Opinión
Desfiles y banderas
La apelación al nacionalismo del Pacto de Mayo y el desfile del 9 de Julio, un distractivo para tapar la falta de ideas que afecta al programa económico.
«El Gobierno fracasó, lo que no hiciste en los primeros siete meses no lo haces más», exagera un dirigente libertario de buen diálogo con Milei. Pero la decepción se entiende desde el punto de vista de los que la ven: pasado largamente el período de luna de miel de todo gobernante, Milei no ha conseguido cambiar el régimen monetario, levantar el cepo, privatizar, bajar impuestos, llevar la inflación a nivel de los países de la región, ni reformar las leyes laborales. Hasta Télam seguirá funcionando, con nuevo nombre claro.
Y esto sin mencionar lo más importante: Milei y Caputo decidieron que para frenar la inflación era necesario provocar una recesión histórica de una profundidad cuyo piso aún se desconoce, sin tener clara la ruta de salida. En ese momento estamos.
Este pantano en el que ingresó la gestión económica de Milei y Caputo se nota sobre todo en la tensión con el FMI, que cuestiona el inmovilismo del equipo económico. Piden devaluación y una hoja de ruta clara para levantar el cepo y unificar el tipo de cambio. Milei les contesta con insultos, Caputo hace lo que hace siempre: miente y dice que esta todo bien con el organismo. Son estilos diferentes que coinciden en el fondo: se han quedado sin ideas.
La apelación al nacionalismo de directora de escuela primaria de los ochenta que imprimieron al Pacto de Mayo y el desfile del 9 de Julio, confirman la falta de ideas. Se trata de despliegues más afines al posicionamiento político de la vice Villarruel, que a ese hipercapitalismo global que prometen Caputo y Milei. Como no hay nada para vender en la economía, vendamos desfiles y banderas. Ya se hizo y no funcionó. Nada nuevo por ahí.
El tortuoso ingreso de Federico Sturzenegger al gabinete puede ser interpretado como una lectura fina de Milei del momento económico, un guiño al FMI, mostrar al candidato supuestamente mas equipado para transitar la segunda etapa, cuando ya no quede nada para licuar.
Sturzenegger es amigo personal del chileno Rodrigo Valdés, que supervisa el caso argentino y que Caputo intentó desplazar como interlocutor y fracasó rotundamente. Valdés propone para el país un régimen de flotación sucia como el que tienen la mayoría de las economías latinoamericanas. En su último staff report, el Fondo lo escribió de manera explícita y hasta le puso a Milei y su ministro los ejemplos de Uruguay y Perú, por si tenían alguna duda sobre que se espera de ellos. Sturzenegger y su amigo Fausto Spotorno piensan parecido al FMI. El pecado de Spotorno fue decirlo públicamente, por eso lo echaron.
Pero también puede ser que el ingreso de Sturzenegger simplemente responda a una afinidad personal de Milei y que no haya ninguna corrección política de alto vuelo detrás. «Milei y Karina definen casi todo por cuestiones personales, fíjate que en su discurso en Morón Karina dijo que ella se había propuesto armar el partido en todo el país, lo enunció como lo que es, un proyecto personal», explica un dirigente libertario.
La falta de articulación política del proyecto de país que insinúa Milei es una dificultad cada vez más visible del gobierno. «El problema es que Javier no habla con nadie», simplifica un empresario. Ese es un problema importante, pero está acompañado por otro: No hay ningún funcionario hablando en su lugar, generando espacios para debatir, acordar y revisar la secuencia de políticas económicas y reformas que -se supone- necesita la Argentina.
La salida de Nicolás Posse agravó ese problema. El ex jefe de Gabinete intentó llevar el pulso de un diálogo sostenido con los factores de poder de Estados Unidos y la Argentina. «Le quedaba grande, pero después no vino nada», reconoce un miembro del gabinete. Su lugar de eje central del gobierno lo ocupó Santiago Caputo, que está enfocado en sostener a su primo Toto en Economía y colocar funcionarios en puestos claves para acumular poder y cerrar negocios.
