El Partido Demócrata está en shock. El equipo de campaña del presidente Joe Biden analiza hoy cómo gestionar de la mejor manera posible el impacto que tuvo en el escenario político estadounidense y en la sociedad en general el atentado frustrado contra Donald Trump.
La campaña ya venía cuesta arriba. Ahora, la situación es crítica. En medio de un panorama de desesperanza, se espera en los próximos días un aumento de la presión interna para que el mandatario abandone su carrera por la reelección. Solo hay un impasse producido por el ataque que sacudió a la democracia norteamericana.
Si antes era difícil ganarle a Trump, ahora la misión parece imposible para un presidente debilitado y cuya salud física y mental es puesta en duda a cada paso y en cada palabra. Incluso, a pesar de que en sus últimas apariciones públicas, como en su extensa rueda de prensa tras la cumbre de la OTAN el jueves pasado, se mostró más convincente y sin titubeos, como durante el desastroso primer debate presidencial.
Cómo luchar contra una imagen simbólica de Donald Trump ensangrentado y con el puño en alto
La primera reacción de la campaña demócrata fue la más simple. Cuando aún se desconocía lo que había pasado con el candidato republicano, suspendió “todas las comunicaciones” de propaganda política y se movió rápido para bajar los anuncios de TV.
Si bien no está claro hasta cuándo se hará extensiva la medida, nadie duda de que el impacto del atentado obligará al partido a mantenerse por ahora en un segundo plano. Por lo pronto, Biden canceló un viaje a Texas en el que tenía previsto hablar este lunes en una ceremonia por el 60° aniversario de la Ley de Derechos Civiles en la Biblioteca Presidencial Lyndon B. Johnson.
Lo mismo hizo su vice, Kalama Harris, principal señalada como eventual candidata en caso de que el mandatario de un paso al costado. La vicepresidenta postergó un viaje de campaña a la Florida previsto para el martes, en el que se iba a reunir con votantes demócratas.
La imagen de un Trump ensangrentado, con el puño en alto y llamando a la lucha mientras se retiraba herido de la tarima en la que hablaba en un acto el sábado en Pensilvania, valdrá más que cualquier discurso o medida de gobierno que adopte la Casa Blanca de aquí a las elecciones del 5 de noviembre. Lo sabe Biden y lo saben sus asesores de campaña.
En ese marco, en los próximos días crecerá el debate -y en especial la presión- sobre la conveniencia de mantener la postulación de Biden, decidida en elecciones primarias y a la cual el presidente se aferra cada vez más convencido. Nada será lo mismo a partir de ahora. Los demócratas deberán prepararse para un nuevo escenario político en el que el Biden no parece ser su mejor jugador.
Trump, por el contrario, volverá recargado a la campaña. Su puño en alto predice que su discurso se inflamará aún más tras salir casi ileso de un balazo que le rozó la oreja. El jueves próximo será ungido candidato presidencial en la convención republicana que iniciará este lunes en Milwaukee. Allí se verá todo el impulso que el frustrado atentado le dio a la campaña opositora.
Comienza una nueva campaña electoral
La sociedad estadounidense se suele unir después de hechos dramáticos como el que sacudió el sábado al país. Pero en la actual coyuntura, esta unidad tiene a simple vista muy poca vida. El país está polarizado y el atentado ha aumentado la tensión política a niveles peligrosos.
“No es una exageración decir que este acto de violencia tendrá profundas implicaciones para la campaña presidencial que está en marcha. Fue un suceso devastador en un momento crítico -como la víspera de la Convención Nacional Republicana, que comienza el lunes en Milwaukee- que afectará el curso de la campaña y tal vez el resultado mismo” de las elecciones, escribió en The Washington Post el analista Dan Balz.
Antes del ataque, Biden había profundizado su ataque contra Trump. En un acto en Michigan el viernes, lo llamó delincuente convicto y violador, al citar las varias facturas que le pasó la justicia al magnate. Para los seguidores de Trump, ese tipo de discursos son los que provocaron el atentado. Creen que el ataque a balazos es un símbolo de la persecución judicial que aseguran se lleva a cabo contra su líder para evitar que vuelva a la Casa Blanca.
“Lamentablemente, las amenazas de violencia forman parte de la política estadounidense actual. Las amenazas se ciernen sobre una nación políticamente dividida, cada vez más enojada y temerosa de lo que puedan deparar las próximas elecciones. La hostilidad se ha convertido en un sello distintivo de la política actual”, afirmó Balz.
En ese contexto de hostilidad creciente, los demócratas deberán poner sobre la mesa una nueva estrategia de campaña. No solo tendrán que decidir si finalmente Biden será su candidato, sino cómo lograrán revertir la ventaja que Trump mantiene en todas las encuestas y cuál será la mejor manera de contraponerse a la imagen de un rival “invencible” que sobrevivió a un ataque a balazos, ensangrentado y con el puño en alto mientras llama a la “lucha”.
“Lo que la ciencia política ha descubierto es que los seguidores de un partido ya no solo están en desacuerdo con los del otro bando, como ocurría antes, sino que ahora ven a sus oponentes como una amenaza para la estructura misma y el futuro del país, adversarios cuyos valores son contrarios a los suyos y, en su opinión, a los del país. Las campañas son el Armagedón; perder trae el apocalipsis”, resumió Balz.
Habrá que ver ahora hasta dónde están dispuestos a llegar los demócratas para mantenerse en la Casa Blanca.