Estados Unidos se encamina a un debate presidencial histórico: nunca antes un presidente en ejercicio había estado frente a frente con un exmandatario, es la primera vez que se realiza antes del inicio formal de la campaña –que se lanzará tras las convenciones de ambos partidos- y arriba del escenario habrá 159 años acumulados entre Joe Biden (81) y Donald Trump (78), los candidatos más longevos que vieron jamás los norteamericanos.
Los equipos de asesores de ambos candidatos vienen trabajando a destajo en las últimas semanas para pulir lo que, como muchos analistas consideran, puede delimitar un rumbo clave en la carrera para llegar a la Casa Blanca. Hay un descontento generalizado de la sociedad norteamericana con la dirigencia política y un error grueso de cualquiera de los dos podría costarle muy caro.
En los últimos meses las encuestas lo ponían por delante al candidato republicano, pero esta semana un promedio de sondeos publicado por el portal FiveThirtyEight Interactives lo puso por primera vez arriba a Biden. Las cifras son muy parejas. A pesar de los primeros indicios adversos, los demócratas mantienen la esperanza en base a los golpes judiciales que viene recibiendo Trump y confiando en que el tiempo haga que los electores indecisos se vuelquen por el actual presidente.
Tratar de ganar tiempo y apostar a los indecisos es una de las tantas estrategias generales que tiene el comando central de Joe Biden, que, como reveló el sitio Político meses atrás, y por consejo del propio Barack Obama, se desligó por completo de la gestión diaria del Salón Oval para enfocarse en el armado de campaña en los estados que son considerados clave: Arizona, Georgia, Míchigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin.
Las estrategias de Biden para enfrentar a Trump
Con todo, y tal como pudo saber TN de diplomáticos y analistas que recorren los pasillos de Washington a diario, en las últimas semanas Joe Biden empezó pulir una serie de estrategias para hacerle frente a lo que espera sean los ataques de Donald Trump en relación a la gestión actual, a la debilidad del mandatario y a la posición de Estados Unidos en el contexto del turbulento mundo actual.
En primer lugar, los asesores demócratas trabajaron duramente para que Biden se muestre como un candidato firme y sólido. Más allá de su avanzada edad, han concentrado los entrenamientos en un discurso convincente y hasta con tonos elevados para imponer presencia y seguridad. Será, a fin de cuentas, un discurso con características muy similares al del Estado de la Unión. Con esto quieren despejar cualquier fantasma de la edad.
Entre las promesas y mensajes habrá públicos bien delimitados: latinos de color, jóvenes y mujeres. Los demócratas han visto como en los últimos meses muchos jóvenes se han pronunciado a favor de votar por Robert F. Kennedy Jr. El sobrino del expresidente asesinado John F. Kennedy se postula como un candidato de la tercera vía y ha logrado captar a los jóvenes a través de las redes sociales y de un discurso mucho más directo.
Por su parte, los demócratas tampoco quieren soltar la bandera de las mujeres, sobre todo la relacionada a derechos como el aborto, que la Corte Suprema de Justicia –controlada por los conservadores pro Trump- prohibió a nivel federal y dejó que cada Estado defina si permite habilitarlo en su territorio o no.
Este punto se conecta con lo que, posiblemente, sea el eje central de Biden cuando le toque enfrentar a Trump. El actual mandatario desplegará lo que algunos llaman una “campaña del miedo” para señalar al magnate por sus múltiples causas judiciales, la toma al Capitolio en enero de 2021 y el riesgo que supone para la democracia, según entienden en la actual Casa Blanca. El empresario sabe de esta situación y prepara una defensa similar a la que tiene desde que las causas en los tribunales lo persiguen.
Millones de personas dentro de Estados Unidos y en todo el mundo estarán mirando con atención los 90 minutos que durará el debate organizado por la CNN en Atlanta. Así como el primer debate televisado entre John F. Kennedy y Richard Nixon en 1960 fue considerado como el punto de inflexión para el triunfo del demócrata, desde el entorno de Biden confían en que suceda algo similar en la noche de hoy.
Tras probar durante semanas el impacto de las “buenas noticias” que el gobierno tenía para dar con las llamadas “Bidenomics” –los índices económicos positivos-, el comando de campaña demócrata se dio cuenta que la repercusión es baja. La percepción de la sociedad en general en Estados Unidos es que el precio de los productos aumentó fuertemente, bien por encima de la suba de los salarios, y eso genera malestar.
En ese sentido, los principales analistas estadounidenses no esperan que haya una ametralladora de buenas noticias, sino más bien un señalamiento a Trump para marcar los riesgos que, tal como entienden, podría acarrear una nueva gestión del magnate. Miran con expectativa, también, el impacto social que pueda tener la condena final que el republicano recibirá el próximo 11 de julio en la causa por falsificar documentos para comprar el silencio de la actriz Stormy Daniels.
La carrera presidencial empieza a calentar motores con este histórico debate a la espera de que se definan formalmente las candidaturas en las asambleas generales demócratas (agosto) y republicanas (julio). El espectro político, económico, diplomático y la sociedad en general en Estados Unidos mirarán con atención cada frase, gesto y movimiento de quien puede ser el presidente del país por los próximos 4 años.