Guillermo Francos sigue siendo lo que era: ministro del Interior, sólo que ahora le dicen Jefe de Gabinete. Y Karina Milei es la custodia última de la intimidad del poder de su hermano y armadora de La Libertad Avanza a nivel nacional. «Karina no entiende que en política no funcionan los testaferros, ella corre dirigentes y pone a desconocidos como presidentes de partido en la idea que el año que viene los va a llamar y les va a dictar las listas, quiero ver que tanto la obedecen cuando tengan la firma de su distrito», comenta un diputado libertario.
«Ella y Santiago no son políticos, por eso piensan que la política no tiene códigos», agrega para explicar porque no logran cerrar ninguna alianza sólida y viven agraviando a propios y extraños.
Como sea, los meses pasan y el gobierno suma y pierde al mismo tiempo, sin lograr darse un orden político. Karina cree, como muchos recién llegados a la política, que se trata de conseguir la propiedad de los sellos, que es un problema de orden legal reglamentario.
Francos juega a cerrar acuerdos -que sabe frágiles- y Santiago Caputo cree que descubrió la pólvora de sumar el apoyo de gobernadores peronistas del norte, mientras al mismo tiempo ofende a Macri, cobrándose viejos ninguneos de Marcos Peña, que dejó afuera de aquel gobierno a él y sus socios.
La desorientación del peronismo es un dato real que parece bajarle el costo a esta falta de rumbo. Pero esa mirada es un poco superficial: los gobiernos pueden entrar en crisis aunque enfrente no haya nada claro. Pueden ocurrir las dos cosas al mismo tiempo: un gobierno empantanado, una oposición sin rumbo. El problema es que el peligro -en democracia- siempre es más grande para quien ejerce el poder.
El gobierno ahora va a lanzar la reforma política, la lista única y la eliminación de las PASO con la excusa que son caras y no hay plata. Los gobernadores de Juntos debatieron el tema en la previa del acto de Tucumán: aceptan lista única, rechazan eliminar las PASO. Pero para todos esta claro que se trata apenas de otra creación del laboratorio libertario, para ganar tiempo y no perder la iniciativa: que es lo que hacen los gobiernos en el ocaso, no cuando se suponen que están en el peak de un proyecto que prometió cambiar de raíz a la Argentina.
Opinión
La odisea internacional de Zdero: un vuelo de “peso” y también “contrapesos”
El Gobernador pareciera querer volar alto, literal y metafóricamente, mientras algunos de sus ministros aún luchan por despegar
Leandro Zdero partió hacia Europa con la esperanza de atraer inversiones, fortalecer lazos internacionales y, en palabras más prosaicas, darle a Chaco la oportunidad de codeárse con el mundo. Nada menos que el viejo continente para una gestión que asumió, digamos, con una pista un “tanto accidentada”. Un gobernador con visión global, dirían algunos; un hombre buscando “oxígeno fresco” en una gestión que heredó desafíos pesados, dirían otros.
Entre encuentros diplomáticos, condecoraciones de rigor y el reglamentario beso al anillo del papa Francisco, la travesía del gobernador lleva implícito ese aire de novedad que trae pensar «en el mundo» en esta era Milei. La idea de buscar horizontes siempre suena bien, especialmente cuando se trata de convencer a los inversores europeos de que el Chaco tiene más que ofrecer que los eternos problemas económicos y “el Impenetrable” que, para ser turísticamente “el secreto de Argentina”, necesitaría la quimera de estar cerca del aeropuerto de Resistencia.
Mientras el primer mandatario pilotea su primer viaje como gobernador del Chaco, aquí en casa, el panorama sigue lleno de complicaciones. La vicegobernadora se quedó al mando, pero “con las manos atadas” por si se le ocurre firmar algo y “sin chequera”, claro. Solamente despunta su marcada sonrisa que, según dicen, tranquiliza “únicamente a los más desesperados”. Asoma por ahí también el flamante programa Ñachec, una suerte de “caja PAN” presentado como una revolución asistencial sin intermediarios, que ha sido hasta ahora más ruido que respuesta. En Capitán Solari, el intendente local intentó bloquear la entrega de mercadería, generando un escándalo que demuestra que la gestión provincial aún no se termina de entender del todo con el interior.
