidores que cortaron boletas, los que no tienen votos y los que los piantan, los que sólo piensan en su quintita, se pueden ir bien al carajo porque llegó el momento de arrancar de cero, con los buenos y buenas adentro, y con los malos y malas afuera.

El armado de las listas para la interna del PJ nacional puso un poco de contraste en ese lienzo embadurnado, siquiera para facilitarnos el análisis. No ganó el “es con todos”, porque no hay coquistas de pura cepa ni en la lista de Cristina ni en la de Quintela (alguien me dirá que Marín “es de Coqui”, pero Marín es de Cristina). Tampoco ganó el “que se mueran los feos”. En el revoleo, eso sí, ganó Gustavo. Ganó Gustavo y perdió Coqui, no por estar enfrentado a Gustavo, porque aunque no se soporten han sabido convivir a lo largo de los años, sino por tensar las cosas con el resto del peronismo. Y no digo que haya ganado la interna: digo que avanzó un casillero.

Cómo llegó Gustavo a integrar la lista de Cristina a pesar de su enemistad con los sectores que le dividieron el voto peronista en 2019 y 2023; cómo llegaron ellos a dejarle abierta una ventana para que se colara subrepticiamente después de que también él le dividió el voto peronista a Capitanich, es casi una obviedad: no fueron doctrinas irreconciliables súbitamente armonizadas y no fue, sin dudas, una conspiración. Es la política, estúpido. Lo que Juan Manuel Chapo llama “amontonamiento” (y tal vez lo sea) es el resultado de todas esas tensiones y de la necesidad de no morir en el intento.

Lo que sí parece es que sin haber llegado a ninguna interna formal, Capitanich arrancó tres a cero abajo. Su ausencia de la provincia fue anecdótica y hasta comprensible al principio, pero con el correr de los meses se convirtió en vacío de liderazgo. Mientras llovían reproches, Capitanich fue perdiendo aliados dentro y fuera del partido, ya fuera por desagradecimiento o, de nuevo, por instinto de supervivencia. Y ahora, encima, le quieren facturar la responsabilidad de haberle facilitado el aval del PJ chaqueño a Quintela para que lo que hubiera sido un punto de inflexión fundacional -o una refundación- del peronismo nacional se convirtiera en una pelea en el barro mientras Milei y Zdero se cagan de risa.

Por supuesto que Milei y Zdero no tienen motivos para reírse, uno convertido por la ahora excanciller en un pelotudo internacional, y el otro haciendo malabares para acallar los casos de corrupción que le saltan en todos los ministerios y organismos dos veces por semana. Pero al menos tienen un poco de oxígeno mientras el país y el Chaco contemplan atónitos la “pelea de gatos” del PJ.

Con Capitanich viviendo en Buenos Aires, el dirigente peronista más importante, al menos por el peso de la historia aunque mida cinco puntos, es Gustavo Martínez, que hoy ocupa un módico quinto lugar como candidato a Consejero Suplente en la lista de Cristina. Pero así, de a poquito, Gustavo vuelve a poner una pata en el PJ de cara a una eventual interna provincial.

Adicionalmente habría que decir que Gustavo tiene la habilidad o el carisma para recorrer la provincia y ser recibido en cualquier unidad básica como un compañero afable, mientras el coquismo, integrado en gran medida por exfuncionarios del último gobierno e impedido por eso mismo de pisar el territorio para no echar sal sobre las heridas que dejó abiertas, se tiene que conformar con diseñar memes mientras espera que Messi vuelva a frotar la lámpara y la clave en un ángulo.

Hay, finalmente, una tercera posibilidad: que Capitanich haya estado detrás de todo lo que pasó. Detrás de la candidatura de Magda Ayala a Vice de Quintela como parte de un acuerdo supersecreto con Axel Kicillof, que supuso también el aval a su lista para la interna mientras en público pregonaba el acompañamiento a CFK. O que haya estado detrás del ingreso de Gustavo a la lista de Cristina dando el visto bueno a un reencuentro lo menos traumático posible, de forma tal que el peronismo vuelva a estar unido para lo que se viene sabiendo que la gesta de Quintela tenía los días contados. Es decir, que haya sido el artífice de todo este confuso cuadro sinóptico con flechitas que apuntan a todos lados, como ese diablo que mea en todas partes y en ningún lado hace espuma.

Pero en la cancha se ven los pingos. Si llegado el caso se impone una interna provincial y Capitanich decide revalidar su conducción y lo consigue -por consenso con una lista única o por los votos derrotando al que se le ponga enfrente- entonces la confusión dejará paso al orden. El que gana conduce, el que pierde acompaña. Y todas estas especulaciones, operaciones y versiones serán historia antigua.

 

CM

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