Volviendo al viaje, hay que contar también que Leandro Zdero no vuela solo. Lo acompaña su fiel escudero, Bruno Cipolini, quien por primera vez sale del confort de su intendencia en Sáenz Peña para asumir un papel internacional. Para “Cipito”, un hombre con aspiraciones propias —y, dicen, con un ojo puesto en la sucesión—, este viaje es tan prometedor como aterrador. Sobre todo, si las promesas de inversión están en manos de Alfredo Gonzales, que será muy hábil engatusando porteños en la presidencia de la CAME, pero en la misión solo parece estar de “Figuretti”. Y mucho menos pensar en Livio Gutierrez, que como relacionista público es “más frío que un búlgaro”, justamente.
Y aunque Zdero haya dejado 2 muy buenas ideas marchando —“Fortaleza”, ambicioso y acertado plan de salud mental, y “Chaco a la obra”, el sueño del techo propio—, lo único que resalta de su gestión son “solo un par” de ministros. El de economía, Alejandro Abraam, haciendo magia con presupuestos exiguos y un “desastre financiero” nunca visto heredado del “Santy” Pérez Pons —ahora diputado provincial, con el tiempo seguro candidato a otra cosa—, y el Ministro de Justicia y Seguridad, “el Pato” Jorge Gómez, que sigue encarcelando lo «encarcelable», además de mostrar rápida resolución de muchos robos, entre otros casos policiales resonantes, que es lo que muchos chaqueños venían pidiendo a gritos desde hace años. El resto del gabinete parece ser “un grupo de ilustres desconocidos”. Muchos de ellos con expectativas bien altas sobre ellos, pero —remitiéndose a pruebas— las respuestas, por ahora, pocas. De Resistencia ni hablar, la gestión de Roy Nikisch ostenta “la peor imagen entre los intendentes del país”, y convengamos que hasta el momento se hicieron más cosas que en la gestión anterior, pero parece ser que mucho la gente “no sabe, o no ve”, sin olvidar que en algunas zonas de la capital chaqueña, la administración provincial y municipal necesita más que promesas de inversión: “un sacudón urgente”.
Al final del día, el vuelo europeo de Zdero es un recordatorio de que gobernar implica mantener un equilibrio constante. Entre los logros que todavía parecen lejos —como llevar finalmente agua a Charata, convertir a la provincia en un “faro logístico” y la eterna promesa del Segundo Puente—, y los problemas que lo esperan al regreso, podrían convertir este viaje “solo en un soplo de esperanza y alimento al ego croata”.
Recordemos que desde que volvió la democracia, salvo Baroni, nadie que llegó a “El Sillón de Gallardo” se privó de ir a visitar el terruño de sus ancestros. Tenev fue a Bulgaria, Tauguinas a Lituania, Rozas a España, Capitanich a Montenegro. Y que yo recuerde… ningún viaje trajo resultados a la provincia. Ah… Peppo fue gobernador, ¡cierto!
Bueno, él también anduvo por las penínsulas del continente europeo, pero no sé si también visitó parientes,… “es como que tampoco importa”, dijo EL CHAVO.
Diputados
Un gobierno provincial de pocas luces
El hecho de por sí escandaloso adquiere ribetes pintorescos si se tiene en cuenta que el mismísimo gobernador es egresado de esa Facultad; pero adquiere, también, un perfil más bien penoso si se considera que semejante corte de luz no es otra cosa que la confirmación de que Zdero está muy en sintonía con el ajuste que Javier Milei aplica a todas las universidades del país.
No ha sido el mejor año para la educación pública en la Argentina. Víctima de un gobierno nacional que la vacía económicamente y que pretende, a su vez, vaciarla de contenido, estudiantes, maestras y maestros, profesores y trabajadores no docentes, asumieron su defensa y la defensa institucional ante los recortes brutales que dispuso Milei y que ahora Zdero y sus funcionarios vienen a refrendar.
No es un dato menor que la Facultad de Arquitectura se encuentre en estos días en plena campaña para la elección de autoridades. Una contienda en la cual Franja Morada —espacio político del que Zdero formó parte— no las tendría todas consigo. El oportuno corte de luz que cayó sobre la Facultad, valga la imagen, desnuda así sus fines oscuros.
Aunque el presidente de SECHEP, Hilario Bistoletti, quiera insinuar que «se hizo como con cualquier vecino» —como lo sufren los vecinos, podría haber especificado el sinceramiento—, lo cierto es que la Facultad es un espacio público en el cual se ejerce un derecho, ni más ni menos que el Derecho a la Educación. Ese derecho —como tantos otros— que Milei, Zdero y los cómplices del saqueo se empeñan en arrasar cada día en la Argentina de hoy.
Por Mariela Quirós
Opinión
La Década Ganada o de El Peronismo de Perón
Hace algunos días me despaché con un aburrido soliloquio sobre la traición y la romantización de la política, ya se trate de La Década Ganada o de El Peronismo de Perón, que son los relatos detrás de los cuales, al menos en el Chaco, muchos compañeros y compañeras se refugian, pero también las banderas para posicionarse en la interna posderrota.
Los dos revisionismos -los que nos llevan a Néstor y Cristina o a Perón y Evita- contendrían, en mi opinión, fijadas en un tiempo sin tiempo como un bicho atrapado en una gota de ámbar las recetas para resolver los problemas del peronismo de hoy y -lo que es más importante, de acuerdo a las Veinte Verdades- los desafíos de la Argentina de hoy. Pero dejemos por un momento el pensamiento mágico. Vayamos de la acción poética a la acción política, a ver qué onda.
Si bajamos al planeta Tierra y retrocedemos un año no vemos equipos de gestión planificando un Chaco pujante; vemos a Capitanich arrastrando una roca cuesta arriba, como Sísifo, héroe de lo absurdo, mientras arreciaban las rivalidades internas y compañeros y compañeras arreglaban su futuro con la derrota inexorable en el horizonte; vemos agachadas, matufias, enemigos íntimos y entenados que reclamaban juicios por alimentos y paternidades.
Y un año después todo sigue igual: en la agenda política los relatos se desvanecen y sólo quedan los enfrentamientos pedestres, las chicanas, los memes y el sálvese quien pueda. Esos mismos agentes del caos, estuvieran o no en el gobierno anterior, ahora se enfrentan en una interna vacía de heroísmos (y no tiene por qué haberlos, porque una interna es el justo medio entre la mezquindad y la transigencia para acumular masa crítica).
Recuerdo que hace algunos meses había al menos dos posturas contrarias para renovar, reconstruir o refundar el peronismo que perdió contra la sociedad chaqueña: la que sostenía que era momento de juntar a todos y todas, tregua mediante, costos políticos mediante, por izquierda, centro y derecha, y ponerse a laburar para volver en 2027, y la que afirmaba que los traidores que cortaron boletas, los que no tienen votos y los que los piantan, los que sólo piensan en su quintita, se pueden ir bien al carajo porque llegó el momento de arrancar de cero, con los buenos y buenas adentro, y con los malos y malas afuera.
El armado de las listas para la interna del PJ nacional puso un poco de contraste en ese lienzo embadurnado, siquiera para facilitarnos el análisis. No ganó el “es con todos”, porque no hay coquistas de pura cepa ni en la lista de Cristina ni en la de Quintela (alguien me dirá que Marín “es de Coqui”, pero Marín es de Cristina). Tampoco ganó el “que se mueran los feos”. En el revoleo, eso sí, ganó Gustavo. Ganó Gustavo y perdió Coqui, no por estar enfrentado a Gustavo, porque aunque no se soporten han sabido convivir a lo largo de los años, sino por tensar las cosas con el resto del peronismo. Y no digo que haya ganado la interna: digo que avanzó un casillero.
Cómo llegó Gustavo a integrar la lista de Cristina a pesar de su enemistad con los sectores que le dividieron el voto peronista en 2019 y 2023; cómo llegaron ellos a dejarle abierta una ventana para que se colara subrepticiamente después de que también él le dividió el voto peronista a Capitanich, es casi una obviedad: no fueron doctrinas irreconciliables súbitamente armonizadas y no fue, sin dudas, una conspiración. Es la política, estúpido. Lo que Juan Manuel Chapo llama “amontonamiento” (y tal vez lo sea) es el resultado de todas esas tensiones y de la necesidad de no morir en el intento.
Lo que sí parece es que sin haber llegado a ninguna interna formal, Capitanich arrancó tres a cero abajo. Su ausencia de la provincia fue anecdótica y hasta comprensible al principio, pero con el correr de los meses se convirtió en vacío de liderazgo. Mientras llovían reproches, Capitanich fue perdiendo aliados dentro y fuera del partido, ya fuera por desagradecimiento o, de nuevo, por instinto de supervivencia. Y ahora, encima, le quieren facturar la responsabilidad de haberle facilitado el aval del PJ chaqueño a Quintela para que lo que hubiera sido un punto de inflexión fundacional -o una refundación- del peronismo nacional se convirtiera en una pelea en el barro mientras Milei y Zdero se cagan de risa.
Por supuesto que Milei y Zdero no tienen motivos para reírse, uno convertido por la ahora excanciller en un pelotudo internacional, y el otro haciendo malabares para acallar los casos de corrupción que le saltan en todos los ministerios y organismos dos veces por semana. Pero al menos tienen un poco de oxígeno mientras el país y el Chaco contemplan atónitos la “pelea de gatos” del PJ.
Con Capitanich viviendo en Buenos Aires, el dirigente peronista más importante, al menos por el peso de la historia aunque mida cinco puntos, es Gustavo Martínez, que hoy ocupa un módico quinto lugar como candidato a Consejero Suplente en la lista de Cristina. Pero así, de a poquito, Gustavo vuelve a poner una pata en el PJ de cara a una eventual interna provincial.
Adicionalmente habría que decir que Gustavo tiene la habilidad o el carisma para recorrer la provincia y ser recibido en cualquier unidad básica como un compañero afable, mientras el coquismo, integrado en gran medida por exfuncionarios del último gobierno e impedido por eso mismo de pisar el territorio para no echar sal sobre las heridas que dejó abiertas, se tiene que conformar con diseñar memes mientras espera que Messi vuelva a frotar la lámpara y la clave en un ángulo.
Hay, finalmente, una tercera posibilidad: que Capitanich haya estado detrás de todo lo que pasó. Detrás de la candidatura de Magda Ayala a Vice de Quintela como parte de un acuerdo supersecreto con Axel Kicillof, que supuso también el aval a su lista para la interna mientras en público pregonaba el acompañamiento a CFK. O que haya estado detrás del ingreso de Gustavo a la lista de Cristina dando el visto bueno a un reencuentro lo menos traumático posible, de forma tal que el peronismo vuelva a estar unido para lo que se viene sabiendo que la gesta de Quintela tenía los días contados. Es decir, que haya sido el artífice de todo este confuso cuadro sinóptico con flechitas que apuntan a todos lados, como ese diablo que mea en todas partes y en ningún lado hace espuma.
Pero en la cancha se ven los pingos. Si llegado el caso se impone una interna provincial y Capitanich decide revalidar su conducción y lo consigue -por consenso con una lista única o por los votos derrotando al que se le ponga enfrente- entonces la confusión dejará paso al orden. El que gana conduce, el que pierde acompaña. Y todas estas especulaciones, operaciones y versiones serán historia antigua.
CM
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